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“Las víctimas conocen un Estado que apoya a sus agresores”: Marianne Braig

Durante su paso por Colombia, la profesora de la Freie Universität de Berlín habló sobre el desafío de construir paz en medio de las desigualdades sociales. Asegura que instituciones como la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) deben hacer presencia en los territorios para evitar que se amplíen las brechas sociales.

Justicia para la Paz
21 de septiembre de 2018 - 09:40 p. m.
Marianne Braig es profesora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität de Berlín
Marianne Braig es profesora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität de Berlín

Marianne Braig es profesora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Freie Universität de Berlín. Esta semana estuvo en Colombia como panelista del primer Congreso Internacional de construcción de paz, organizado por el Instituto Colombo-Alemán para la Paz (CAPAZ) y la Embajada de Alemania. Durante su presentación habló sobre el desafío de reducir las brechas sociales en un contexto de posacuerdo y aseguró que el Estado debe abrir espacios para escuchar y darles voz a las víctimas.

¿Cómo puede definirse la desigualdad?

La desigualdad significa dos cosas. Primero, que hay una estructura de clase y de desigualdad socioeconómica muy profunda. Segundo, el Estado y sus instituciones tienen muy pocos ingresos. Si hay un Estado muy débil, no puede relacionarse con la sociedad produciendo bienes públicos, porque no tiene el dinero.

¿Cómo se puede construir paz en un contexto desigual?

Colombia es uno de los países más desiguales del mundo y América Latina es el continente más desigual. Colombia se destaca dentro de América Latina con una desigualdad todavía más profunda. Lo más difícil es que no solamente es una desigualdad por los ingresos, que se mide con el coeficiente de Gini, sino que también en la propiedad de la tierra. Es el nivel más alto de desigualdad de toda América Latina. Esa es una base en los conflictos en las regiones y lo peor es que en los últimos 15 años se ha aumentado la desigualdad, eso tiene que ver, por ejemplo, con el desplazamiento forzado.

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¿En un momento de posacuerdo se evidencian más esas desigualdades?

Sí. Vemos un problema cada vez más agudo de desigualdad en los territorios y por el derecho a la tierra.

¿Qué relación hay entre las desigualdades, el conflicto y la construcción de la paz?

Eso es muy complicado, porque automáticamente no hay una relación entre pobreza y violencia. Primero, desigualdad no es igual a violencia. La desigualdad es la diferencia entre los ricos y los pobres. Eso produce frustración, indignación. Pero la relación con la violencia no se produce por sí misma. El problema es la relación entre el Estado y sociedad.

¿Cómo se ve ese problema en Colombia?

Por un lado, como en América Latina, en Colombia tenemos un Estado poscolonial con problemas de racismo, de género; hay una profunda desigualdad racial, de reconocimiento del otro. Y la relación Estado y sociedad no logra manejar esta tensión. Por el otro, la relación Estado-sociedad se produce en las instituciones que vinculan el Estado con la sociedad. Las instituciones son per se débiles y si son débiles no pueden producir orden a nivel nacional ni mucho menos a nivel local.

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¿De qué manera se explica la falta de producción de bienes públicos?

Porque no tiene el dinero. Además, una parte del problema de la élite es que no quiere un Estado que produzca bienes públicos. No les interesa porque están más allá. Se interesan en el mercado global, en los precios de sus productos y no para el bien de la Nación. Tenemos una parte de la sociedad que está más allá. Y la relación Estado-sociedad está débil por el Estado: no tiene una base económica independiente de los precios de los recursos naturales.

¿Que las instituciones, específicamente las de justicia transicional, tengan sede en Bogotá es una muestra de desigualdad?

Por supuesto. Esa es una desigualdad territorial. No solamente es social. En las regiones hay una acumulación de desigualdades: está la gente pobre, la gente marginal, indígenas, desplazados. Y no tienen voz, no son escuchados y no hay instituciones del Estado que les den un espacio para hablar. Las instituciones del Estado en los territorios generalmente son débiles, pero son necesarias.

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¿Cómo se puede atender este problema?

Se necesita un cogobierno a diferentes escalas. Si se quiere tener en cuenta el caso de Alemania hay un punto que puede ser útil. En el sistema federal de Alemania (y por eso hay muchos pleitos y conflictos) hay instrumentos de negociación a diferentes escalas del Estado, las regiones y los municipios. Es muy importante tener distintos mecanismos de negociación entre las distintas instituciones del Estado, porque como hemos visto hay pleitos entre las distintas instituciones, a nivel regional, local y nacional. Se necesita incluir en estas negociaciones actores locales que no están representadas en esta estructura.

¿Las víctimas qué tipo de Estado conocen?

Las víctimas no conocen el Estado de Derecho o el Estado benefactor. Conocen al Estado que apoya a los agresores o es cómplice. El Estado tiene la obligación de abrir espacios locales para que la gente se pueda escuchar.

¿Las nuevas instituciones de justicia transicional puede ser una oportunidad para genera confianza?

Hacer instituciones nuevas también puede ser problema. Hay instituciones, normatividades, que han logrado algo. No siempre hay que hacer nuevas, pero ya que las hay se debe partir de los logros obtenidos hasta el momento. En el caso de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), como aún no está en las regiones como otras instituciones que había antes, eso podría ser un problema si estamos de acuerdo en que la paz se construye en los territorios y no en el centro.

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Por Justicia para la Paz

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