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“Insistir, persistir y nunca desistir”: Pastora Mira

Es líder de víctimas de San Carlos, Antioquia. La violencia le quitó a su padre, un esposo y dos hijos. En un acto de perdón, Pastora albergó, sanó y vistió al victimario de su hijo menor. 

Pastora Mira
03 de diciembre de 2017 - 02:00 a. m.
Pastora Mira, líder de víctimas.  / Archivo
Pastora Mira, líder de víctimas. / Archivo

“Para ser líder social, ante todo, se debe tener un espíritu de servicio hacia los demás. Después, casi sin notarlo, uno va construyendo un proyecto de vida que se va amarrando inevitablemente a esos procesos sociales que surgen de las necesidades de la gente y que uno asume, encarna y lidera como propios.

(Vea el especial de los líderes sociales considerados personajes del año)

Desafortunadamente se trata de una labor casi desamparada. Llega un momento en que el líder queda solo y tiene que enfrentarse, sin apoyo ni respaldo, a un sinfín de circunstancias y obstáculos. Porque en últimas son los líderes los que llevan la vocería de los que no se atreven a hacer reclamos que son justos. Son la voz de los que no tienen voz y portan las banderas de las causas de aquellos que, por circunstancias diversas, no tiene presencia en los escenarios de toma de decisiones.

En Colombia, sin embargo, las circunstancias y lo que ha pasado en los últimos años ha demostrado que ser líder es un verdadero riesgo. Esos liderazgos que tienen como fin una labor social en una comunidad, resultan incómodos para muchos sectores. Quienes piensan diferente, “sobran” en el camino de aquellos que se sienten afectados por las ideas que defienden y representan.

(Lea: “El posconflicto no ha aterrizado”: Leyner Palacios)

Los asesinatos, ataques y amenazas contra líderes sociales van a seguir, sistemáticos o no, hasta que entendamos y asimilemos lo que significa el derecho a la vida y el respeto por la diferencia. En Colombia no hemos sido capaces de comprender que acá, a este mundo, vinimos de paseo y en un paseo se disfruta. Los asesinatos continuarán, sobre todo porque hay quienes eligen el poder y los intereses personales por encima de la vida de los demás y nunca les va a gustar que exista gente que busca el beneficio de las comunidades.

Yo soy de las que creen que por más medidas de seguridad que se tomen, cuando se debe partir de este escenario terrenal, se parte. Así tengan encima 20 o 30 guardaespaldas. Todo llega en el momento que es. Eso no significa que sea natural o normal el asesinato de líderes. Como tampoco justifica que sus voces sean acalladas.

(vea: "La herencia de una comunicadora indígena silenciada": Jesús Melenje)

Cuando un líder social denuncia un hecho, llama la atención, busca apoyo o respaldo, las autoridades deben darle al menos el beneficio de la duda, deben indagar y verificar lo que se está poniendo en conocimiento. Sus reclamos no pueden llegar a oídos sordos y es responsabilidad de las autoridades escucharlos. No es obligación creerles, pero sí deben tener en cuenta sus denuncias.

Por eso, hoy más que nunca se hacen necesarios escenarios muy amplios de diálogo en los que aquellos que piensan diferente puedan expresar libremente sus ideas e incluso también someterlas a discusión, porque no necesariamente tendrán siempre la razón y pueden estar equivocados en su apreciación. El debate es sano siempre que se dé en espacios de respeto por el otro.

No se puede permitir que esas voces que vienen de los territorios dejen de ser escuchadas o que sean silenciadas a través del homicidio y la amenaza, que se han vuelto tan frecuentes en nuestro país.

Hay muchas regiones de Antioquia en las que los líderes sociales han tenido que huir de sus tierras y han sido desplazados por el miedo de morir o perder a un ser querido simplemente por el hecho de abanderar una causa.

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Este tema de liderazgo es innato y el principal mandato para quienes decidimos seguir en esto es que hay que ser tercos, así uno crea que va luchando contra la corriente y que fácilmente puede perder en el camino, seguimos insistiendo. Cuando se le permite hablar a la gente, se logran desarmar los corazones.

Para aquel que tiene vocación de liderazgo, afortunada o desafortunadamente, hay una tarea clara: insistir, persistir y nunca desistir. El propósito es unir fuerzas para que entre todos podamos construir esa realidad y ese futuro en el que creemos y que tanto necesitamos”.

Por Pastora Mira

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