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“El cine desde su origen ha estado vinculado con los derechos humanos”: Diana Arias

La directora del Festival de Cine por los Derechos Humanos habla sobre la versión que está por terminar de ese encuentro para los amantes del séptimo arte. El evento de cierre será el próximo 18 de agosto en Ovejas (Sucre), un municipio que fue azotado por el paramilitarismo.

Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez
16 de agosto de 2018 - 07:10 p. m.
Diana Arias, directora del Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos. / Gustavo Torrijos - El Espectador
Diana Arias, directora del Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos. / Gustavo Torrijos - El Espectador

En 2013 a Diana Arias se le metió una idea en la cabeza: hacer un festival de cine por los derechos humanos. No entendía por qué había encuentros de ese tipo en varios lugares del mundo, pero no en Colombia donde, en sus palabras, “se violan todos los derechos”.

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La primera versión del Festival Internacional de Cine por los Derechos humanos se realizó ese mismo año en Bogotá. Para esa ocasión llegaron unos 400 trabajos audiovisuales. “Aquí hay algo”, se dijeron Diana y su socio.

Ella ya era gestora cultural. Sin embargo, conocía más el mundo de la música alternativa. Es publicista y el cine es una de sus pasiones. También ha sido inquieta políticamente. Por eso junto su gusto por el séptimo arte y sus inquietudes políticas para darle vida al festival.

Año a año ha crecido el evento. Por ejemplo, la quinta edición, que se desarrolla entre el 10 y el 18 de agosto, ha tenido proyecciones en Barranquilla, Cartagena, Medellín, Pereira y Bogotá. Además, en cinco municipios de Bolívar (Carmen de Bolívar, San Basilio de Palenque, María La Baja, Turbaco, Arjona), en Sucre (Ovejas) y en Soacha. La meta de este año ronda por los 22 mil asistentes. Este año llegaron a manos de los organizadores 936 películas provenientes de más de 50 paises.

En Cinema Tonalá, de Bogotá, se llevará a cabo la premiación en la cual se entregarán más de 100 millones de pesos. El cierre del festival será en Ovejas con una proyección acerca de la historia de la gaita y un concierto en el cual dicho instrumento caribeño será el protagonista.

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¿Por qué cerrar en Ovejas, Sucre?

Tenemos un interés muy grande en llegar con el festival a regiones. Nos hemos encontrado con casos de personas que nunca han visto una película en otro lado que no sea su televisor. Buscamos romper el esquema del típico festival de solo salas y tapetes rojos.

¿Por qué van a tener una proyección sobre la historia de la gaita en Ovejas, Sucre?

Vamos a hablar de la historia de la gaita en un festival de derechos humanos, los derechos culturales también hacen parte de ese tema.

¿Qué recibimiento han encontrado en esos municipios tan golpeados por la violencia?  

Además de las historias que cuentan con las propias vivencias en el conflicto, hay unas ganas y un interés increíble relacionado con el festival. Son poblaciones que no tienen una oferta cultural más allá de la que ellos mismos producen. Llegar con un festival de cine a traer una película de otro país es muy emocionante para ellos y para nosotros mucho más. 

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¿Cuáles parámetros se utilizan para elegir lo que se proyecta?

La bandera del festival es promoción y defensa de los derechos humanos. La premisa que tienen los curadores es encontrar historias que sean inspiradoras, de reivindicación de las víctimas. Si bien llega mucha denuncia, buscamos que el director o los realizadores vayan un poquito más allá de la mera denuncia y que encuentren historias que inspiren a promover y a defender los derechos humanos. También hay parámetros de calidad técnica y estética audiovisual.

¿Cómo se aseguran de que no termine siendo un festival panfletario?

Es un tema complejo. En el imaginario de las personas ya lo es, cuando se habla de derechos humanos para muchas personas es del mamerto, una cosa muy académica o algo meramente legal. En el imaginario colectivo está que es una cosa harta. Nuestro interés desde la primera edición ha sido demostrar lo contrario: podemos encontrar ficción y comedia hablando de la promoción de los derechos humanos. Hemos visto que el trabajo para quitar esos imaginarios ha funcionado. Al salir de una película de amor en el festival la gente se ha preguntado qué tiene que ver con los derechos humanos porque pensaban que iban a ver algo de una mujer maltratada, una paloma encerrada o la manito arriba. También tenemos muchas actividades culturales como para romper el esquema de sólo ir a ver el documental, hay conciertos, ha habido exposiciones de fotografía, hemos tenido artes escenicas, que a partir de la excusa de los derechos humanos podemos explorar muchas cosas.

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¿Cómo ha sido la relación entre el cine y los derechos humanos en Colombia?

El cine desde su origen ha estado vinculado con los derechos humanos. Los hermanos Lumiere grabaron una protesta de los obreros del tren. En Colombia, por ejemplo, Martha Rodríguez (la primera documentalista del país) está grabando movimientos sociales, indígenas. El cine siempre ha estado muy vinculado a retratarnos y a retratar todo nuestro contexto social, ahí caben los derechos humanos.

¿Cuáles creen que pueden ser los trabajos más llamativos de este festival?

Hay para todos los gustos, aunque la participación del documental es mayoritaria. Hay un documental muy interesante que será la clausura del festival en Bogotá, se llama Mikele. Es sobre una chica trans, pero el eje del documental no es la conversión, sino todo el amor que recibe de su familia en el proceso.

Hay otro documental que se llama Mujeres del caos venezolano que está dando mucho de qué hablar en festivales de derechos humanos y va a ser la primera vez que se presente en América Latina. Se retratan cinco casos de mujeres en los que se pueden ver cinco problemáticas distintas que están ocurriendo en Venezuela. 

¿Cuál es su mensaje para la gente que se aleja al escuchar el término derechos humanos?

Que no solamente hay documentales. También hay historias de comedia y ficción. Uno no pensaría nunca que a través del humor se puede retratar problemáticas tan serias como la falta de vivienda o la violación de los derechos fundamentales. Que se atrevan a ver otros formatos que no es solo el documental de la víctima y la entrevista plano medio. 

 

 

Por Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez

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