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Un colegio que da lecciones de paz en Valledupar

El colegio Andrés Nicolás Escobar, en el barrio Villa Jaidith, cuenta con un semillero de investigación. El grupo plantea la relación que existe entre todas las materias que dictan en la institución educativa y la paz.

Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez
28 de agosto de 2018 - 11:00 a. m.
El padre Enrique Córdoba, la profesora Elsy Brito y los estudiantes del semillero de paz.   / Nicolás Sánchez A.
El padre Enrique Córdoba, la profesora Elsy Brito y los estudiantes del semillero de paz. / Nicolás Sánchez A.

El barrio Villa Jaidith, en la comuna tres de Valledupar, se hizo famoso por una foto del expresidente Juan Manuel Santos, en piyama mientras leía el periódico, en una vivienda de interés social. La fotografía fue tomada en el 2013 tras la entrega de algunas casas. Cinco años después, para llegar a ese barrio desde el aeropuerto, hay que transitar por una vía destapada. En ese sector del sur de la ciudad fue fundado hace cuatro años el colegio Andrés Nicolás Escobar Escobar, institución educativa que se propuso complementar los esfuerzos de paz del Gobierno y las Farc construyendo paz en el barrio.

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“Nos preguntamos cómo podíamos apuntarle a la paz estando lejos de La Habana. No podíamos quedar en el camino porque las vías de la paz estaban dadas. En el colegio podemos hacer mediación en los conflictos, propiciar reconciliación y desde las aulas tenemos que generar paz y convivencia”, cuenta el padre Enrique Córdoba, rector de la institución que tiene 1.380 estudiantes.

El padre conoce bien el contexto del colegio, porque lleva más de 15 años en el barrio. Cuenta que Villa Jaidith surgió de varios asentamientos de personas que huyeron del conflicto armado. En años anteriores el Estado construyó viviendas de interés social en el sector y llegaron desmovilizados de las guerrillas y los paramilitares.

En 2016 se acercaron a la institución la Agencia Colombiana para la Reintegración (ahora Agencia para la Reincorporación y la Normalización) y Samsung, la empresa coreana de tecnología. La corporación buscaba un colegio para donar 40 tabletas y dotar de tecnología un aula en el marco de su proyecto Smart School. El padre Córdoba cuenta que en sus conversaciones con Samsung “llegamos a un punto, que era el punto de lo humano, de humanizar con la tecnología”. Se ganaron la dotación y el aula inteligente.

Pero un hecho cambió la orientación de ese espacio. Por la época en que llegó la empresa, el colegio estaba en medio de acercamientos con la Agencia Colombiana para la Reintegración, institución con la cual trabajaban sobre el fomento de valores de paz mediante la tecnología. Al salir de una reunión con esa entidad y con Samsung, una funcionaria les sugirió a los profesores y al rector que el aula fuera un espacio para la construcción de paz. Así surgió el Aula de Paz, el 28 de enero de 2016.

En dicho salón se creó el semillero “El uso de la tecnología y las áreas del conocimiento como herramientas para construir paz”. El grupo está integrado por tres estudiantes que investigan cómo puede aportar la tecnología a la construcción de paz. En ese sentido, han descargado en las tabletas varias aplicaciones dirigidas a niños. Por ejemplo, “Appuéstale a la paz” y “Paz a la voz” son dos aplicativos que les enseñan a los niños de primaria sobre los costos que tiene la guerra.

El grupo de investigación también se dedica a buscar metodologías para que todas las materias que se dictan en el colegio dialoguen con la paz. En ciencias naturales, por ejemplo, hablan de la naturaleza como “una víctima que sufre, pero no llora”. En esas clases aprenden sobre las afectaciones que la guerra le ha generado al medio ambiente. Otro ejemplo es la clase de matemáticas, en la cual tienen como lema “Calculando y sumándole a la paz”, en la cual aprenden, por ejemplo, cuánto le cuesta al país sostener una guerra.

El trabajo del semillero ha sido reconocido internacionalmente. En junio fueron invitados al Primer Encuentro Latinoamericano de Semilleros, Grupos y Líderes de Investigación que se realizó en Panamá. “El cónsul de ese país nos decía que nuestra experiencia se debería replicar en más colegios”, dijo el rector. “Fue una experiencia muy significativa, porque aprendimos de las culturas de otros países de América Latina”, expresó una de las integrantes del grupo de investigación.

El próximo destino del semillero es Turquía. Por las intervenciones que hicieron en Panamá, los integrantes fueron invitados al segundo encuentro, que se realizará en el país euroasiático. La institución está buscando dinero para poder enviar a los estudiantes en agosto de 2019.

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Otros semilleros

En el colegio hay otros dos semilleros: uno de estudiantes que hacen música con las tabletas y otro de investigación sobre la fauna y flora que rodea la institución. En cuanto al primero, son tres integrantes que interpretan vallenato con los instrumentos electrónicos. En el de ciencias naturales, los estudiantes recolectan información sobre la fauna y la flora que rodea al colegio.

El semillero Explorando la biodiversidad está compuesto por 15 estudiantes de grados entre séptimo y décimo. El objetivo que tienen es conservar las especies que se encuentran en ese sector de Valledupar usando la tecnología. Ya tienen un inventario de más de 100 plantas y animales, como abejas africanizadas y reptiles.

Una de las plantas que se encuentran en el colegio es la reconocida trinitaria, que da una flor morada. Por medio de la investigación acerca de esa especie los estudiantes descubrieron que tiene efectos cicatrizantes. A partir de ese descubrimiento empezaron a desarrollar en los laboratorios de la institución educativa una crema. “Hace falta poner a prueba la crema con expertos”, contó una de las estudiantes.

Las investigaciones han servido incluso para mejorar la seguridad de los estudiantes. Una de las integrantes del semillero cuenta que antes los niños más pequeños jugaban con las serpientes. Los estudiantes se percataron de que algunas de las especies presentes en las inmediaciones del colegio son venenosas, les han advertido a los niños y ellos dejaron de molestarlas.

Los estudiantes muestran una cartilla en la cual tienen documentadas las especies. También crearon un blog en internet para que cualquiera pueda tener acceso a la información. “Este proyecto es infinito”, aseguró una de las adolescentes.

“Vemos la paz desde la reconstrucción del rostro de las comunidades y no repetir las historias de nuestros estudiantes, sino proyectar un futuro promisorio a la nueva generación”, asegura el rector, quien cree que todos los semilleros caminan en la dirección de que en Colombia no haya más espacios para la guerra.

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Por Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez

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