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Tras el reencuentro familiar de 100 guerrilleros

¿Dónde están los hermanos, los padres, las madres, los hijos de los combatientes de las Farc que un día separó la guerra? Es la pregunta que el grupo de Pastoral Social en La Paz, Cesar, busca responder. Ya tienen contactadas y ubicadas a siete familias.

Natalia Herrera Durán - @Natal1aH
27 de abril de 2017 - 11:56 a. m.
Solís Almeida, comandante y miembro del Estado Mayor Central de las Farc, haciendo pedagogía por la paz en el Cesar. /Prensa Latina en Colombia
Solís Almeida, comandante y miembro del Estado Mayor Central de las Farc, haciendo pedagogía por la paz en el Cesar. /Prensa Latina en Colombia

Reencontrarse con su padre. Abrazar después de 30 años de guerra a su madre. Son dos de las mayores preocupaciones que tiene hoy el comandante Abelardo Caicedo, en su tránsito a la vida civil.

Conocido como Solís Almeida, este miembro del Estado Mayor de las Farc, por quien hace diez años el Gobierno y Estados Unidos ofrecían $2.000 millones de pesos de recompensa por la información que diera con su paradero, operó con el Frente 19 en los alrededores de la Sierra Nevada de Santa Marta. Hoy está en la zona veredal del municipio de La Paz y con su “pedagogía de paz” defiende los acuerdos a los que llegaron con el Gobierno para dejar las armas luego de 50 años de despiadada guerra. (Vea nuestro especial sobre las zonas veredales)

Como él, 44 guerrilleros de La Paz y 55 de la zona veredal de Pondores (Guajira) no saben el paradero de sus familias y quisieran contactarlas antes de que se dé la dejación de armas. La petición la hizo Solís Almeida en persona. Le dijo a Daniel Morón, coordinador de Pastoral Social de la Parroquia San Francisco de Asís, de La Paz, que un guerrillero lo abordó y le pidió que lo ayudara a contactar a su papá y que en ese camino se dio cuenta de que eran muchos más los que estaban en lo mismo.

Al final Almeida le confesó: “Hasta yo tengo problemas para ubicar a mi familia, porque ellos se desplazaron, me dijo, y cuando le respondí que estaba dispuesto a buscarlos le dio alegría, contestó que volvería a sentirse tranquilo el día en que pueda abrazar a su mamá y a su papá”, relató Morón.

Hace dos meses el tema empezó a moverse en la Iglesia Católica y hoy tiene su respaldo abierto. El padre Darío Echeverri, secretario general de la Comisión de Conciliación Nacional gestionó los primeros recursos económicos para sacar adelante un proyecto piloto para contactar y llevar a las zonas veredales de César y Guajira a los familiares de siete de los 100 guerrilleros que hoy buscan a sus seres queridos, y que deben traer de Putumayo, Antioquia, Santander, Magdalena y Atlántico. El encuentro se hará el próximo 21 de mayo. Ese día, la Iglesia Católica y su pastoral celebrará con un almuerzo y con música vallenata.

"Está el caso de una guerrillera de Medellín que llevaba 25 años sin saber de su familia. A través de Facebook contactó a su hermana y consiguió el teléfono de su mamá. Pero prefirió que la llamáramos nosotros. Nos dio el teléfono y nosotros la contactamos. Esa mujer lloraba, ‘yo la hacía muerta, ustedes me han devuelto la vida’, me dijo esta mujer de 84 años. Le había perdido el rastro” detalló Morón.

Hoy siguen tocando puertas en organizaciones para buscar recursos para que otros guerrilleros encuentren a sus familias. Aspiran a traer a la zona veredal a dos familiares por guerrillero. “Lo que tenemos pensado, en gastos de transporte, logística, hotel, y ubicación es que necesitamos alrededor de $300 millones. Para ubicarlos el sacerdote de aquí llama a los de allá. Si no conseguimos eso con el trabajo de iglesia nos toca trasladarnos hasta allá, porque con la violencia que se vivió en este país muchos se fueron de los lugares de origen”.

El tiempo apremia. Daniel Morón lo sabe. Entiende que es necesario propiciar estos encuentros antes de que se cumpla el día en que dejen las armas porque muchos sienten que van a quedar en el aire. Es claro que las Farc están en un proceso de desmovilización colectiva y están proyectándose en estas regiones política y socialmente, pero también es cierto que hay guerrilleros que quieren reencontrarse con sus familias y entonces, ni la guerra ni nadie, deberá separarlos.

Por Natalia Herrera Durán - @Natal1aH

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