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La viuda de un capitán del Ejército que perdona a las Farc

A través de cartas de amor y de una cita con el expresidente Bill Clinton, Fadhia Sánchez revivió sus recuerdos para contar por qué decidió reconciliarse con la guerrilla y convertirse en pedagoga de paz.

Edinson Arley Bolaños / @eabolanos
31 de enero de 2017 - 11:28 p. m.
Fadhia Sánchez Marroquín, docente de la Universidad de Ibagué.  / Fotos/ Mauricio Alvarado
Fadhia Sánchez Marroquín, docente de la Universidad de Ibagué. / Fotos/ Mauricio Alvarado

“Hola, mi vida, ¿cómo estás? Amor, te cuento que la situación está muy tensa. La zozobra, la expectativa son las cosas que en este momento rondan este sitio. Te cuento también que han amenazado la base, por tal razón los movimientos los he restringido. Además, se duerme de día y en la noche permanecemos despiertos. Pero mi amor, tú sabes que la zozobra y lo psicológico lo acaban a uno. La responsabilidad de vidas humanas es muy difícil. En fin, esto es para locos, por ello me gusta y estoy feliz, a pesar de las cosas duras que suceden, tener a alguien lejos que aun así me contempla. Así te amo más. Nuestro amor es lindo. Otra cosa, ya uno se acostumbra y eso espero de ti”. Dice la carta que una tarde de 1999 le envió el capitán del Ejército Juan Guzmán a su esposa Fadhia Sánchez Marroquín.

De esas hojas de cuaderno amarillentas y escritas a pulso con tinta azul y negra, la viuda de Guzmán guarda una decena. “Me gusta que me digan viuda y no víctima”, dice, mientras esculca entre cajas y bolsas los álbumes fotográficos, todas las condecoraciones, homenajes póstumos y una placa que le envió el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton: “Fue un honor conocerte durante mi visita a Cartagena. Me emocionó profundamente el heroísmo de tu marido. Como dijimos el presidente Pastrana y yo, tu pérdida no será olvidada. La muerte de tu esposo no será en vano. Los Estados Unidos continuarán cooperando con el pueblo colombiano para detener la violencia insensata que causa tanto dolor”.

Se refiere al encuentro que tuvieron el 30 de agosto de 2000. Doce viudas fueron invitadas por el presidente Andrés Pastrana para hablar con el mandatario estadounidense. “El Gobierno estaba haciendo lobby para que aprobaran el Plan Colombia”, menciona Sánchez. Clinton se acercó a cada una de ellas y les dijo mirándolas a los ojos: “No lloren, tranquilas. Mi mamá también quedó viuda cuando estaba embarazada de mí y mírenme aquí. Yo pude salir adelante, sus hijos también lo van a lograr”, terminó su frase.

Pastrana, quien además de presidente hacía las veces de traductor, preguntaba insistentemente: “¿Quién los mató?” Las mujeres que se presentaban como viudas de la guerra ante Clinton, respondían: "Las Farc”. Eran tres viudas por cada fuerza: Policía, Ejército, Naval y Aérea. Para Sánchez, la muerte era reciente. Apenas había pasado un mes desde el 22 de julio de 2000, cuando su esposo, capitán del Batallón de Contraguerrilla Nº 44, Juan Guzmán, murió en combates con el Frente 23 de las Farc en la vereda Laquitas, municipio La Belleza (Santander). “Su misión era cuidar los pozos petroleros de Ecopetrol”, recuerda la viuda de Guzmán.

A Fadhia Sánchez también la acompañaba Carmen Elisa Núñez, la viuda del capitán Wilson Quintero, asesinado por las Farc en 1999. “Le entrego esta medalla para que nunca se olvide del nombre de mi esposo”, recuerda Sánchez que le dijo Carmen Núñez a Bill Clinton. Quintero era jefe de comandos jungla antinarcóticos de la Policía. Murió cuando intentaba escapar del secuestro.

El jueves 20 de julio de 2000, Fadhia Sánchez y su esposo hablaron por última vez. “Mañana viernes no te llamo porque tenemos una operación muy importante. Hablamos el sábado”. “Pero nunca hubo sábado”, dice la docente universitaria. Ese 22 de julio ella viajó de Ibagué al municipio de Rovira (Tolima), de donde son oriundos. Llevó con ella a su hijo Juan Felipe, de 8 meses.

Allá le dieron la noticia. En Rovira, el municipio donde décadas atrás cinco tías de su mamá quedaron viudas por cuenta de la violencia bipartidista. Un día de 1951, mientras su abuelo trabajaba los cultivos de la parcela, las chusmas liberales acabaron con la vida de sus cuñados y con la de sus sobrinos. “Yo ya no quiero que mi hijo cargue con este lastre de 60 años. Rovira puso una cuota altísima de soldados y policías muertos. Es que todos los bachilleres optaban por meterse a la escuela militar. Muchos paisanos murieron como Juan”, afirma.

Perdón para cortar la generación de la guerra

Desde que murió el capitán Juan Guzmán, Fadhia ha celebrado casi todos los triunfos militares. “Celebré la muerte de Raúl Reyes, la del Mono Jojoy, la de Alfonso Cano, la de todos los comandantes de las Farc”, asegura, mientras llama a su hijo, que ahora tiene 17 años, para que se aliste para la foto. Ella tiene 47.

Perdonó a las Farc invitando a los demás colombianos a votar Sí en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 y lo hizo a través de una reflexión que publicó el 19 de septiembre. “El perdón como virtud”, tituló.

Fue al encuentro con Bill Clinton el 31 de agosto de 2000, porque sabía que el apoyo era para reforzar la compra de armamento. Creía que las Fuerzas Militares tenían la obligación de ganar la guerra. “Hoy, tras la coyuntura del plebiscito por la paz, entendí que esas acciones guerreristas ya habían tenido su tiempo”, dice Sánchez de Guzmán.

Sus estudiantes de pregrado no conocían su historia hasta que decidió publicarla en la revista Razón Pública. Luego, la Corporación de Desarrollo y Paz del Tolima (Tolipaz), en el proyecto Diálogos y Capacidades para la Paz Territorial**, la invitó a convertirse en pedagoga del posconflicto. Desde entonces es una mujer replicadora de perdón. Ha participado en varios foros y dirige en la Universidad de Ibagué un proyecto de escritura académica para la revista Relatos. Allí, sus estudiantes escriben del acuerdo entre las Farc y el Gobierno. Ese ha sido el papel de Tolipaz: mediar para que los tolimenses dialoguen sobre su memoria y sus problemas cotidianos. En el sur del Tolima, en Planadas y Chaparral, hay muchos de esos líderes ejerciendo ese valor, el de la palabra.

Con la profesora Fadhia Sánchez nos encontramos en la oficina de esta organización en Ibagué. Luego fuimos a su casa, donde guarda la memoria del padre de Juan Felipe y el amor de su vida. En ese cajón aún está intacta la tarjeta de la floristería donde el capitán Guzmán pagaba por adelantado para que le llevaran un ramo de rosas cada tanto. “Que nuestro amor perdure para siempre. De su esposo. Para Fadhia”, se lee.

Fadhia le respondía con cartas. “Mi amor, quiero reiterarte nuevamente el inmenso amor que profeso por ti. Eres esa persona con la que siempre soñé y la que a veces creí que no conocería o no llegaría a mi vida por ser tan grande mi sueño. Eres mi hombre ideal. Sé que estás junto a mí acompañándome en presencia o en ausencia”, escribió a máquina el 27 de junio de 1996.

*Aliados de Diálogos y Capacidades para la Paz Territorial en Tolima: Tolipaz, Universidad de Ibagué, Asohermosas, PNUD.

**Iniciativa de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.

Por Edinson Arley Bolaños / @eabolanos

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