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En Guaviare los proyectos productivos de la FARC no marchan

Los excombatientes instalados en el espacio Jaime Pardo Leal, en Colinas (Guaviare), denuncian que a pesar de sus esfuerzos por sacar producción agrícola, el Gobierno no les ha ofrecido asistencia técnica ni apoyo en las rutas de comercialización. Sus productos quedan perdidos ante la falta de mercado.

Carolina Ávila Cortés / @lacaroa08
15 de junio de 2018 - 01:00 p. m.
Solo algunos excombatientes pueden entrar al invernadero, para protección de los cultivos. / Cortesía.
Solo algunos excombatientes pueden entrar al invernadero, para protección de los cultivos. / Cortesía.

Cuatro mil kilogramos de pepino y dos mil kg de habichuela acabaron descompuestos en el suelo del espacio de reincorporación de las Farc Jaime Pardo Leal en Colinas (Guaviare). En los últimos meses, los cerca de 471 excombatientes establecidos les ha tocado ver esta escena cotidiana con resignación.

No tienen cómo sacar lo que producen ni quien se los compre al por mayor, por eso están probando suerte en redes sociales como Twitter con el ánimo de encontrar clientes para que la cosecha de pimentón no corra con la misma suerte de los otros cultivos.

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También están buscando mercado en la región. Cada semana, algunos excombatientes van a San José del Guaviare a vender puesto por puesto en la plaza las canastas de este condimento. Salen cuatro o cinco canastas semanales y venden el kilo a $3000. Pero las ganancias no son suficientes ni para el sostenimiento del espacio de reincorporación ni para el cultivo. Es el resultado, dicen ellos, de la falta de compromiso del Gobierno.

La única oportunidad que han tenido de comercialización fueron las 60 arrobas de hortalizas que enviaron hace algunos meses a Bogotá, con un empresario con el que ellos mismos hicieron el enlace, según cuenta Nelson Díaz, más conocido como Iván Alí, el nombre con el que lo bautizaron en las Farc desde hace 24 años y actual coordinador de este espacio de reincorporación. Les quedaron solo $600 mil de ganancias para el grupo de más de diez personas que trabajó en las cosechas, debido a la alta inversión que tuvieron que hacer en el transporte.

Lo que sostiene Iván es que el trabajo en el campo, sin armas, “es la demostración palpable de que las Farc hemos hecho lo humanamente posible por crear un clima político diferente. El problema es que el paraguas lo tiene el Gobierno y no nos lo quiere lanzar”.

Traer a Bogotá una carga de alimentos de Guaviare implica 23 horas en promedio de tiempo recorrido en camiones rígidos o de dos ejes. Con un costo que alcanza el $1.557.078 por combustible, peajes y mantenimiento, según la Federación Colombiana de Transportadores de Carga por Carretera (Colfecar).

Esa es una de las dificultades que los excombatientes le piden al Gobierno que atienda: una ruta de comercialización que tenga en cuenta las dificultades del terreno y las lejanías que hay entre las capitales y las zonas rurales.

“No podemos competir en Bogotá, para eso tenemos que agregarle valor a nuestros productos y tener cómo transportarlos. Pero tampoco vemos posibilidades en el departamento. El pepino que consumen aquí, lo traen del piedemonte llanero cuando nos lo podrían comprar a nosotros”, manifiesta.

Los $2 millones que el Gobierno le dio a cada excombatiente no los gastaron en trago, asegura, sino para construir un invernadero de 100 metros por 20, para cosechar el pimentón que, por la alta humedad del Guaviare es difícil cultivar en exteriores.

Consiguieron los materiales y pusieron su mano de obra. Y para la asistencia técnica en los cultivos contrataron a un ingeniero agrónomo para que les ayudara con la instalación y el funcionamiento del invernadero. Desde que entró en funcionamiento sacan hasta ocho cosechas al año, cuando lo usual era solo una, por las condiciones climáticas.

Además de la ayuda del ingeniero agrónomo, Iván también resalta el apoyo que han tenido del Sena, que les enseñó a combatir pestes, o de distintas universidades como la Universidad Industrial de Santander o la Nacional, que llegó allá con estudiantes y extranjeros para desarrollar tecnologías de bajo costo para mejorar las condiciones de la región.

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“Colinas está en una zona donde el acceso es difícil, entonces tenemos que contar con el apoyo de los gobierno locales o departamentales para que puedan ayudar el tema de las vías. Hay comerciantes que quieren apoyarlos, pero también son muy realistas y dicen para poder comprar los productos estos deben ser de calidad, con entregas a tiempo y con los volúmenes que se les piden”, responde Carlos Castro, asesor para la productividad de la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN).

Pero además de la falta de comercialización, la otra dificultad que denuncian en este espacio de reincorporación es que el Gobierno no les ha dado asesoría técnica para formular los proyectos productivos que tienen en ganadería o cultivo de caña.

“Uno desearía que las embajadas, que han dicho que se comprometen con la paz, nos visitaran y miraran el sacrificio de la gente”, comenta Iván. “Tengo unos compañeros aquí que están cultivando caña y están preocupados de qué va a pasar con eso, porque faltan tres meses para sacar la cosecha y no hay mercado. Hacen falta los insumos y no hay donde procesarlos”.

Según él, desde la ARN y el PNUD mandaron a una sola persona para atender a las 471 personas que habitan en el caserío Jaime Pardo Leal que no dio abasto en la formulación de los proyectos productivos de la zona.

“Desde el gobierno los apoyamos para que ellos presentaran un proyecto productivo, que ellos mismos hicieran todo el proceso de formulación a través de personas expertas del PNUD que los acompañaran. Sin embargo, ellos no han querido solicitar los $8 millones que se les habría desembolsado por un proyecto de maracuyá que presentaron y luego declinaron, y ahí ha habido una primera dificultad”, sostiene Cortés.

Ante la afirmación, de que han sido las Farc las que no aceptan el desembolso de este dinero, Iván afirma que es falso. Que el Gobierno les ofreció esa plata en un lapso de ocho años, que por eso les preocupa la devaluación de la moneda y que no les alcance para los planes de sostenimiento económico que tienen en el espacio de reincorporación, además del proyecto de maracuyá.  

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“Nosotros lo que hemos peleado es que ese dinero se desembolse completo, así sea en recursos directos o a través de equipos, asistencia, lo que fuera, pero que se haga. Nosotros tenemos iniciativas, no proyectos, porque estos deben tener garantizado todo: desde sus insumos, el proceso de adecuación de tierras, de acompañamiento en la asistencia técnica, la recolección, el almacenamiento, el transporte o el procesamiento y el mercado. Si eso no existe para qué lo llamamos proyecto”, resalta.

Cortés, ante la situación, afirmó que el Gobierno está dispuesto a acompañar la formulación del proyecto que ellos decidan y en caso de que este no tenga el cierre financiero con los $8 millones, “nosotros estamos dispuestos a buscar cofinanciación internacional para el cierre del proyecto”.

Falta ver qué dice el tiempo de este compromiso. Los cultivos se siguen perdiendo y los excombatientes, que están en el territorio, afirman que en Guaviare sí hay oportunidades de proyectos no solo enfocados en la agricultura sino también el turismo, pero insisten en que se sienten solos.

“En este tema de la reincorporación no queremos caer en aventuras que nos puedan llevar al fracaso”, dice Iván con desvelo.

Por Carolina Ávila Cortés / @lacaroa08

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