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El Caldono que recibe al presidente de Francia

Del municipio abandonado y en ruinas al que recibe por primera vez a un mandatario extranjero. Así resistió la guerra esta población del norte del Cauca y así le abrió las puertas a la zona veredal para que las Farc dejen las armas.

Marcela Osorio Granados Edinson Arley Bolaños
23 de enero de 2017 - 11:29 p. m.
La estación de Policía en el casco urbano del municipio de Caldono. /  / Manuel Noguera
La estación de Policía en el casco urbano del municipio de Caldono. / / Manuel Noguera

El próximo 9 de febrero se cumplen 20 años de la primera toma guerrillera que destruyó la escuela y parte del casco urbano de Caldono (Cauca). Ráfagas de fusil AK-47, explosión de granadas, cilindros bomba, tatucos y estallidos de rockets fue lo único que se escuchó durante cerca de ocho horas, mientras centenares de guerrilleros de la columna La Gaitana del Sexto Frente de las Farc atacaban la estación de Policía. Era la primera vez que este municipio del norte del Cauca vivía un ataque de ese tipo. Lo seguirían, con el paso del tiempo, un sinfín de enfrentamientos que durante dos décadas mantuvieron a los habitantes de la zona viviendo en túneles improvisados que construyeron dentro de las viviendas para proteger la vida.

(Vea nuestro especial sobre las zonas veredales)

Las cifras indican que entre 1997 y 2012 se registraron en Caldono aproximadamente 67 hostigamientos de la guerrilla, de los cuales por lo menos 13 fueron ataques con cilindros bomba y tatucos que no tenían dirección fija. El municipio, que se ubica a 67 kilómetros de Popayán, capital del Cauca, fue también epicentro de operaciones de las estructuras militares más fuertes que tuvieron las Farc durante la guerra: la columna móvil Jacobo Arenas y el Sexto Frente, que además muchas veces atentaron contra la infraestructura de la carretera Panamericana, dejándolo incomunicado.

Los habitantes de Caldono ascienden a más de 32.000. El 80 % son indígenas nasas (en menor proporción guambianos) y el otro 20 % son campesinos. Desde finales de 2001, la guardia ancestral se fortaleció y cambió su objetivo, que hasta entonces era prestar seguridad a los eventos que realizaban los seis resguardos que existen en el territorio. Es decir, pasó a liderar el primer acto de resistencia civil en el país, para evitar que las Farc se tomaran el pueblo.

Fue a principios de 2002, justo cuando el rumor era que la guerrilla se alistaba para otro ataque con cilindros al casco urbano. Entonces, los comuneros, acompañados de campesinos, salieron a las calles con megáfonos para gritar que todo mundo saliera a rodear el pueblo. Así se hizo. Las Farc llegaron a los sitios estratégicos de siempre, pero el ataque no se perpetró.

Hoy, esa resistencia deja en el pueblo un total de 3.000 guardias que muchas veces han tenido que morir por defender el control del territorio. Ha sido una resistencia que del lado de las fuerzas estatales y de las Farc también se ha interpretado como una amenaza: entre 2010 y marzo de 2013, en Caldono murieron cinco comuneros a manos de las Farc y del Ejército, en hechos que aún son objeto de investigación.

En su memoria: Medardo Mera Sandoval, asesinado el 17 de diciembre de 2010 en el atrio de la iglesia San Lorenzo de Caldono por desconocidos. Frédinson Yafue Cayapu, asesinado el 25 de abril de 2012 por las Farc, en la vereda Las Delicias, resguardo de Caldono. Edwar Fabián Guetio, muerto por la Brigada 29 del Ejército el 18 de julio de 2012, en el resguardo Laguna La Siberia. José Edwin Yafue Guetoto, de 23 años, también murió de un disparo de la Brigada 29 en el resguardo de Caldono. Y el último caso fue el del comunero Álvaro Chocué Ramos, quien cuando cumplió 57 años, el 30 de marzo de 2013, en la vereda La Esmeralda, resguardo de Caldono, fue asesinado por el Ejército.

Estos son los datos más recientes de memoria que tiene la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN). En el caso de los muertos por las fuerzas del Estado, éstas siempre reconocieron que fueron errores militares, pues los soldados en todas las situaciones fueron retenidos por la Guardia Indígena.

Por eso, en Caldono han sido más evidentes los cambios que ha traído el desescalamiento de la confrontación armada por cuenta del proceso de paz y los acuerdos de La Habana. De hecho, la zona no ha registrado hostigamientos desde el 2 de octubre de 2014, cuando a las 5:00 de la mañana integrantes de la Jacobo Arenas, bajo el mando de alias Óscar, intentaron llegar hasta el casco urbano del municipio, acción que fue neutralizada por el Ejército. En el hecho murió el soldado profesional Juan de Jesús Alcantar Rivera.

“Desde esa fecha, la gente está más tranquila. Antes, acá no había negocios, ni se construían nuevas casas. Sin embargo, desde que cesó el fuego, la gente que se desplazó regresó a sus casas. Otros empezaron a invertir en nuevas construcciones. Los habitantes empezaron a arreglar las viviendas destruidas y desde entonces Caldono ya no es el mismo pueblo abandonado y en ruinas”, relata Luis Andrés Guetio, gestor de paz de la Gobernación del Cauca, quien no olvida los alias de los comandantes de las Farc que rondaron la zona: Caliche, Caballo, Jaimito y Óscar.

Caldono, del silencio a la palabra

Desde que se conoció que el municipio había sido elegido para albergar una de las zonas veredales para la dejación de armas de la guerrilla, hubo una división entre los seis resguardos indígenas, pues la vereda Los Monos se encuentra dentro del resguardo de Pueblo Nuevo. La exigencia inicial era que debía realizarse una consulta previa, a la que tienen derecho estas comunidades ancestrales; no obstante, las autoridades tradicionales anunciaron a través de un comunicado —el 5 de agosto de 2016— que las diferencias estaban dirimidas y que la zona veredal sería acogida como un “gesto humanitario que conllevará a la consecución de la paz anhelada de los pueblos indígenas y del resto de los colombianos”.

En la zona, en la que se concentrarán cerca de 400 combatientes de la columna móvil Jacobo Arenas y del Sexto Frente, ya está desplegada la sede local del mecanismo de monitoreo y verificación. De hecho, según el Gobierno, esa es una de las zonas veredales más adelantadas, pues ya van en el 70 % de las obras. Fue esa la razón por la cual se seleccionó para que la visitara este martes el presidente francés François Hollande, quien, acompañado por el presidente Juan Manuel Santos, conocerá en terreno los detalles del proceso de concentración y desarme de la guerrilla y la forma como se verificará.

De acuerdo con el alcalde Paulo Piso Lozada, el mecanismo tripartito con el componente internacional de la ONU viene realizando desde diciembre un trabajo de socialización con las comunidades para que la gente comprenda la labor que se hace allí y cómo funcionará la zona. En cuanto a los asuntos de infraestructura, los avances también son relevantes. “En el tema de vías ya se hizo todo lo programado por el Gobierno. En el campamento ya están listas las zonas comunes, sólo hace falta la construcción —por parte de las Farc— de los lugares en los que van a dormir los guerrilleros”, explica el mandatario local, y señala que en dicha construcción participarán cerca de 60 subversivos.

La elección de Caldono como punto para ubicar una de las zonas veredales es también un mensaje sobre el aporte que puede hacer a la construcción de paz un territorio que siempre ha sido considerado de guerra. Sobre todo porque este papel en el escenario de posconflicto les permitirá a los pobladores discutir temas como necesidades insatisfechas que nunca habían sido atendidas por cuenta de la deficiente presencia estatal en toda la región.

“El Gobierno ha hecho atenciones al municipio en años anteriores, pero han sido mínimas. No sabemos si es por el mismo conflicto, pero ha habido una baja inversión. La deficiencia es de muchos años y esta oportunidad que se nos abre debe servir para atender todas las necesidades. Se debe atender integralmente a la comunidad”, agrega el alcalde Piso Lozada.

Respecto a las preocupaciones de los pobladores y de la administración local, el mandatario sostiene que en su mayoría son temas relacionados con seguridad y sobre todo con lo que va a pasar con los cerca de 400 guerrilleros que se espera se concentren en este punto, una vez dejen las armas y se disuelvan las zonas de concentración: “Esa es una de las preocupaciones que se han manifestado. ¿Qué van a hacer con estas personas? ¿Cómo vamos a atenderlas? No pueden simplemente salir de la zona veredal y ya. ¿Cuál va a ser su plan de vida? ¿Se van a dedicar a tareas agrícolas, a comerciar, a estudiar?”.

El alcalde insiste, además, en que si bien es cierto que esta población necesita atenciones prioritarias, también las necesitan las personas que no han tomado parte del conflicto armado pero que han sido afectadas directamente por éste. “Lo que hay que ver es cómo vamos a hacer para atender integralmente a toda la gente. No queremos que los recursos se acaben antes de que se haga la atención integral”, puntualiza. Por ahora, lo que queda pendiente es la concertación entre las autoridades indígenas, las Farc y el Gobierno Nacional para la implementación de los planes de desarrollo territorial que deberán respetar la cosmovisión de los nasas.

Por Marcela Osorio Granados Edinson Arley Bolaños

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