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Arhuacos, un siglo después en la Casa de Nariño

Hace un siglo, seis arhuacos caminaron hasta Bogotá para  hacerle peticiones al presidente, pero su solicitud fue tergiversada. Hoy están de nuevo en la capital y se reunen con Santos para reconstruir  la verdad y manifestar su apoyo a la paz.

Edinson Arley Bolaños / @eabolanos
11 de octubre de 2016 - 11:44 p. m.
Como hace cien años, los arhuacos posaron frente a la Casa de Nariño antes del encuentro con el presidente.  / / Cristián Garavito
Como hace cien años, los arhuacos posaron frente a la Casa de Nariño antes del encuentro con el presidente. / / Cristián Garavito

"Venimos a entendernos con el señor presidente de la República”, dijo Juan Bautista Villafaña, líder arhuaco, en noviembre de 1916, cuando una comisión de seis indígenas de esa etnia caminó desde la Sierra Nevada de Santa Marta hasta Bogotá a entrevistarse con el mandatario de la época, José Vicente Concha. El lunes 10 de octubre de 2016, cien arhuacos  llegaron, un siglo después,  hasta la Casa de Nariño para entregarle una carta al presidente Santos en la que le cuentan cómo es que han caminado la palabra paz en el último siglo y por qué su historia ha sido borrada. Este miércoles es el encuentro.

“Misión de los indios arhuacos. Hablando con el cacique Villafaña”, tituló el diario El Nuevo Tiempo el domingo 3 de noviembre de 1916. En la foto se ve a los indígenas vestidos con el atuendo tradicional que aún pervive: manta tejida en lana de oveja con adornos de color marrón, pantalón del mismo material , mochilas tejidas por las indígenas arhuacas, una faja y un sombrero o “totuzuma” en la cabeza.

En ese artículo centenario también dice: “¿Cuál es el objeto de la venida de ustedes? —le preguntamos al cacique, quien respondió: Venimos a entendernos con el señor presidente de la República para que el Gobierno nos ampare. Somos víctimas de los civilizados, quienes nos han arrebatado nuestros derechos”.

El pasado lunes llegaron los arhuacos en avión y luego caminaron en una marcha masiva junto a mil indígenas misaks del Cauca hasta la Plaza de Bolívar, donde les dijeron que este miércoles 12 de octubre los recibiría el presidente Santos. La comisión de arhuacos dice en la carta que es el momento de que un primer mandatario aclare la historia tergiversada que dividió a sus comunidades a inicios del siglo XX, cuando la comisión de arhuacos habló con el presidente Concha.

No le solicitaron educación, como se ha dicho históricamente, porque ya tenían la ancestral en su territorio. “Los textos de la época permiten entender que las preocupaciones que estos delegados querían compartir con el presidente están resumidas así: protección al territorio, exigencia de la soberanía política, defensa de la independencia económica y fortalecimiento de la autonomía cultural”, dice la misiva que construyeron tras siete años de investigación varios estudiantes arhuacos de la Universidad del Rosario de Bogotá, junto con el profesor Bastien Bosa.

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Al contrario, lo que llegó al territorio, Nabusímake o San Sebastián de Rabago, cinco meses después de la visita de los ancestros a la casa presidencial, fue un orfelinato de los misioneros capuchinos (españoles), cuyo objetivo era instalar esa institución externa, raptar a los niños indígenas y educarlos como si fueran huérfanos. A muchos les cortaron su cabello largo, les impusieron el castellano y los acostumbraron a su semejanza. Todo un despojo de su identidad. Una década después la comunidad colonizada se dividió con otras costumbres que duraron hasta 1982, cuando las autoridades tradicionales lograron expulsar pacíficamente a los capuchinos para empezar a reconstruir su historia y desvirtuar lo que decían de sus ancestros.

El Gobierno de la época siempre aseguró que la comisión que habló con el presidente Concha había pedido el orfelinato. Sin embargo, con el acto del lunes pasado, y tras la presentación de una investigación de la verdad del pueblo arhuaco, este 12 de octubre de 2016, Día de la Raza, quedó sellado otro capítulo de exterminio que vivieron los  indígenas de Colombia en el siglo pasado.

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Norey Maku Quigua, líder de esa comunidad, le dirá a Santos que el pueblo de la Sierra reafirma el ritual con el lo posesionaron por primera vez como presidente el 7 de agosto de 2010 en su territorio. “Al presidente le queremos decir que no desfallezca en el esfuerzo por buscar la paz. Que hace seis años, cuando él se posesionó por primera vez en la Sierra, se le entregó un mandato: hacer un buen gobierno y buscar la paz. Lo exhortamos a que siga ese camino y que cuente con nosotros para ese propósito”.

En ese entonces le entregaron tres piedras que representan el buen gobierno, la paz y el equilibrio en el territorio. “Hoy queremos felicitarlo por el Premio Nobel y darle mucha fuerza para que siga buscando el legado de un país sin conflicto”.

En 1916, lo que sí le dijo el cacique Villafaña al presidente Concha fue: “Que si no es posible que se mejore nuestra situación, tendremos que emigrar para otra parte donde no tengamos que sufrir tanto, pues algunos hacendados nos obligan a trabajar de balde y muchas veces hasta vendernos para no morir de hambre”.

Ahora, los cien arhuacos que vinieron desde la Sierra le ratificarán a Santos el mandato de paz que le entregaron en esa majestuosa montaña, y le dirán que el fin de la guerra también tendrá que incluir el equilibrio y la armonía de sus territorios, para que su cultura perviva.

Por Edinson Arley Bolaños / @eabolanos

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