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Semana crucial para los diálogos con el Eln

Esta semana se reanudan las conversaciones en La Habana, Cuba, entre las delegaciones de paz del gobierno y de la guerrilla, luego de que Ecuador retirara su condición de garante, argumentando que no han cesado las actividades criminales.

Lorena Arboleda / @lorenaarboleda8
07 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.
El Eln preparaba un nuevo ataque contra el Oleducto Transandino, según informó el Ejército Nacional. /AFP
El Eln preparaba un nuevo ataque contra el Oleducto Transandino, según informó el Ejército Nacional. /AFP

Los 20 días de las elecciones presidenciales y los 92 que faltan para que se posesione el nuevo presidente de Colombia evidencian que el tiempo es realmente corto para que se logren avances significativos en la mesa de paz entre el gobierno y el Eln. Las conversaciones instaladas en Quito (Ecuador) en febrero del año pasado no han pasado de eso. Ni siquiera, se ha logrado acordar el mecanismo a través del cual la sociedad civil pueda participar de los diálogos, como lo establece el primer punto de la agenda de negociación. Pero el gobierno es optimista y espera dejar, al menos, concretado un cese bilateral del fuego y hostilidades, como lo ha venido diciendo reiteradamente el presidente Juan Manuel Santos.

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La voluntad de paz de la organización ilegal armada está una vez más a prueba y se pone en el ojo del huracán esta semana, cuando se reanudan las conversaciones en la nueva sede de los diálogos: La Habana (Cuba). “Este anuncio reitera la firme voluntad de la mesa de seguir trabajando por el desarrollo de la agenda que nos permita suscribir un acuerdo final para terminar el conflicto armado”, dijo el jefe de la delegación de paz del gobierno, Gustavo Bell. Pero lo cierto es que la decisión de trasladar los diálogos a la isla de los hermanos Castro obedece más a una movida obligada que al acuerdo inicial de hacer de la mesa una itinerante para que llegue a cada uno de los países fijados como garantes y acompañantes en este proceso (Ecuador, Cuba, Brasil, Chile, Noruega y Venezuela).

Como se recordará, el pasado 18 de abril, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, decidió suspender la condición de garante, tras argumentar que el Eln no ha cesado sus actividades terroristas. Y no le falta razón. Hace apenas algunos días, el Ejército Nacional logró evitar un ataque que preparaba el Eln contra el Oleoducto Transandino, luego de hallar un depósito de artefactos explosivos con los que los subversivos planeaban su accionar. No obstante, de acuerdo con Jorge Restrepo, director del El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), “durante el periodo del proceso de negociación, el Eln ha reducido sustancialmente el secuestro y los ataques directos contra la población civil”, dijo. De hecho, las cifras recogidas por el CERAC durante todo abril indican una reducción importante en el número de ataques ofensivos y combates con participación directa del Eln. Mientras que a principios del mes se registraron cinco, la semana pasada hubo dos.

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Pero, ¿de qué sirve negociar en Cuba? El senador del Polo, Iván Cepeda, quien ha sido una de las voces más cercanas a la mesa de conversaciones con esa guerrilla, dice que la experiencia de la isla ofrecerá las garantías suficientes para que las partes dialoguen con tranquilidad. Y no solamente porque fue país anfitrión de los diálogos entre el gobierno colombiano y la hoy desarmada guerrilla de las Farc, sino porque ya había acogido años atrás, durante el mandato del expresidente Álvaro Uribe, a una delegación negociadora del Eln cuando el hoy senador del Centro Democrático intentó hacer la paz con esa agrupación rebelde. “En cambio Chile -dice el también analista político Restrepo- podría ofrecer garantías solo al gobierno de Colombia, pero no necesariamente al Eln por su tendencia política. Es un gobierno de derecha”, dijo el director de CERAC sobre el presidente Sebastián Piñera.

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Lo cierto es que el principal reto que ahora se pone sobre la mesa es lograr, al menos, un cese de hostilidades y si no es bilateral, el anuncio de una tregua de cara a las elecciones presidenciales, que sería no sólo el escenario con el que esperan contar los candidatos que aspiran a suceder al presidente Santos, sino el de los colombianos que anhelan salir a las urnas sin ningún tipo de amenazas. La razón es evidente y es que, tras conocerse el anuncio del fin de semana sobre la nueve sede para los diálogos de paz, dejaron ver la falta de confianza que tienen los aspirantes a la Casa de Nariño alrededor de ese proceso. De hecho, algunos se atreven a vaticinar que si ganan las elecciones “finaliza ese teatro”, como lo calificó el exvicepresidente Germán Vargas Lleras.

El candidato del Centro Democrático, Iván Duque, tampoco le ve futuro y si resulta triunfador el 27 de mayo, impondrá condiciones que, de no ser aceptadas por la guerrilla, “los vamos a perseguir con toda la capacidad ofensiva del Estado”. De la Calle, quien fungió como negociador en La Habana, también exigió muestras de paz a la organización armada y Fajardo, finalmente, pidió claridad al gobierno frente a lo que se está negociando. Después del 7 de agosto, todo puede pasar.

Por Lorena Arboleda / @lorenaarboleda8

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