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Reparos de la comunidad científica hacia los protocolos de desminado humanitario

Un grupo de investigadores de las universidades Nacional y de los Andes desarrollan avances tecnológicos para crear un nuevo protocolo de desminado que no dañe el suelo y sea más rápido.

Susana Noguera /@011Noguera
19 de octubre de 2016 - 01:00 a. m.

¿Puede imaginar una tecnología que permita encontrar las minas antipersonal sin tocar el suelo? Esa es una de las investigaciones que adelantan un grupo de físicos, matemáticos, geólogos e ingenieros mecánicos y electrónicos de las universidades Nacional y de Los Andes, que se detuvieron a analizar los protocolos para el desminado en Colombia. Los investigadores cuestionan la eficiencia del protocolo que se usa hoy. Explican que la metodología es cara, lenta y causa un irreparable daño ambiental. Ellos expondrán sus hallazgos y buscarán formas de financiar sus proyectos en el II Encuentro Internacional de Tecnologías e Innovación para el Desminado Humanitario, que empieza este miércoles en Bogotá y va hasta el 20 de octubre.

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Las preocupaciones de los investigadores no son nuevas, muchos llevan años buscando alternativas para crear un método que se adapte a las necesidades colombianas. “La técnica de desminado que usamos en Colombia viene del siglo pasado y del trabajo que se ha desarrollado en países como Afganistán, de suelo semiárido y plano. No está hecho para nuestra topografía ni está usando las nuevas tecnologías”, explica el doctor Fernando Cristancho, director del Grupo de Física Nuclear de la Universidad Nacional.

El desminado que se hace hoy en Colombia empieza detectando posibles áreas contaminadas usando perros, información de los que sembraron las minas y detectores de metales. Luego se hace un barrido manual con palas, picos y se detectan metales para cerrar el perímetro donde podría haber una mina. Por último, se excava y se retiran los primeros quince centímetros de suelo y, si lo que hay debajo es una mina, se desactiva o detona de forma controlada.

Lo grave de este protocolo, explican los investigadores, es que no responde a las necesidades específicas del territorio colombiano. El primer error que anotan es que dependa del detector de metales, cuando las minas en Colombia son en su mayoría de plástico (botellas, tubos, jeringas). El detector además se vuelve inútil cuando hay cables de alta tensión cerca, ya que capta las ondas electromagnéticas que hay en los cables y las confunde con una posible mina.

En un trabajo de campo que hizo Parques Naturales con la Universidad Nacional también se encontró que, cuando el detector de metales deja de funcionar, los desminadores quedan como buscando una aguja en un pajar a ciegas. Solo se pueden apoyar en el pico y la pala como herramientas de trabajo. Las laderas del bosque húmedo colombiano se convierten en un obstáculo para la operación y, para limpiar el territorio de explosivos, hay que retirar toda la capa vegetal superior. Esto hace que un terreno antes rico en minerales se pueda volver árido e infértil. Las montañas se vuelven más propensas a la erosión y a los derrumbes.

Este es un problema grave porque, según la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal (Daicma), en Colombia hay 199 municipios contaminados y el protocolo de desminado afectaría 52 millones de metros cuadrados de tierra. Además, el 70 % de las tierras que se están reclamando para restitución están contaminadas, pero “¿qué tierra les van a entregar a los campesinos desplazados si cuando terminen de limpiarla habrá perdido gran parte de su fertilidad? Es aquí donde nos cuestionamos si el remedio es peor que la enfermedad”, dice el profesor Cristancho.

Estos son los problemas a los que varios científicos les buscan soluciones. El Grupo de Física Nuclear de la Universidad Nacional, que lidera el doctor Cristancho, lleva diez años estudiando formas para hacer del desminado un proceso menos invasivo. Desarrollaron un dispositivo para localizar y verificar la existencia de minas sin tener que tocar siquiera el suelo. Se trata de un pequeño disco ude un elemento qímico radioactivo llamado californio, que se corta del tamaño de una moneda y se envuelve en un material que no permite que la radioactividad afecte el exterior. El dispositivo irradia neutrones hacia el suelo. Los neutrones rebotan contra cualquier material orgánico (como dinamita, pentonita y demás explosivos de los que están hechos las minas antipersonales) y vuelven a la máquina con información.

La información es procesada por un software que la interpreta con un código de color dando la imagen del tamaño y forma de la mina. Todo esto se logra sin siquiera tocar la superficie. Este dispositivo se puede dirigir de diferentes formas, desde un robot a control remoto, hasta un artefacto manual parecido al detector de metales.

“Empezamos con este proyecto porque nos parecía increíble que para hacer una investigación básica con el único objetivo de saciar la curiosidad humana se utilicen todo tipo de tecnologías de punta, pero para el desminado humanitario, del que dependen innumerables vidas, no se han hecho las investigaciones necesarias. Se sigue trabajando con pico y pala como si fuera la edad de hierro”, apunta Cristancho.

Los diez investigadores esperan conseguir los recursos necesarios para continuar con la investigación y lograr la certificación nacional e internacional. Así, pretenden ayudar a evitar que la deforestación causada por el desminado tenga efectos nefastos en el futuro. Desarrollar esta tecnología costaría $7.000 millones, dinero que los investigadores creen podría salir de las regalías de los departamento afectados.

De funcionar, este dispositivo solo resolvería la primera parte del proceso de desminado. La segunda es retirar y desactivar las minas. Sobre eso también se han hecho importantes hallazgos.

Los ingenieros Francisco Román y Félix Vega, investigadores de la Universidad Nacional, se unieron a Néstor Peña, profesor de la Universidad de los Andes, para desarrollar una tecnología que permita detonar las minas por medio de ondas electromagnéticas. También están buscando otras maneras de encontrar las minas causando el menor daño posible a la salud humana y al medio ambiente.

Para Sergio Bueno, director del Daicma, es importante estar permanentemente revisando los avances en tecnología para aplicarlos al caso colombiano. “Colombia está acorde con los estándares internacionales de desminado. El reto ahora es revisar lo que otros países y nuestros científicos han investigado, para mejorar el proceso sin desvirtuar el anterior protocolo”.

Lo que quieren resaltar los investigadores de la Nacional, de los Andes y del Batallón de Desminado del Ejército y el Centro Nacional de Metrología, es la necesidad de hacer un alto en la carrera contrarreloj del desminado para analizar el proceso humanitario desde una perspectiva técnica y científica. El fin es crear un protocolo de desminado colombiano con un alto componente tecnológico que lo podría hacer hasta cuatro veces más rápido. Esta meta es muy pertinente para Colombia, el segundo país más minado del mundo, que tiene la meta de estar 100 % libre de estos explosivos en 2021.

Por Susana Noguera /@011Noguera

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