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Colombia un sueño de paz- Tirso Vélez
Para que en los campos
el ladrar de los perros
en cualquier madrugada
no sea el rondar siniestro
de la muerte que vaga
sea el apretón de manos
sea la sonrisa cálida
del amigo que llega
y no fauce oscura
del fusil que amenaza.
Para que soldados y guerrilleros
no sean el uno para el otro
el tenebroso olfato
de la muerte
husmeando la vida temblorosa
para que exploten bombas
de pan y de juguetes
y corran nuestros niños
entre escombros de besos.
Lancita… mi soldado
recuerda que Jacinto
el hijo de la vieja campesina
se ha ido a la guerrilla
buscando amaneceres
persiguiendo alboradas.
Que no regrese muerto
no le apagues su lámpara
porque la vieja espera
pegada a su camándula
pidiéndole a las ánimas
que no pase nada.
Compita… camarada
recuerdas a Chuchito
el que jugaba metras
contigo y con los otros
muchachos de la cuadra?
Hoy es un chico grande
repleto de esperanzas
se ha ido a la recluta
portando una bandera
símbolo de la Patria.
No le trunques sus pasos
tendiéndole emboscadas
porque tendrás tú mismo
que llevar la noticia
que partirá el alma
de aquella pobre madre
vecina de tu casa.
Pero también el hambre
bate tambor de guerra
impulsando las armas.
Cada fusil le quita
-por precio solamente-
un año de alimentos
por familia o por casa
sirviendo desayunos
de odios y de balas.
Paz
te han vestido de negro
siendo tu blanca, blanca
o de azul de naufragio
o del rojo siniestro
de sangre derramada.
Tampoco eres el verde
vendaval de las montañas.
Que todos los partidos
hoy se tapen la cara
y te desnuden toda
novia inmaculada
para ponerte un traje
blanco de nube blanca.
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Vuélveme la cabeza...- Horacio Benavides
Vuélveme la cabeza
no dormirás tranquilo
mientras no me la devuelvas.
Vuélveme también los brazos
entrégame las piernas
o no podrás borrar la sangre de tus manos.
Vuélveme las tripas
o tendrás eternamente náuseas.
No importa a donde vayas
mi sangre te seguirá sin pausa.
Tierralta- María Mercedes Carranza
Esta es la boca que hubo,
esto los besos. Ahora solo tierra:
tierra entre la boca quieta.
Cuestión de estadísticas- Piedad Bonett
Fueron veintidós, dice la crónica.
Diecisiete varones, tres mujeres,
dos niños de miradas aleladas,
sesenta y tres disparos, cuatro credos,
tres maldiciones hondas, apagadas,
cuarenta y cuatro pies con sus zapatos,
cuarenta y cuatro manos desarmadas,
un solo miedo, un odio que crepita,
y un millar de silencios extendiendo
sus vendas sobre el alma mutilada.
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Presagio- Andrea Cote
La muerte es un juego que perdemos.
Es preciso, en tanto,
no agotarse
arrancarse el pecho del pecho,
escondérsele para siempre a la sombra,
no dejar ningún aroma en los cuartos,
no abarrotar el olvido.
De todas formas
uno se va a la muerte con hambre.
Noticia para los hijos- Julio Daniel Chaparro
1.
tuve una juventud que luchó por otra
/vida
por merecer al menos esta que yo tuve,
que día a día aún mantengo.
pero la vida se nos acaba y no retorna
/al fin como los soles,
como las aves que siempre descubren
/los caminos.
2.
no pude merecer siquiera un canto con
/tus hijos,
no pude reconstruir el mundo con un
/grito,
no fui capaz de dar otro sol al cielo con
/mi impulso.
3.
pero hubo un día cuando todo era posible,
todo lo podía crear en un arrebato de
/mis manos,
todo era el principio de mi carne que
/soñaba.
… hubieras visto el galope de montañas
/en mi pecho
y la tarde en que mis hembras parieron
/otro siglo
detenidas sobre mi desnudez,
sumergidas en el filo de mi alma…
4.
y no.
nada merecí. no pude ser distinto. yo
/no cambie.
nunca levanté el vuelo que me surgía
/desde adentro.
ah, se me cansa hasta la espalda y no
/me alcanza la piel
y balbuceo la nostalgia, la mastico con
/los niños.
5.
lo sé.
el tiempo se fugó entre mis manos
y el cielo no reconoció mi aliento
y esto soy yo:
un recuerdo enmohecido, un muchacho
/que sólo yo recuerdo
un rostro que extraña el tiempo en que
/pudo florecer,
un viejo que suplica juventud a carcajadas
venas nuevas otra vez, más esperanzas.
6.
yo que vomitaba el viento,
que media la anchura del mar desde mi
/boca;
y sin embargo me detuve,
no puede ser más que otro lecho,
nunca pude ir al extremo de mis sueños.
7.
asumí la decisión de reinventar a los dioses
y perdí mi vida tras un sueño.
8.
por eso me condeno.
fui un hombre común, como cualquier
/otro.
pero los hombres nada somos.
somos instantes, pasajeros infelices,
invenciones que nunca se devuelven.
somos derrotados, y sufrimos.
9.
los sueños permanecen para siempre.
los hombres no nos repetimos.
10.
hijo,
sueña siempre conmigo.
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