Colombia + 20
Haciendo País

Notas de infancia sobre reconciliación

Una selección de textos y dibujos contenidos en el libro “Les di la mano, tomaron la piel”, escrito por niños y adolescentes víctimas del conflicto armado.

Colombia2020/ @EEColombia2020
24 de diciembre de 2017 - 01:00 p. m.
Este es un dibujo del libro "Les dimos la mano, tomaron la piel", que pintó un niño víctima del conflicto armado.
Este es un dibujo del libro "Les dimos la mano, tomaron la piel", que pintó un niño víctima del conflicto armado.

Las vueltas de la vida

Lloro, lloro en este valle de lágrimas. En ti pienso cada rato porque me quitaste lo más bonito de mi vida, mi infancia y mi adolescencia. No pude jugar con muñecas sino con un fusil, no tuve amigos porque tú los asustabas, por tu culpa, por tu culpa no lo he podido superar. Es mi vida un desastre, lloro, lloro en este valle de lágrimas que corren por mi cara llenas de esperanza, pero te digo que, al pensar en tanto daño, me enseñaste a respetar y a no dejarme de nadie y no sufro por nadie. Vivo la vida con sinceridad y te quiero decir que mi odio es más grande que el sistema solar y hoy se transformó en felicidad.
Juan José , 17 años

Lea también: Como hijos de la guerra

***

Una herida siempre recuerda la vida

La vida no siempre es dulce, 
no siempre es un sueño cumplido. 
El dolor logra que yo me impulse 
a explorar lo desconocido.
Las heridas dejan su recuerdo 
y muchas veces su cicatriz,
y aunque la vida es sólo un reflejo 
no siempre yo soy feliz.
Una herida siempre recuerda la vida, recuerda lo que ya pasó, 
nos prepara para el futuro 
y a superar eso que nos marcó.
Las heridas no siempre son malas, 
tampoco las cicatrices.
Pensar que alguien nos ama podrá hacernos muy felices.
No me avergüenzo de mis heridas 
y las llevo con mucho honor 
porque en esta larga vida 
no volverá ese dolor.

Jazmín, 16 años

Vea también: De hierro me hago al andar, la historia de Betty Loaiza

***

En medio de la guerra 

Nace una dulce y hermosa flor
No hay explicación del porqué 
Regala fe de que la paz
Comienza sin importar donde estés.

Johan, 17 años

Vea también: Un pacto entre guerreros

***

Yo y mi laberinto 

Todos juzgan sin saber mi pasado, pero ellos no han estado allí. Creen que por ser malgeniada y echada para adelante y seguir mis sueños ha sido fácil. No es cierto. Cuando quiero desahogarme y lo hago, la gente me juzga. Lloro por mi infancia. Cuando les quiero contar qué es de mi vida no escuchan, porque dicen que soy fuerte y voy a salir triunfante.
Quiero que alguien me escuche. No quiero lástima, no quiero compasión, no quiero ser esa persona viva pero a la vez muerta, no quiero esas pastas que ayudan a callarme. No puedo ser otra porque moriría, quiero seguir siendo yo, esa niña amargada pero feliz. Escribo como un fantasma, siento que no encajo en este mundo que tiene muchos corazones (derramados todos).
Juzgamos sin ser juzgados, no escuchamos a las otras personas por lo que les ha pasado. Quisiera tener un corazón de plomo donde nadie les contara mi vida para que no supieran de esta pobre desmovilizada niña.

Jazmín, 16 años

 

También le puede interesar: Un llamado a silenciar los fusiles con el ELN

***

No quiero ser tu asesino

No quiero ser tu asesino,
no quiero matarte nunca, 
agarrar un arma en mis lindas manos.
Quiero protegerte.
En las noches de este mundo 
cruel, yo quiero darte mil oportunidades.
Por lo que le has hecho a mi familia 
no quiero matarte, no quiero agarrar una sucia arma porque 
pienso que me estoy matando yo misma.

Yorlin, 15 años

***

Yo hoy escribo esta nota

Nota de dolor porque aquellas personas que considero para mí un ADN hicieron mi vida de cuadritos, destrozaron mi corazón. Por envidia acabaron con la tranquilidad de mi familia y me metieron en problemas con personas muy peligrosas con las cuales podría perder mi vida. Pero hoy me desahogo en esta nota, nota de odio.
Le deseo lo mejor y que sea muy feliz y que dios lo bendiga siempre en su vida diaria.

Maurendis, 17 años

***

Finca, dulce finca

Recuerdo en mi niñez, 
en aquellos dulces días, 
camino polvoriento
del sendero despiadado.
Finca, dulce finca 
de aquel campo alejado, 
donde pasé yo mis días, 
bello rosal amado.
Te recuerdo, amada abuela, 
con ese gorro rosado 
estar regando las plantas 
de tu jardín colorado 
alimentado por el fulgor 
del sol ardiente y dorado.
De mi corazón no se aparta, 
porque allí se ha refugiado 
el amor que tú me diste, 
cuando estuve yo angustiado, 
ese amor tan puro y limpio 
que en mí se ha clavado 
como una vela encendida, 
que mi alma ha iluminado.
Finca, dulce finca 
que mi niñez ha marcado, 
te prometo volveré a recostarme en tus prados, 
a sentir la suave brisa, 
que se pasea en verano 
y regar amablemente, 
aquel bello rosal amado.
Una lágrima, dulce finca,
en este poema he derramado,
por tristeza, dulce finca, 
porque de ti estoy alejado, 
mas guardaré todas las otras, 
para cuando esté en tus campos, 
dejarlas salir de alegría cuando a mi abuela estreche en
mis brazos.
Será un abrazo profundo 
como el fondo de tus lagos, 
hasta entonces, dulce finca, 
te voy a estar extrañando.
Juan José, 17 años
Tres letras que se unen 
Para una palabra formar 
Una palabra que es pura 
Y nos ayuda a avanzar.
La paz es un frío instante 
Que se escapa a respirar 
Algo flácido e insignificante 
Que no dejamos de pensar.
La paz es reina de los sueños 
Princesa de la ilusión 
No importa cuánto intentemos 
Se esfuma sin dar razón. 
La paz la transporta el viento 
Y vive en una pradera 
No es el fusilamiento 
Tampoco el fin de la guerra. 
La paz es la blanca vida 
Libre como mariposa 
Y siempre se encuentra unida 
A los pétalos de una rosa. 

Juan José, 17 años

Por Colombia2020/ @EEColombia2020

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar