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Finanzas rurales para la construcción de paz

Con 54 años de existencia, esta cooperativa se ha encargado de prestarles asistencia financiera a personas de regiones en las que los actores tradicionales del sistema son una inclusión reciente. Su modelo demuestra cómo el apoyo a pequeños empresarios ayuda a sanar las heridas de la guerra y a producir bienestar económico.

Paula Delgado Gómez/ @PaulaDelG.
23 de abril de 2018 - 02:00 a. m.
Olga Lucía Gamba, agricultora de Vistahermosa (Meta). /Cortesía.
Olga Lucía Gamba, agricultora de Vistahermosa (Meta). /Cortesía.

El suelo de la zona rural del municipio de Vistahermosa en el Meta es rojo y arcilloso. En Sudamérica se tiene la creencia de que la llamada tierra colorada (por la concentración de minerales ricos en hierro) es la más fértil del mundo, por su alto contenido de nutrientes. Olga Lucía Gamba no lo sabe, pero, entre otras, esa condición ayuda al progreso de su cultivo de piña mayanesa en una de las zonas con mayores índices de violencia del país.

La vocación agropecuaria de Gamba es relativamente nueva. Hace siete años, para diversificar el ingreso de la familia, comenzó con un cultivo de maracuyá y piña. Pero salir adelante como microempresaria no era posible sin apoyo financiero y para la banca tradicional esta mujer oriunda de Villavicencio no tenía el perfil para un crédito.

El 19 de mayo de 2014 la cooperativa de ahorro y crédito Congente se convirtió en la primera entidad financiera en abrir sus puertas en el municipio de Vistahermosa, dando la oportunidad a mujeres como Gamba de tener un mayor crecimiento, pese a las dificultades macroeconómicas del país.

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Esta organización existe hace 54 años y ha colaborado con el fortalecimiento y desarrollo rural del Meta. Hoy es la empresa cooperativa más importante del departamento, con 46.581 asociados, 155 empleos directos, 12 agencias y 13 corresponsales, con presencia también en Casanare y Cundinamarca.

Hace tres años, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés) reconoció a la cooperativa Congente como un actor clave en el territorio para la inclusión financiera y la vinculó a su Iniciativa de Finanzas Rurales, un proyecto piloto que se lanzó en Colombia para promover el desarrollo del campo y fortalecer la oferta de servicios bancarios.

Uno de los objetivos de Usaid con el programa es reducir las brechas de acceso a servicios financieros, aumentar la presencia territorial de las entidades que los ofrecen, promover la inclusión en todos los segmentos (crédito, ahorro, seguro), brindar asistencia técnica y sumar esfuerzos para mejorar la calidad de vida de la población.

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Eliana Acuña, consultora regional en Meta para Chemonics (empresa de desarrollo internacional que opera el programa de Iniciativa de Finanzas Rurales de Usaid en Colombia), explicó que estos esfuerzos están orientados a territorios que se han visto afectados por el conflicto armado, están aislados y son objeto de políticas de sustitución de cultivos.

De acuerdo con Acuña, Congente era la indicada porque ya hacía presencia en una zona a donde difícilmente otras entidades tradicionales llegan. Además, por ser una cooperativa, las comunidades rurales se identifican más con ella y sus principios, y tiene un amplio portafolio.

Actualmente, la Iniciativa de Finanzas Rurales tiene incidencia en siete regiones a través de 13 aliados, entre los que figuran otras cooperativas, microempresas, bancos de segundo piso y grandes conglomerados financieros. En todos los casos, el propósito de Usaid es que quienes viven en áreas rurales puedan acceder a servicios financieros de manera adecuada, pertinente y sostenible.

El apoyo de Usaid le ha significado a Congente casi duplicar su presencia territorial y ser líder como prestador de servicios de ahorro y crédito en el Meta, esto gracias al apoyo técnico y financiero, a los diagnósticos, el apalancamiento, la identificación de debilidades y el respaldo prestado. Así, la cooperativa llegó a municipios como Cumaral, Lejanías, Mesetas, Uribe, Puerto Rico, Macarena y, más recientemente, El Castillo. Además, este año abrirán otros tres corresponsales la próxima en Puerto Lleras.

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Vicente Antonio Pabón, gerente general de Congente, resaltó que con el apoyo de Usaid y Chemonics en los últimos dos años pudieron iniciar una inclusión más focalizada en municipios que fueron declarados zona roja.

Pensando en el pequeño empresario

El microcrédito (préstamos de hasta 16 salarios mínimos mensuales) es uno de los servicios de Congente más popular entre los usuarios, dado que es apto para las zonas donde persiste la informalidad laboral. La modalidad agropecuaria ha sido especialmente exitosa, pues reduce las brechas de acceso al simplificar las exigencias para la aprobación y maneja tasas más bajas frente al mercado general (36,37 % de interés efectivo anual frente a 41 %). Actualmente, más de 1.240 familias son beneficiarias de este producto.

Los asociados de Congente han definido el microcrédito como un empujoncito para quienes “no tienen más que las ganas de trabajar”. Y en este grupo clasifican todos, incluso excombatientes que ya se han acercado a solicitar productos para contribuir a la región con proyectos productivos que generen empleo y así pasar la página de la violencia.

De hecho, Gamba fue víctima de desplazamiento forzado entre 2005 y 2006, pero nunca dejó de pensar que valdría la pena regresar a su tierra, y así lo hizo. Hoy está confiada en que la situación es diferente. “Después del conflicto armado y la erradicación de cultivos ilícitos esta zona se volvió muy agrícola. Dígame si no es un municipio que ha evolucionado y ha cambiado la guerra por comida”, asegura.

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Una situación similar vivió Jaime Moreno, un tolimense que llegó al Meta a los 10 años y tuvo que trasladarse de la zona rural al centro urbano con su familia por amenazas de grupos guerrilleros en 2005. Hace nueve años es propietario de un estadero y asadero que ha financiado su expansión con Congente, pues comenzó siendo solo una tienda. Además, abrió su primera cuenta de ahorro con la cooperativa poco antes de cumplir 60 años.

El estadero de Moreno tiene la capacidad de atender hasta 60 personas de todo el departamento en los mejores días y también es testigo de los cambios en las veredas cercanas, en las que la gente está dedicada de lleno a la agricultura y la ganadería.

Para Gamba lo más destacado de Congente es la atención al usuario y el acompañamiento de los asesores, quienes representan muy bien la premisa de que “hay que apoyar a la gente del campo para que pueda surgir”. Hoy tiene cinco hectáreas sembradas con piñas que al momento de la cosecha pesan hasta siete libras cada una, lo que ha despertado el interés de varios compradores que la visitan hasta dos veces por semana, principalmente desde Bogotá.

Las historias de Gamba y Moreno son apenas una porción de los miles de negocios que, a través del cooperativismo (en este caso de Congente) han logrado darle un piso económico sólido a miles de personas que, tradicionalmente, estuvieron marginadas del sistema financiero tradicional. De la mano de estas entidades hoy construyen un mejor futuro para su familia, contribuyen al desarrollo del agro y se alejan de los tiempos de la violencia.

Por Paula Delgado Gómez/ @PaulaDelG.

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