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El sur del Tolima le sigue apostando al desarrollo rural

Organizaciones productivas, sociales y culturales, el sector privado, la institucionalidad y la academia reflexionaron sobre la importancia de concertar la agenda de desarrollo rural.

Colombia 2020
26 de octubre de 2017 - 07:00 p. m.
El conversatorio se llevó a cabo en la Universidad de Ibagué /Óscar Cortés
El conversatorio se llevó a cabo en la Universidad de Ibagué /Óscar Cortés

En el sur del Tolima las comunidades lograron organizarse y vincular la institucionalidad y el sector privado, así como contar con el apoyo de la academia, para lograr una agenda de desarrollo rural. ¿Cómo lo lograron, aun en medio del conflicto?

Esa fue la pregunta que dirigió el conversatorio La concertación para pactar agendas de desarrollo rural realizado en la Universidad de Ibagué y organizado por Colombia 2020. El evento contó con la participación de seis líderes del sector del Cañón de las Hermosas y el director de la Corporación de Desarrollo y paz del Tolima (Tolipaz), representantes de la academia, de la institucionalidad y de Isagén, empresa que impulsó los procesos de desarrollo comunales con su entrada al territorio.

La jornada, en medio de la cual compartieron experiencias, comenzó con la instalación por parte de Luis Fernando Sánchez, decano de la Facultad de Derecho de la universidad anfitriona, y de Hugo Rincón, director de Tolipaz.

Rincón destacó la convergencia de esfuerzos para la participación de los líderes sociales del sur del Tolima y, en esa misma línea, recalcó que el desarrollo rural no se logra sólo con plata, sino que se necesita contar con capital social y humano. Recordó cómo era el Tolima cuando esta organización comenzaba. "La geografía de la guerra mostraba presencia de las Farc en el sur del Tolima y en el norte del Eln y el Ejército Revolucionario del Pueblo, luego aparecieron los paramilitares", dijo, para luego resaltar la importancia de tener una institucionalidad fuerte, para no volver a las épocas en las que el Estado era el actor armado.

El turno, entonces, le correspondió a Diego León González, gerente de producción de energía de Isagen. Esta empresa llegó al municipio de Chaparral (zona del cañón de Las Hermosas) para construir la Central Hidroeléctrica Río Amoyá - La Esperanza y se encontró con una organización social fuerte con la que se organizaron en torno a lo que necesitaba la comunidad. González recordó cómo la comunidad de Asohermosas (Asociación Campesina del Cañón de las Hermosas) le enseñó a Isagen cómo construir un diálogo y cómo eran capaces de organizarse pese a la crudeza del conflicto. Reflexionó entonces sobre lo que una empresa debe hacer cuando ingresa a un territorio: "Lo ideal es que la comunidad se apropie y que el desarrollo sea sostenible a largo plazo". 

Las claves de la concertación

En el primer panel conversaron Víctor Manuel Sánchez, presidente de Asohermosas; Damaris Criollo, representante de Asociación de Mujeres Productoras de Café de la vereda Calarma (Aprovocal); John Jairo Uribe, docente de la Facultad de Derecho; y Celia Campos, funcionaria de la Alcaldía de Chaparral.

Victor Sánchez compartió su experiencia de trabajo con la comunidad y con Isagen. Sánchez narró el poco apoyo institucional que tenían, precisamente por la presencia de actores armados, principalmente de las Farc. Luego, con el ingreso de Isagen y del Ejército, la situación empeoró y les tocó "pararse firmes" y apuntarle al diálogo. Crearon la Mesa de la Transparencia, un espacio en el que expusieron sus inconformidades, cómo eran tildados de guerrilleros y la manera en que esto se había agudizado con la llegada de la empresa. Fue un momento para reconocer responsabilidades y acordar soluciones.

Damaris Criollo, por su parte, contó la historia de cómo un grupo de mujeres campesinas e indígenas supieron librarse del rol social de amas de casa y esposas, para lograr sacar adelante su proyecto productivo. "En el Tolima hay mucho machismo, nos tocó pedirles a nuestros esposos los documentos para sacar una cédula cafetera", dijo. Ahora la Asociación tiene su propia marca y ha logrado vincular a las nuevas generaciones con el campo.

John Jairo Uribe reconoció la desconexión de la academia con las necesidades reales de los territorios y que ese era el principal reto, la articulación. Celia Campos reconoció la institucionalidad débil en los años del conflicto, pero dijo que eso se pudo superar con la participación activa de la gente y el trabajo en equipo.

Construcción de paz desde la cultura y el turismo

Dos mujeres compartieron sus experiencias de construcción de paz y la vinculación de la ruralidad a la reconciliación.Yery Lili Ospina desde la Fundación Yapawayra, una organización que trabajó con una comunidad víctima de desplazamiento forzado en Tuluní (Chaparral). Y Dany Ospina, por su parte, una lideresa de Planadas que, creyendo en la importancia de cultura como elemento de paz, logró conformar la Fundación Zakatín. La idea es empoderar a los niños y jóvenes desde la utilización del tiempo libre en actividades culturales y deportivas, todo esto en miras de practicar la paz. 

Zakatín nació en medio del conflicto, e incluso al principio recibieron amenazas. Eran "locos" que se ponían una falda y bailaban en el pueblo, que pintaban y le ponían color a todo lo que tocaban. Dany dice que eso logró que ellos se ganaran el respeto del actor armado y la comunidad ganó tranquilidad. Los problemas del campo se pueden resolver desde el campo, siempre que haya un Estado presente, una comunidad organizada y oportunidades desde el sector privado, así como apoyo desde la academia. Las agendas de desarrollo rural se concertan hablando y haciendo, esa fue la gran reflexión de este conversatorio en Ibagué. 

Por Colombia 2020

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