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El caminar como un acto de resistencia

En la práctica artística de Óscar Leone se reconoce el común denominador del diálogo entre el paisaje, el cuerpo y el conflicto.

María Elvira Ardila
26 de julio de 2018 - 02:30 a. m.
En el recorrido, la carga y el dolor descubren la musculatura del transeúnte, un hombre que día tras día lleva a cuestas su futuro. / “Secuencia de un hombre que camina”.
En el recorrido, la carga y el dolor descubren la musculatura del transeúnte, un hombre que día tras día lleva a cuestas su futuro. / “Secuencia de un hombre que camina”.

Leone, oriundo de Ariguaní, Magdalena, ha transitado a pie de Santa Marta a Montes de María, pasando por Barranquilla y Cartagena, y presenta sus recorridos en la video-performancia: Secuencia de un hombre que camina. Con el apoyo de las becas de Creación para Artistas que otorga el Ministerio de Cultura, Leone culminará uno de los proyectos artísticos más poéticos de los últimos años, en donde el caminar es un acto simbólico para visibilizar lo que aún persiste en Colombia: la ocupación de las tierras que han quedado en dominio de los actores del conflicto y la corrupción.

En contraste con esta barbarie, su caminata también nos permite contemplar, en silencio, la exuberancia y belleza del territorio. En este momento Leone se prepara para transitar otra parte del territorio nacional: los Llanos Orientales, Nariño y el centro del país.

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En Secuencia de un hombre que camina, el artista redefine el mito de Sísifo, personaje que encolerizó a los dioses por su astucia y recibió como castigo la ceguera y la frustrante tarea de empujar una piedra hasta la cima de una montaña todos los días, pero sin resultado alguno, ya que antes de llegar a su meta, la piedra rodaba hacia abajo y volvía al inicio.

En la obra de Leone, el protagonista no arrastra una piedra, sino que carga a cuestas una pata de res. El peso del pedazo de animal doméstico, que se adhiere a su cuerpo, le causa un constante dolor de espalda. En el recorrido, la carga y el dolor descubren la musculatura del transeúnte, que es la de un hombre que día tras día lleva a cuestas su futuro.

La acción de Leone nos remite al desplazamiento, al que sale de su tierra y sólo lleva algo de valor a cuestas. La imagen evoca la relevancia cotidiana de la ganadería y del pastoreo, pero desde una perspectiva nómada. El caminante es uno más que sale de su tierra y atraviesa playas, montañas y puentes. Así, Leone se introduce entre los intersticios del paisaje, acción que le permite un encuentro con otros seres humanos pescadores, trabajadores, campesinos, obreros, gente anónima y con los violentos, que no personifican la utopía de un país en paz, tal vez el fracaso de la misma.

En su camino se atraviesan edificios institucionales, reconocibles por sus fachadas republicanas, moles indiferentes ante un ciudadano común. Camina por las calles, va al comercio donde se vende la carne, esa piel al sol, parte de un cadáver, de lo que ha podido llevar consigo. Así se introduce en el mercado y en sus interacciones cuestiona el llamado “progreso”.

El escritor Albert Camus abordó en uno de sus ensayos el mito de Sísifo y lo asimiló como un hombre absurdo y consciente de la inutilidad de la vida. En el caso de Leone, sus caminatas silenciosas proponen una resistencia pacífica ante el vencedor. Sí, en su camino se encuentra con seres absurdos que han herido la patria hasta hacerla sangrar.

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Halla una Colombia inadmisible y la reivindica, la asume ya como un naciente Prometeo, que lleva una tizón de fuego para prender una luz en este territorio tan manchado de rojo. El andar cobra sentido, Leone nos regala humanidad en su caminar.

Por María Elvira Ardila

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