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Duque se comprometió en Washington a revivir viejas y fracasadas estrategias antidrogas

La visita del presidente Iván Duque a Washington parece confirmar que la agenda bilateral con Estados Unidos nuevamente se narcotizó. Análisis de la columna del líder republicano Marco Rubio, que escribió a propósito de esta visita, cuya visión sobre revivir la aspersión aérea, entre otras políticas fallidas, está llena de mentiras. 

Pedro Arenas*
16 de febrero de 2019 - 12:05 a. m.
El presidente Trump recibió a su homólogo colombiano en el Despacho Oval de la Casa Blanca. /SIG
El presidente Trump recibió a su homólogo colombiano en el Despacho Oval de la Casa Blanca. /SIG

Hace dos dís, el 13 de febrero, el senador republicano Marco Rubio, uno de los líderes del partido republicano en el Congreso de EEUU, quien representa al estado de Florida, escribió una columna en El Nuevo Herald, en la que asegura que “EEUU tiene la obligación de respaldar la lucha antidrogas de Iván Duque”.

En su columna el senador hizo varias afirmaciones; unas son contradictorias y otras no son ciertas o buscan cazar incautos. Él cree que los gobiernos de Colombia, de forma genuina, han estado “luchando contra los narcoterroristas y las organizaciones criminales transnacionales”. Y estima que “EEUU debe trabajar junto a Colombia para mantener las drogas fuera de nuestras calles, las cuales matan a los estadounidenses…” (sic), así como que “EEUU debe apoyar a Iván Duque para “revertir las tendencias del gobierno anterior”.

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En primera instancia el senador asegura que: “Durante más de 50 años, Colombia sufrió un sangriento conflicto armado que casi hizo del país un Estado fallido”, con lo cual acepta que sí hubo un conflicto interno, y al redactar en pasado pareciera aceptar que sí se hizo algo para acabarlo. Sin embargo, menciona que fue el Plan Colombia lo que permitió “fortalecer las instituciones y capacidades militares del gobierno colombiano”, aseverando que ese plan “se convirtió en un modelo estratégico que más adelante consolidaría aún más los beneficios del país en materia de seguridad, estabilidad y prosperidad”.  

Pero estas ponderaciones desconocen varios hechos que explico a continuación:

1. Que en los municipios donde mas se vivió el conflicto, el Plan Colombia no conllevó fortalecimiento de las instituciones civiles. Las alcaldías fueron desconocidas y las organizaciones comunitarias aún más.

2. Está documentado por el Latin American Working Group, en Washington, que durante el periodo del Plan Colombia aumentaron las violaciones a derechos humanos en las zonas de conflicto.

3. En materia de lucha contra el narcotráfico, uno de sus principales objetivos, el Plan no logró cumplir las metas que se propuso. Colombia siguió siendo el primer productor de cocaína.

4. Las fumigaciones aéreas concentraron el grueso de las operaciones y los recursos.

5. Las inversiones de la “cooperación” fueron destinadas a jugosos contratos con compañías de mercenarios de origen estadounidense.

6. El Plan Colombia fue un plan contrainsurgente que se dedicó casi por entero a buscar la derrota militar de las Farc-EP.

7. Dicho Plan se enfocó en proteger intereses de compañías petroleras norteamericanas en Arauca y Putumayo, entre otros.

En segundo término, el senador Rubio señala que “La administración anterior a la del Presidente Duque (sic) concedió… a las Farc, el cese de la fumigación área en los cultivos de coca, y pagó un precio muy alto por un acuerdo de paz desigual que resultó en cualquier otra cosa menos la paz”. Advirtiendo que: “El cultivo de coca y la producción de cocaína en Colombia han alcanzado niveles muy altos en los últimos dos años”.

Decir que el cese de las fumigaciones fue una concesión de Santos a las FARC es una reiteración de lo dicho en Colombia por los enemigos de la solución política del conflicto, pero no corresponde a la verdad. No fue en la Mesa de Diálogos donde se tomó está decisión en 2015.

Sin defender a la administración Santos, la suspensión de las fumigaciones aéreas con glifosato se debió a dos sentencias de la Corte Constitucional, en las que se definió el Principio de Precaución, según el cual el Estado debe asegurar que sus acciones no causan riesgo ni daño a su población y al ambiente, dado que no hay evidencia científica de que este químico es inofensivo. También hubo un llamado previo de la Organización Mundial de la Salud que fue atendido por el Ministerio de Salud y el Consejo de Estupefacientes.

Juzgar que se pagó un precio muy alto por el acuerdo de paz, es una apreciación política contraria a lo observado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el cual tiene una Misión de acompañamiento en el país. Además, el senador Rubio olvida que el Gobierno de su país tuvo un representante en la Mesa de La Habana.

Pero también desconoce que, durante el segundo semestre de 2016 y todo el 2017, en las zonas de control hegemónico de las otrora guerrilla hubo una reducción sustancial de violaciones a derechos humanos, secuestros, masacres, enfrentamientos, desapariciones, minas y homicidios.  El numero de miembros de fuerza pública muertos y heridos en combate se redujo casi a cero. La ocupación del Hospital Militar así lo confirma. La casi inexistente practica de “toma de pueblos” también. La Policía pudo llegar a zonas donde antes no estaba y el servicio de justicia se expandió a lugares remotos.

De otra parte, insistir, como lo hace el senador Rubio, en que los cultivos de coca crecieron como consecuencia del Acuerdo de Paz es caer en equívocos que desconocen los diferentes factores que han influido en el crecimiento de dichas plantaciones, entre los que se destacan los efectos negativos del Tratado de Libre Comercio de Colombia con Estados Unidos, el cual ha golpeado de grave forma la producción interna de alimentos.

Posteriormente, advierte el senador que: “El aumento en la producción de drogas también ha causado el incremento en los índices de violencia y de muertes en Centroamérica y México”, y que por eso “miles de centroamericanos y mexicanos deciden arriesgar sus vidas intentando ingresar ilegalmente a EE.UU.”.

Situar a la producción de drogas como la principal causante de todos los males del hemisferio desconoce que las estrategias contra drogas también han sido causantes del aumento de cultivos, de las violencias y de las crisis de derechos humanos de la región. Si bien es cierto que hubo un aumento de violencia en México desde 2006, y que 2018 fue el mas alto, asegurar que por la producción de drogas es que existen caravanas de migrantes hacia EEUU es apenas un intento burdo de justificar el muro y la xenofobia contra los latinos migrantes.

De hecho, EEUU sigue siendo el principal consumidor de cocaína del mundo y debido al aumento de opiodes en sus calles, sufre actualmente una crisis de salud pública. Pero el senador Rubio no tuvo problema en mezclar los dos temas y guardó silencio sobre la responsabilidad de ese país en la expansión del narcotráfico. Según él, lo único que se puede hacer es darle plata a Iván Duque para que impida que las drogas lleguen a las calles de su país, atacando la oferta de coca-cocaína nuevamente.

Desde los años 80, Colombia ha pagado un precio muy alto en su lucha contra el narcotráfico pero no se observa el mismo grado de compromiso de las autoridades de EEUU por detener el flujo de cocaína. Por ejemplo en 2017, EEUU solo incautó el 10% de la cocaína que incautó Colombia. El Senador Rubio llama a “respaldar la nueva estrategia antidrogas del presidente Duque”. Pero se debe clarificar cual es dicha estrategia.

El grupo colombiano Acciones por el Cambio (una coalición de organizaciones que promueven reformas de políticas de drogas) ha evidenciado que las estrategias “ruta futuro” y “la política de seguridad” de Duque no traen novedades y son más de lo que ya se ha ensayado sin éxito en el país. ¿Cuál es la estrategia de Duque? ¿El decomiso de dosis a los usuarios de sustancias en las calles de Colombia? La estigmatización y persecución a usuarios y cultivadores campesinos? ¿Acabar el programa de sustitución de cultivos que había iniciado el anterior gobierno? ¿Regresar a la aspersión aérea?

El gobierno de Santos se había comprometido a reducir los cultivos, en 50% al año 2023, en un acuerdo logrado en marzo de 2018 entre los dos países. La lógica de ese acuerdo era que en cinco años se puede evaluar mejor la implementación de los programas de sustitución y erradicación manual. Sin embargo, el senador Rubio cuenta que la administración Duque también quiere acabar la mitad de la coca y la producción de cocaína. En septiembre pasado delegados de Duque le ofrecieron al Departamento de Estado lograr esa meta en un año para congraciarse con Trump, al tiempo que pidieron dinero para fumigaciones. Los oficiales de EEUU aplaudieron el ofrecimiento pero no se comprometieron a poner fondos. Su respuesta fue una especie de “eso suena muy bueno, vamos a evaluar sus progresos, pero como no tenemos fondos, háganlo ustedes”.

Para rematar, el Senador rubio confiesa que: “El gobierno de Duque se comprometió a trabajar en el proceso legal para reiniciar la erradicación aérea de coca en Colombia”. Realmente, por ahora esto no es posible, pero ha sido un “engañabobos” usado ante Washington. Así, queda claro que desde el principio éste ha sido el único plan del Presidente Duque: revivir las fumigaciones aéreas. Cuestión que buscará en una audiencia el próximo 7 de marzo, en la que pedirá que la Corte Constitucional flexibilice las condiciones exigidas en materia de salud y medio ambiente, desvirtuando el principio de precaución.

Finalmente, el senador Rubio pide un aumento de la ayuda antinarcóticos para Colombia. Dentro de ese paquete reclama “equipo adicional, financiamiento y capacitación… nuevas tecnologías, con aviones no tripulados o drones que puedan rociar los cultivos de coca”, y también “ayudando al gobierno colombiano a apoyar a que los cultivadores usen otras alternativas a los cultivos de coca por productos como el café y los bananos”.

Para el Ministro de Defensa Guillermo Botero, los drones son costosos e improductivos. Así que de lo reclamado por Rubio solo quedan dos mensajes: Apoyar el “plan antidrogas de Duque”, como él le llama, vía erradicación aérea y, de pronto, ayudar para que los cultivadores siembren café o bananos.

En noviembre de 2018, WOLA organizó una serie de reuniones en Washington de las cuales yo participé. En la oficina del senador Rubio se les habló claramente de la necesidad de ayudar al Estado colombiano para que cumpla los compromisos adquiridos con los cultivadores que se acogieron al Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (Pnis). Se les contó que ese ha sido el único programa que, en 2017, a través de acuerdos con comunidades contuvo o redujo los cultivos, tal como lo certificó la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc). 

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En San José del Guaviare, Tumaco y Briceño se redujeron, y en Meta frenaron su crecimiento. Mientras que en Arauca y Vichada se redujeron casi a cero. Al equipo del senador Rubio le planteamos la necesidad de enfatizar en una cooperación para proyectos productivos con familias que ya estaban en el Pnis o nuevas comunidades que quisieran acogerse.

Igual solicitud se hizo en temas de tierras con el programa “titular para sustituir”. Apoyar las estrategias de desarrollo rural, se les dijo, es la mejor forma de hacer sostenibles los esfuerzos de construcción de paz que vienen desplegando las comunidades.

El acuerdo de paz permitió que 130.000 familias se cobijaran en pactos de sustitución; funcionarios y organizaciones comunitarias llegaron a 97.000 acuerdos familiares; técnicos de Naciones Unidas visitaron a 87.000 familias y el compromiso de arrancar la coca se cumple por los campesinos. Pero el gobierno de Duque está acabando esa oportunidad. En el Plan de Desarrollo “Pacto por Colombia”, propuesto ante el Congreso, se reduce en 35% el presupuesto de inversión para con esas familias; el gobierno suspendió los pagos a unas 15.000 familias; y negó la posibilidad de pactos con nuevas comunidades para las cuales solo ofrece erradicación forzada.

Viendo la columna publicada por el senador Marco Rubio, sus “buenos oficios” terminan siendo un llamado a apoyar un Presidente que busca “revertir tendencias”. Pero quizá la tendencia mas revertida, por Iván Duque hasta ahora, ha sido la de la implementación del acuerdo de paz. So pretexto del combate a las drogas, la opinión del Senador republicano lejos de ayudar, se vuelve un llamado a revivir viejas y fracasadas estrategias, al tiempo que desconoce la necesidad de que EEUU contribuya en serio con las víctimas y con las poblaciones rurales de Colombia.

*Observatorio de cultivos y cultivadores declarados ilícitos OCCDI GLOBAL

Por Pedro Arenas*

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