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Construir la paz desde el diálogo en el Magdalena Medio

Yenly Méndez, directora del Centro de Estudios para la Paz, habla acerca de los retos en esa región para que aterricen los puntos del Acuerdo. El instituto que dirige fomenta diálogos entre diferentes sectores sociales y estatales para llegar a acuerdos en el territorio.

Colombia2020/ @EEColombia2020
14 de junio de 2018 - 01:47 p. m.
Yenly Méndez, directora Centro de Estudios para la Paz./ Fredy Vargas
Yenly Méndez, directora Centro de Estudios para la Paz./ Fredy Vargas

El Magdalena Medio fue un laboratorio de guerra. Puerto Boyacá, por ejemplo, es un municipio recordado por haber sido la cuna de los grupos paramilitares financiados por el narcotraficante Gonzalo Rodriguez Gacha y comandados por personas como Pablo Guarín. Incluso a la entrada del pueblo se alcanzó a ver una valla que decía: “Bienvenidos a Puerto Boyacá, tierra de paz y progreso, capital antisubversiva de Colombia”. Por esa región operaron la guerrilla de las Farc y los paramilitares tuvieron varios centros de entrenamiento.

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Eso fue a finales de los 80s. En el 2018 la región se encuentra avocada a varios retos para construir la paz que le ha sido esquiva. La firma del Acuerdo de Paz entre el Estado y las Farc y la desmovilización defectuosa de los grupos paramilitares han puesto en un nuevo panorama a las comunidades.

Yenly Méndez trabaja en varios municipios del nordeste antioqueño, en el sur de Bolívar y en Barrancabermeja (Santander). Ella dirige el Centro de Estudios para la Paz que se ha encargado de acompañar a las comunidades en el aterrizaje del Acuerdo entre el Estado y las Farc. También se ha encargado de impulsar procesos de dialogo entre diferentes sectores sociales, empresariales y estatales en la región.

Hablamos con ella sobre el panorama que se vive en la región, sobre las demandas de los habitantes del Magdalena Medio para construir paz y los objetivos de los procesos de diálogo que impulsa.  

¿Cómo está el panorama en el Magdalena Medio?

En este proceso que hemos apoyado a sujetos territoriales para reconocer, apropiarse y participar en el proceso de construcción de paz a través del Acuerdo de Paz. Hemos evidenciado que hay mucho optimismo y mucha esperanza en ese instrumento, pero también mucho desconocimiento de los alcances que tiene. Hay una comprensión y una expectativa de que el Acuerdo de paz va a llevar inversión social, que es una de las principales preocupaciones, pero también que va a llevar escenarios de participación política, de reconocimiento de los sujetos sociales que hay en esta región que tiene un tejido social muy fuerte, propositivo y crítico de la ausencia del Estado y de las políticas estatales de seguridad.

¿Por qué afirma que la comunidad de la región es propositiva?

Hay un acumulado en el Magdalena Medio. Tiene dos zonas de reserva campesina y esto es muy importante porque se tienen dos planes de desarrollo sostenible reconocidos por el Estado, construidos con el aval del Incoder y de manera participativa. Adicionalmente, hay una historia de ejercicios de planeación regional construidos desde las comunidades y los procesos organizativos en el marco de iniciativas autónomas y de concertación y negociación con el Gobierno. Por ejemplo, el acuerdo producto de una gran movilización en el 96 y otro que dio lugar a la construcción de un plan de desarrollo regional en 1998. Es una región donde hay muchísimas iniciativas para construir una visión de territorio y trabajar por ella.

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¿Cómo avanza la implementación del Acuerdo de Paz de La Habana?

Hay escenarios de implementación que van andando con dificultades. El sur de Bolívar es una región donde hubo una alta presencia de cultivos de coca y desde la sociedad hay una gran disposición para participar, hay organizaciones y redes muy fuertes, pero mucha dificultad del aterrizaje desde la visión que hay desde el nivel nacional para que sean aplicadas en territorio. Esto ha generado muchas incertidumbres y fricciones. Se cuestiona el déficit de participación en los escenarios de construcción de esos procesos de planeación territorial y la garantía de recursos para implementar esas iniciativas. Por otro lado, también se vive un ambiente de la transición, de salir de la polarización que caracteriza al país y a estas zonas de alto conflicto. Es un momento en el que muchos sujetos sociales están rompiendo sus posiciones cerradas para abrirse a escuchar a otros, a sentarse con la institucionalidad, con empresarios. El papel nuestro ha sido facilitar espacios donde puedan sentarse a encontrar caminos de solución o de abordaje a algunos de los desafíos, conflictos y tensiones más fuertes

¿Quiénes dialogan?

Un escenario de diálogo que hemos ayudado a facilitar muy importante para nosotros es entre reincorporados de las Farc, empresarios territoriales del sector lácteo, campesinos e institucionalidad para facilitar una ruta para construir alternativas productivas que involucren tanto a campesinos como a reincorporados que aprovechen las capacidades que pueden tener los empresarios. Hay muchas expectativas. 

¿Tiene otros ejemplos de diálogo?

Otro ejercicio de diálogo que estamos propiciando tiene que ver con una ruta de protección interinstitucional. En muchos de estos territorios hay riesgos sobre la seguridad, un aumento de amenazas para los líderes comunitarios y sociales que juegan un papel muy importante para el proceso de implementación participativo. Hemos estado trabajando por generar espacios donde la institucionalidad responsable de la garantía y la seguridad de los territorios dialogue con las organizaciones y las comunidades que tienen un acumulado muy importante en el diseño de estrategias de protección territorial deberían ponerse en articulación. Es un diálogo en el que estamos trabajando con mucho cuidado y con muchas dificultades porque a veces desde la institucionalidad no se llega  más allá de escuchar para trabajar conjuntamente.

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¿Qué resultados han obtenido en el dialogo entre excombatientes y empresarios?

Ha sido una experiencia lenta. Se ha logrado crear una mesa donde hemos acercado a pequeños y medianos productores lácteos generando un espacio de diálogo con una empresa que les puede comprar los productos a los pequeños y medianos productores de leche de la región. Por otro lado, hemos estado acompañando a los reincorporados de las Farc en la identificación de predios donde pueda implementarse proyectos de producción de ganado para lácteos. En eso va el proceso. Esta es una iniciativa que inició con los excombatientes de las Farc que luego trasladaron y propusieron a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y se ha acercado y comprometido el Estado con incorporarse y apoyar esa iniciativa que está llena de retos porque nos hace falta el diseño del modelo de negocio. Hay una asimetría entre empresarios, Estado, comunidades campesinas y excombatientes. En muchos casos no tienen tierra, el acceso a las vías es complicado, entonces esa primera fase se tratahacer un diagnóstico territorial e ir avanzando en la discusión sobre cómo puede ser ese modelo de negocio que rompa un poco con esa asimetría natural que hay en esa relación.

¿Cuáles son las experiencias que tienen las comunidades en el Magdalena Medio con respecto a la protección de los líderes que están intentando acercar al Estado?

Esa experiencia inició con un espacio de encuentro entre autoridades nacionales, territoriales, comunidades y organizaciones de la sociedad civil internacionales que hacen acompañamiento. Lo que hemos identificado es que las comunidades campesinas en tiempos de conflicto armado generaron estrategias de protección como los campamentos de refugio humanitario, sistemas comunitarios de alertas tempranas y otra serie de mecanismos que le sirvieron a la gente para permanecer en el territorio. Las organizaciones internacionales de la sociedad civil también son muy importantes porque acompañan líderes y comunidades con riesgos muy altos que estuvieron amenazadas, por ejemplo, por bombardeos e incursiones militares. Esas son experiencias que tuvieron la capacidad de proteger, de garantizar que las comunidades permanecieran en el territorio. A lo que nosotros le apostamos es a que esas capacidades se sumen, se articulen y trabajen conjuntamente en dirección a atender a comunidades y líderes que están en riesgo. Estamos mapeando los riesgos, los sujetos y comunidades en esa región y facilitar puentes con la institucionalidad.

¿Cuál cree que es el mayor reto?

El reto más grande es que la institucionalidad se sienta comprometida y que puede trabajar articuladamente. La experiencia que hemos tenido es que hay mucha disponibilidad de escuchar de parte de las instituciones y de presentar su oferta. El avance que no hemos podido lograr es el trabajo coordinado. Desde la institucionalidad se entiende por trabajo coordinado escuchar las denuncias y las demandas que tiene la comunidad y ya, pero actuar con su propia ruta. La pretensión nuestra es llegar al punto en el que la ruta institucional se combine con los mecanismos que tiene la comunidad para aumentar la protección en el territorio

¿Por qué son importantes esas iniciativas en un país que está intentando construir paz?

Porque hay enemigos de la paz. Todos conocemos que hay regiones como el Magdalena Medio donde las economías ilícitas están a la orden del día, persisten como una amenaza y particularmente en lo que tiene que ver con la economía de la coca hay intereses que se oponen a que haya procesos como la sustitución. Esos sectores se convierten en riesgos efectivos contra la sustitución, hay una elevada cantidad de sujetos comprometidos con la sustitución que han sido amenazados e incluso asesinados. Es muy importante que haya seguridad y protección para las comunidades en los territorios porque de no ser así no va a haber con quien hacer la implementación y las transformaciones son inviables. 

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¿Quiénes son los enemigos de la paz en el Magdalena Medio?

Hay bandas criminales asociadas a la economía de la coca, hay fuerzas paramilitares que persisten. Con la salida de las Farc de algunos territorios el control de esos territorios pasa a otros factores económicos y de interés de control territorial asociados a la minería. Es una región donde hay minería de oro y hay una economía ilegal alrededor de esta que tiene interés en que la situación se mantenga como está y en controlar el territorio para impedir las transformaciones que se requieren.

¿Cómo lograr que hablen sectores históricamente tan opuestos?

Con intereses gremiales, con institucionalidad en todo caso persiste el interés de que haya paz en Colombia. La paz le provee a los empresarios mejores escenarios de negocio, las comunidades están interesadas en la paz porque han visto su vida en peligro por el conflicto armado, a la institucionalidad le interesa porque cumple sus fines sociales. Hay una coincidencia en que haya paz en los territorios, en que los conflictos se resuelvan por la vía del dialogo y no por la de la violencia, ahí hay una coincidencia básica. Identificar un problema que nos interesa solucionar es un primer paso para generar un espacio de diálogo. Por seguir con el ejemplo de los temas re reincorporación, a los empresarios lacteos les interesa que haya una oportunidad de negocio y aprovechar un escenario. A las comunidades campesinas les interesa aumentar sus ingresos y que sus productos tengan acceso al mercado. A los escombatientes les interesa reincorporarse en condiciones de dignidad. Ahí hay un interés básico que hace que esos sujetos tengan un primer interés de sentarse a discutir. De ahí en adelante, en el desarrollo del diálogo, se van encontrando diferencias que persisten, pero condiciones para darle continuidad al diálogo porque hay una motivación específica de abordar un problema o aprovechar una oportunidad donde entendemos que todos podemos coincidir en un territorio o beneficiarnos de una misma oportunidad que da el acuerdo de paz. En el caso de segurdad, al Estado le interesa cumplir con sus obligaciones, a las comunidades les interesa garantizar la vida y la permanenciia en el territorio y ahí hay una convivencia 

¿Eso se puede llevar a escenarios nacionales?

Claro. En los territorios las cosas son entre comillas más fácil porque tienens una localización de los conflictos, de los retos y las oportunidades. En el nivel nacional puede ser más complejo porque estamos hablando de la gran política y de una visión más macro. Sin embargo, no es imposible. Lo que están buscando ambas candidaturas es justamente convocar a los más cercanos para rodearse y eso es un ejercicio interesante de diálogo. En algunos sectores se han ido generando acercamientos que antes eran mucho más difíciles. Verse enfrentado a una situación conflictiva facilita el acercamiento a momentos de diálogo.

*Méndez participó en el Encuentro Internacional de Diálogo entre Opuestos en Procesos de Transición, en Bogotá, un evento organizado por la Plataforma de Diálogos Improbables y Colombia2020 de El Espectador, en alianza con el Fondo Fiduciario de la Unión Europea para Colombia, la Fundación Ford, la Embajada de Suecia, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), la Fundación Ideas para la Paz, y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.

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Por Colombia2020/ @EEColombia2020

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