Colombia + 20
Haciendo País

"Colombia debe escucharse y reconocerse": Alfredo Zamudio

Para este chileno y ciudadano noruego, director del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo, es clave que todos los sectores de la sociedad, por opuestos que sean, conversen porque cree que en procesos de transición el silencio no borra las memorias traumáticas, sino que crea universos donde las personas se separan más. 

Beatriz Valdés Correa @beatrijelena
06 de junio de 2018 - 05:42 p. m.
Alfredo Zamudio, actual Director del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo de Noruega, en Dafur (Sudán occidental). / Cortesía
Alfredo Zamudio, actual Director del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo de Noruega, en Dafur (Sudán occidental). / Cortesía

Alfredo Zamudio nació en Chile, pero se refugió de la dictadura en Noruega, junto a su familia. Tenía 15 años. Desde entonces, su formación académica y laboral le ha apostado al diálogo y al reconocimiento de las víctimas de conflictos.  Actualmente, es el director del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo, con sede en Lillehammer, Noruega, pero antes fue el director en Ginebra del Observatorio del Desplazamiento Interno (Internal Displacement Monitoring Center, o IDMC) del Consejo Noruego para los Refugiados.

Cargo que también ejerció en Timor Oriental. En Darfur, Sudán, coordinó uno de los campamentos de desplazados más grandes de África. Así como estuvo al frente de la Casa de Derechos Humanos de Oslo, con misiones a Bosnia, Croacia, Kosovo, Serbia, y asesoró para Colombia al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y a la Cruz Roja Noruega.

Hoy está en Bogotá, como participante del Encuentro Internacional de Diálogo entre Opuestos en Procesos de Transición, un evento organizado por la Plataforma de Diálogos Improbables y Colombia2020 de El Espectador, en alianza con el Fondo Fiduciario de la Unión Europea para Colombia, la Fundación Ford, la Embajada de Suecia, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), la Fundación Ideas para la Paz, y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.

Este miércoles 6 de junio, Zamudio participó, junto a los demás invitados nacionales e internacionales, de un ejercicio, a puerta cerrada, en el que se analizaron las posibilidades y retos que tiene el diálogo en contextos de transición y construcción de paz. Una conversación entre iniciativas que vienen desde los territorios, líderes políticos de las dos campañas que se disputan la Presidencia en la segunda vuelta, y representantes de los empresarios y la Iglesia Católica. La idea era generar aprendizajes para el caso colombiano desde la experiencia, a través de tres ejes temáticos: diálogo y polarización política, diálogo y conflictos del desarrollo, y diálogo para la conviviencia. 

Conozca la agenda de este evento aquí

En esta entrevista, Zamudio sostiene que el silencio no borra las memorias, sino que crea universos paralelos, donde las verdades se separan y no dejan de doler.

Usted ha vivido el exilio, ¿cree que eso le ha permitido entender mejor el problema del desplazamiento forzado?

Sí, sin duda alguna, percibir y entender un poquito de cómo las personas buscan soluciones – y qué sucede cuándo no las hay – sí me ha servido profesionalmente en todas las misiones humanitarias donde he participado y también a nivel global. Haber vivido situaciones donde uno pierde el control y debe improvisar sobre muchos factores importantes de la vida y encontrar soluciones que tal vez uno nunco hubiese elegido sino hubiese sido por el desplazamiento es importante. El desplazamiento forzado es un evento traumático para muchos. Es forzado porque no hay opciones y no hay sistemas de protección que permitan otras alternativas. 

Le puede interesar también: “Toda Colombia necesita aprender a dialogar”: John Paul Lederach

¿Cómo funciona el diálogo cuándo las necesidades son de emergencia?

Primero hay que aclarar la distinción entre el debate y el diálogo. El debate es vital para la democracia y se trata de hacer escuchar la voz propia, que tenga espacio y tiempo para ser escuchada. El diálogo es cuándo abrimos el espacio y el tiempo para escuchar la voz del otro. Luego hay que decidir, ¿qué nos sirve para aprender, nuestra voz o la voz del otro? En situaciones de emergencias, donde no hay suficiente ayuda para todos y hay que elegir, priorizar, establecer puntos de colaboración con las comunidades y con los necesitados, uno no entra de ninguna forma diciendo que la voz de uno es la única que vale. La humildad y el respeto de quien ofrece ayuda es vital para el buen desempeño de la asistencia humanitaria y que logre ayudar sin hacer daño. Aunque sean situaciones de suma urgencia, siempre hay formas de hablar y escuchar e incluir.

¿ Qué lecciones puede aprender Colombia de otros países en conflicto?

Colombia puede también enseñar mucho, ustedes son 50 millones de personas echaos pa´elante que han logrado desarrollar muchas cosas buenas, a pesar del profundo dolor que Colombia lleva encima. Ustedes son un hermoso laboratorio de seres humanos que conviven, al mismo tiempo donde la intolerancia demuestra sus caras más brutales y terribles. Ambas cosas se ven en los mismos espacios de vuestro territorio. Creo que no debeís subestimar la capacidad de desarrollo que una Colombia incluyente puede lograr. Miren ustedes el ejemplo de Europa, que en sólo pocas décadas se pudo recuperar de dos de las guerras más brutales de la historia de la humanidad y lograr acuerdos políticos, culturales y económicos que han transformado no sólo a Europa, sino también al mundo. La clave es la inclusividad.

¿Cómo se puede reconstruir el tejido social de una comunidad que ha tenido que dejar sus territorio? ¿Cómo se reconstruye una sociedad en transición?

Son muchas las formas de hacer escuchar las voces, pero un factor crucial son las cuentas públicas, o “checks and balances”, como dirían en inglés. Escuchar merece también respuestas, y aunque estas no tengan fechas ni planes concretos, porque todo toma tiempo, cuando se inician esos procesos, hay que hacerles seguimiento y siempre contar la verdad, aunque no sean buenas noticias. En ese proceso, se van ganando experiencias y pequeños triunfos, hay que contar qué funciona, qué hay que mejorar. La confianza se construye peldaño por peldaño, no es una escalera que se construye sola antes que el edificio.

Colombia vive una profunda polarización tras el acuerdo de paz. ¿Cómo es posible promover el diálogo entre sectores opuestos?

En el Centro Nansen para la Paz y el Diálogo nosotros hablamos de los cuatro pilares de todo proceso de diálogo y reconciliación. El primer pilar es describir y darle nombre a la Crisis. La digo con mayúscula, porque es un ente propio, aunque todos los que participan en la conversación tengan una percepción distinta de cuál es la crisis de la que estamos hablando. Sacar a flote todas las tonalidades, formas, impacto, causales y consecuencias de las crisis son procesos que toman tiempo. Lo peor que una sociedad pueda hacer, y que es lo que usualmente muchos procesos de paz hacen, es que se detiene el proceso de hablar y escuchar, porque se dice que causa mucho dolor. El silencio no borras las memorias, sino que crea universos paralelos, donde las verdades se separan y viven vidas separadas. Colombia debe escucharse y eso tomará tiempo, pero en el proceso ustedes seguirán viviendo, prosperando, fortaleciendo este bello país, y preparando el texto del futuro de Colombia, donde se sabe lo sucedido y no se repite.

El país también está en medio del debate electoral de candidatos a la Presidencia. ¿De qué manera es posible continuar con la transición sin importar el cambio de gobierno?

Eso es un asunto político a quienes deben contestar los colombianos, pero nuestra observación sería que ninguna de las partes deje por fuera la voz de todas las víctimas y de todas las partes de la sociedad que desean un futuro distinto para Colombia.

¿Cómo es posible construir la paz y al mismo tiempo generar confianza entre la ciudadanía?

El ser humano interactúa con otros seres humanos durante toda su vida y esa vida es el hilo mismo del tejido social. Las formas de cada interacción son los nudos y entrelazados de ese tejido. Mientras más puntos de encuentros sean incluyentes, positivos, respetuosos, equitativos, más fuerte es el tejido social. Un tejido social fuerte, puede afrentar a los riesgos de toda sociedad y superar los problemas de forma pacífica, democrática e incluyente. La inclusividad cataliza mejores políticas públicas y que refuerza la resiliencia de la sociedad. Esta es la arquitectura para una sociedad en paz.

 

Por Beatriz Valdés Correa @beatrijelena

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar