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Construir paz desde la “imaginación moral”: Juanita Millán

Para construir paz hay que deconstruir las dinámicas sociales en las que los seres humanos nos empezamos a ver o a referir al otro como “enemigo”.

Teniente de navío Juanita Millán Hernández*
12 de junio de 2016 - 01:07 a. m.

La construcción de paz puede ser vista como arte y como técnica, son dos formas que se complementan y se entrelazan en una sinergia de creación. Es arte porque se nutre de las artes de la imaginación, de la innovación, de la sensibilidad, de la plástica, la música y de la poesía. Es técnica porque en la práctica hay ciertas cosas de deben tener patrones medibles y contables para facilitar su estudio y para permitir que esa sabiduría que parte de la creación individual y colectiva, se pueda multiplicar, compartir y reproducir.

Es la combinación de las dos representadas en muchas formas, es la mezcla de diferentes artes y técnicas ya que no todos los que trabajan en construcción de paz tienen las mismas capacidades innatas, hay algunos que las tienen que aprender a través de un proceso de enseñanza formal, otros las desarrollan a través de sus experiencias de vida o de su naturaleza personal.

Jean Paul Lederach nos invita a tener la “capacidad de imaginarnos en una red de relaciones que incluya a tus enemigos”, a través de lo que él denomina “la imaginación moral”. En síntesis la imaginación morales la virtud de ver más allá de la realidad de lo evidente y a partir de un proceso creativo, superar las diferencias por profundas que sean, la imaginación moral evoca a la grandeza humana de vernos como iguales o de poder llegar a vernos en los ojos del otro.

Para construir paz hay que deconstruir las dinámicas sociales en las que los seres humanos nos empezamos a ver o a referir al otro como “enemigo”, ya en este enfoque, estamos rompiendo con la capacidad humana de pensar distinto y de discernir. La pretensión de la homogeneizar pensamientos o conductas, desconociendo a quienes piensan distinto, es una de las fuentes del conflicto y en muchos casos de la violencia.

La constante es que es más fácil vernos en términos de enemigos que entrar en un proceso de conocimiento y aceptación del otro. Como esa es la realidad que hasta ahora no hemos podido superar, es en ese momento en que se hace un llamado a la imaginación moral, a hacerle un espacio a lo impensable a lo increíblemente innovador a lo in perceptible, poder vivir o coexistir con los enemigos (otros).

Conocer y permitirse escuchar al otro, verse en los ojos y en las experiencias de nuestros detractores, re aprender a comunicarnos y superar el miedo y las taras mentales que nos tienen en orillas distintas, sin habernos permitido el derecho y el deber de conocer al otro y en donde los estigmas y las construcciones sociales y políticas nos tienen como adversarios, con ideas que probablemente están alejadas de las realidades de quienes se enfrentan o ven como enemigos en el presente.

La construcción de paz inicia en el trabajo diario, en cómo nos relacionamos con el mundo, en cómo resolvemos nuestras dificultades, en si aplicamos o no conceptos como el de la solidaridad o el del discernimiento, en si regimos nuestras vidas por algún tipo de espiritualidad. Pero es también el reto diario de enfrentarnos a todo lo que no funciona bien, a todo lo que nos hace entrar en conflicto y nos hace perder la fe en la humanidad o en nuestro país. Para lo cual y con el fin de aliviar esta tensión entre lo privado y lo colectivo Lederach propone el cambio constructivo como fundamento de la construcción de paz, que no es más que el arte de tejer estratégica e imaginativamente redes relacionales a través de espacios sociales en escenarios de conflicto violento.

*Integrante de la Subcomisión Técnica del fin del Conflicto y de la Subcomisión de Género en mesa de conversaciones de La Habana. 

Por Teniente de navío Juanita Millán Hernández*

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