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Entre el miedo y la movilización: comunidades negras tras el plebiscito

Ante los resultados del plebiscito, comunidades afrodescendientes buscan salidas para hacer efectivo el acuerdo logrado en La Habana. Así se sobreponen al miedo y la incertidumbre.

Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez
09 de octubre de 2016 - 10:20 p. m.
Tumaco representa las dos caras de la población afro en Colombia: el miedo y la movilización a favor del acuerdo de La Habana. / Nelson Sierra G.
Tumaco representa las dos caras de la población afro en Colombia: el miedo y la movilización a favor del acuerdo de La Habana. / Nelson Sierra G.

“Quiero que entendamos, por favor, que el clamor de las comunidades negras de Nariño es que se puedan ratificar los acuerdos. ¡Por Dios!”, dice con una voz empañada por la preocupación José Obregón, representante legal de Asocoetnar, organización que agrupa 44 consejos comunitarios y 11 organizaciones sociales del departamento.

Temen porque sienten que la guerra se está reactivando. Los habitantes de Tumaco, por ejemplo, están presenciando cómo los guerrilleros que se estaban movilizando para concentrarse en la vereda La Variante, establecida por el acuerdo entre el Gobierno y las Farc como zona veredal, empezaron a retornar a sus campamentos habituales, desde los cuales lanzaron sus ataques estos últimos años.

(Vea nuestro especial sobre las zonas veredales)

Los tumaqueños tienen en su memoria el ataque a la estación de policía que realizaron las Farc el 2 de febrero del 2012. Ese día murieron cuatro uniformados y tres civiles, y quedaron 65 personas heridas, entre civiles y policías. Tampoco olvidan el día que se quedaron sin agua potable porque esta guerrilla atacó el oleoducto. Fue el 22 de junio del 2015, cuando se derramaron 410.000 galones de petróleo que llegaron al río Mira.

No es fácil para los habitantes aceptar que la paz que veían a la vuelta de la esquina se ve perdida tras los resultados del plebiscito. Ninguno de los líderes consultados entiende cómo el resto del país votó en contra de los acuerdos, cuando para ellos los efectos positivos se palpaban día a día, tras el cese el fuego decretado por las Farc hace más de un año.

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“El cese el fuego ha sido muy favorable. La movilidad ha mejorado mucho en nuestros territorios colectivos y ancestrales. Podemos hacer nuestras reuniones y nuestros encuentros. De lo contrario sería muy complicado”, reconoce el líder afro.

Ahora la situación cambió. “Tenemos mucha preocupación porque no sabemos qué va a pasar”, insiste Obregón, ante la incertidumbre porque el acuerdo de fin del conflicto ya no se puede implementar. “No tenemos conocimiento de movimiento de tropas. Tenemos la esperanza que el Gobierno y las Farc lleguen a un acuerdo”.

“Hay gente que había retornado a los territorios que habían sido afectados por las acciones de las Farc. Ahora tienen miedo porque los guerrilleros están volviendo”, cuenta Celimo Cortés, representante de la Red de Consejos Comunitarios del Pacífico Sur (Recompas).

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En otras regiones, como el Cauca, la zozobra también ha regresado. “Tenemos miedo”, sentencia Lisifrey Ararat, miembro del Consejo Comunitario de La Toma, en Suárez (Cauca). “A nosotros nos ha tocado ver los bombardeos, nos ha tocado ver cómo han caído nuestros hermanos”, recuerda.

Su municipio se destacaba en el mapa de las malas noticias por ataques y hostigamientos de las Farc (hasta un carro bomba le puso la guerrilla a la estación de policía, que dejó 26 heridos), además de las frecuentes amenazas a sus líderes por denunciar las mafias de la minería ilegal.

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La presencia de las Farc en este corredor estratégico para llegar a la región del Naya marcó su territorio por otros hechos históricos, como la muerte en combate del entonces líder de esa guerrilla, Alfonso Cano, muy cerca de allí, en límites con Morales. Y para completar el cuadro, sólo falta recordar la más reciente tragedia, cuando en medio del cese el fuego unilateral decretado por esta guerrilla, unidades de la columna Miller Perdomo atacaron un campamento militar en el que murieron 11 soldados y 17 más resultaron heridos. Este hecho puso a tambalear el proceso de paz que se adelantaba en La Habana.

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El líder recoge las inquietudes de los habitantes de esta zona del norte del Cauca ante el limbo en el quedaron los acuerdos de cese el fuego y dejación de armas: “Nosotros sabemos que hay guerrilla, pero también hay mucho Ejército. En cualquier momento estos territorios se pueden volver un campo de batalla”.

En defensa de los acuerdos

Por sucesos como estos, las comunidades afrodescendientes buscaron ser oídas en La Habana. Su voz se unió a los indígenas y presionaron hasta lograr un espacio, en la última semana de la negociación. En medio de la premura por finiquitar los detalles del Acuerdo Final, la mesa de diálogo recibió a una delegación de estas comunidades y en el último minuto se acordó un capitulo étnico, que recoge varias de sus inquietudes frente a la construcción de una paz que los incluya.

Este capítulo abordó temas tan importantes para estas comunidades como la obligatoriedad de la consulta previa, el respeto por la jurisdicción indígena, el fortalecimiento de la guardia indígena y cimarrona (afro), la no judicialización de la coca para usos medicinales y ancestrales y la devolución de tierras ocupadas por las Farc en Meta, Córdoba y Nariño, entre otras conquistas.

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Desde el pasado domingo las organizaciones étnicas han estado estudiando las acciones para que el fantasma del regreso de la guerra no se vuelva de carne y hueso. Así como el uribismo no esperaba ganar ni el santismo preveía la posibilidad de perder, los negros de Colombia nunca imaginaron que el No se impondría.

Los afrodescendientes tampoco tenían plan B; desde el lunes empezaron a construirlo. En el transcurso de la semana pasada, diversas propuestas emanaron de sus territorios.

Hernán Cortés, vocero del Proceso de Comunidades Negras (PCN), insiste en que hay que partir del principio de autonomía que les otorga el ordenamiento jurídico. “Vamos a plantearles al Gobierno y a las Farc que, en lo que sea posible, nosotros queremos que en nuestros territorios donde ganó el Sí se puedan implementar los acuerdos con nuestros gobiernos étnicos”. Esta idea ya ha llegado a oídos de varias organizaciones de afros.

La Ley 134 de 1994 estableció los cabildos abiertos como un espacio de participación política en el cual se pueden pronunciar los ciudadanos sobre los asuntos de interés para la comunidad. Esta figura anda rondando las discusiones de las organizaciones de afrodescendientes en el país.

“Nosotros seríamos los primeros en fortalecer el trabajo de los cabildos abiertos. Queremos que los acuerdos se cumplan”, asevera Obregón. Precisamente, los cabildos abiertos son la manera que las comunidades afrodescendientes han pensado para implementar los acuerdos que casi por unanimidad apoyaron sus habitantes en las urnas.

En Cauca, las comunidades también se han expresado en favor de la idea de implementar los acuerdos en sus territorios, un derecho que dicen haber ganado, en parte por haber padecido durante tantos años la guerra. “Les dijimos al gobernador y al alcalde y le exigimos al Gobierno Nacional que se implementen los acuerdos. La gente que está metida en esto es la que sufre el conflicto”, cuenta Ararat.

Pero este camino no está siendo explorado en todos los lugares de población negra. Un líder afrodescendiente del Caribe afirmó que esta posibilidad no se ha contemplado en esa región del país porque aún no se han dado los espacios de decisión. Por su parte, Yorladi Julio, vocera de la organización negra Afroclaver, del Bajo Cauca Antioqueño, dijo que, si bien allá los afrodescendientes estaban con el Sí, lo que les quedaba era “esperar a ver qué pasa”.

Por su parte, Célimo dice que los consejos comunitarios de Tumaco y Francisco Pizarro, en Nariño, no están buscando implementar los acuerdos de La Habana, sino políticas que van en consonancia con éstos, como la sustitución de cultivos ilícitos y la mejora de la calidad de vida de los habitantes del campo.

Lo que sí pasará en todos los territorios negros será que la movilización social se reactivará desde esta semana. Recompas, Asocoetnar, la Organización de Víctimas de Antioquia (Asomvima) y el PCN, cada uno por su lado, están organizando a sus comunidades para salir a las calles de Nariño, Antioquia, Valle del Cauca y Bolívar. Quieren que otros departamentos se unan a la movilización.

Un Sí no correspondido

La desconexión entre la Colombia negra y el resto del país quedó en evidencia el pasado domingo 2 de octubre. En todos los municipios de Chocó ganó el Sí. El caso representativo es Bojayá: el Sí arrasó con el 96 % de los votos. En Antioquia, departamento donde el No sacó una ventaja de casi 25 puntos porcentuales, el Sí ganó en Urabá, región de mayoría negra. “Nosotros le trabajamos con alma, vida y corazón al proceso de paz porque creemos en él”, cuenta Ciro Abadía, representante de Asovima, organización que reúne víctimas de todo el Urabá antioqueño.

“Cuando recibimos la noticia de que había ganado el No lo vimos con mucha preocupación. Los que vivimos el conflicto somos los que salimos de una vereda a otra y hemos tenido que padecer los retenes, los encuentros y ese tipo de situaciones”, expresa Obregón sobre cómo sintieron el resultado del plebiscito en Nariño.

Las seis personas consultadas para este artículo coincidieron en decir que los afrodescendientes en Colombia votaron por el Sí. “La gente está muy triste de ver que el país es indiferente con las regiones”, reflexiona Hernán.

Lo que queda claro es que esos votos no quedarán en saco roto, se traducirán en un clamor de paz que será visible en las calles de varios departamentos. La paz es algo que para los afrocolombianos no da espera: han puesto más de 700.000 víctimas en la guerra, según el último registro de la Unidad de Víctimas.

Por Nicolás Sánchez A. / @ANicolasSanchez

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