Colombia + 20
Haciendo País

En Dabeiba, Antioquia, el rastro de la guerra no permite creer en la paz

Los habitantes de este municipio se declaran escépticos y temerosos frente al proceso de paz con las Farc. El anuncio de la concentración de tropas en la vereda Llanogrande los tomó por sorpresa, aun cuando desde enero los guerrilleros recorren las veredas haciendo pedagogía.

Maryluz Avendaño
30 de junio de 2016 - 01:49 a. m.
Dabeiba es uno de los cuatro municipios de Antioquia que tendrán zonas de concentración. / Luis Benavides
Dabeiba es uno de los cuatro municipios de Antioquia que tendrán zonas de concentración. / Luis Benavides

Dabeiba está ubicado a 206 kilómetros de Medellín. Tres horas de recorrido para llegar a la puerta de entrada a Urabá. Allí, en el parque principal, donde se levanta imponente una imagen de Santa Laura Montoya, quien realizara su labor pastoral con los indígenas en esta zona, la gente comenta en voz baja lo que le espera al municipio. No hablan fuerte, pues dicen que hay ojos y oídos en todas partes. “Usted los ve como campesinos, pero hay muchos guerrilleros en el pueblo y uno no sabe ni quiénes son”, dice una mujer que pidió la reserva de su nombre. “A uno le da miedo porque también están los otros (Los Urabeños), y, Dios no quiera, se enfrentan y quedamos otra vez jodidos”, agrega.

(Vea nuestro especial sobre las zonas veredales)

Los dabeibanos han sufrido muchas veces las crueldades de la guerra y, a pesar del paso del tiempo, las huellas del horror permanecen intactas en sus mentes. “Yo estaba muy chiquita, pero me acuerdo mucho de ese día; el miedo que sentimos y el dolor de ver el pueblo destruido, eso no se olvida”, comenta Julia*, una mujer de escasos 24 años. Ella se refiere a la toma del 22 de octubre de 2000, cuando cerca de 800 guerrilleros de las Farc atacaron por más de 30 horas el casco urbano del municipio. 28 policías defendieron la población esperando el refuerzo del Ejército. 

Cada 30 minutos los subversivos lanzaban cilindros bomba y el terror se apoderaba de los habitantes. Un helicóptero Black Hawk llegó con 22 militares de apoyo, pero todos los ocupantes de la aeronave murieron tras una emboscada de la guerrilla. Otros 30 militares en tierra corrieron la misma suerte. El saldo total: 52 militares y dos policías muertos, y el pueblo quedó semidestruido.

Tan solo dos años antes, el 26 de septiembre de 1998, los frentes 5, 34 y 58 de las Farc habían dejado la población casi en ruinas tras 11 horas de ataque, en una jornada trágica que dejó ocho personas muertas y 17 heridas.

Por estas acciones y muchas más que padecieron durante los años más fuertes de la guerra es que se muestran escépticos e, incluso, en contra del proceso de paz que Gobierno y Farc adelantan en La Habana (Cuba). También hay molestia porque el Gobierno nacional no los consultó para establecer allí una zona de concentración de la guerrilla. “Nos parece muy mal hecho que no nos preguntaran si queríamos que aquí se reunieran; nosotros somos los que hemos sufrido por culpa de ellos, a nosotros es a los que nos da miedo y no nos dicen nada. Uno solo se da cuenta por las noticias, nada más”, manifiesta airada Clemencia*, quien ha vivido sus 52 años en el municipio y conoce de cerca su historia.

Pero en medio de los escépticos también hay quienes ven con esperanza que se acerque el fin del conflicto con las Farc. Para el alcalde, Antonio José Lara, esta es una oportunidad para resarcir el daño que ha sufrido la población. “Dabeiba es uno de los municipios que más muertos puso en Colombia. Es imposible devolver las vidas humanas, pero esperamos que podamos tener mejores viviendas, vías de acceso, unidades educativas y deportivas, como una manera de resarcir tanto sufrimiento”, sostuvo.

Igual piensa Gerardo*, un hombre delgado, de mediana estatura, que ha trabajado más de 30 años viajando por las veredas más alejadas: “Eso sería muy bueno porque así podemos ir tranquilos a donde queramos; además, esos campesinos por allá están abandonados, entonces que sea la oportunidad para que el Gobierno les dé una manito”.

La zona de concentración

Dabeiba es uno de los municipios más grandes de Antioquia. Tiene 117 veredas y cuatro corregimientos. 90 % de estas tiene acceso por carretera y 35 % de su población es indígena. Desde que fue anunciado que el pueblo es uno de los elegidos para ubicar una zona de concentración, las especulaciones abundan y la incertidumbre sólo concluyó esta semana, cuando el comandante de la Séptima División del Ejército, general José Arturo Salgado, explicó que las tropas se concentrarán en Llanogrande, una vereda distante del corregimiento de San Juan de Urama.

Está a tres horas del casco urbano y para llegar hay que tomar una carretera destapada y estrecha, en la que difícilmente cabe un vehículo. En San Juan de Urama, por ejemplo, se ve poca gente en las calles, a pesar de que, según los registros del Sisbén, cuenta con 408 habitantes registrados, sin contar la población indígena.

Para Nolbairo Espinal, concejal del Partido Liberal, el hecho de que en la región exista una zona de concentración traerá grandes beneficios para la población. “Vamos a salir del anonimato y eso permitirá que haya más presencia del Estado, porque nos sentimos abandonados”, explica.

Por su parte, el padre Francisco Luis Rodríguez, párroco del corregimiento de San Juan, manifiesta que la gente tiene muchas dudas y expectativas: “Aquí no sabemos qué va a pasar, no nos han dicho nada. Vienen y me preguntan que yo qué sé, y yo estoy en las mismas, hay mucha incertidumbre, nadie nos informa nada”.

Las Farc hacen “pedagogía”

En la zona de San Juan y las veredas cercanas habitan cerca de 9.000 personas. En Llanogrande Urama -donde sería la zona de concentración- hay registrados 173 habitantes y 30 viviendas, sin contar la población indígena.

Estas comunidades están aisladas casi por completo. “No puede haber paz en las condiciones que ustedes pudieron evidenciar, es una zona que ha sufrido bastante. El atraso ha sido grandísimo, tenemos tres corregimientos allá, donde viven 9.000 personas sin ningún tipo de comunicación. No hay acceso a televisión pública y no tienen cómo informarse”, explica el alcalde Antonio José Lara, quien asegura que ha hablado del tema con el Gobierno Nacional para que llegue telefonía, Internet y televisión.

Pero mientras que del Gobierno no reciben ninguna información de lo que pasa en La Habana, o qué será de ellos de ahora en adelante, las Farc han tomado ventaja y desde enero vienen desarrollando reuniones periódicas con los campesinos. “La gente no comenta mucho lo que allí les dicen, cada uno en su casa, aquí hemos aprendido a no hablar de esos asuntos”, asegura el concejal Espinal.

Hector*, un agricultor que escasamente sabe escribir su nombre y contar dinero, ha tenido que asistir a estas reuniones en zonas como La Balsita. “Esa gente baja armada por ahí cada 15 días, y de una le dicen a uno que hay reunión y uno tiene que ir. Al que no vaya, le cobran una multa”, dice al señalar que les hablan sobre cómo deben comportarse. “Ellos dicen que este proceso no tiene reversa. Pero no dicen nada más. Todo el tiempo hablan de que uno tiene que responder por los hijos, llevar la comida a la casa; si no, lo sancionan. Hacen convites para arreglar vías y todos tenemos que ayudar o nos cobran multa o nos castigan. Al presidente de una acción comunal que no fue a la reunión lo pusieron todo un día a quitar la maleza de la carretera. Esa gente es jodida”, cuenta.

Algunos campesinos optan por encerrarse en sus casas para que no los vean y no los obliguen a asistir a la reunión, porque sienten miedo. “Esta comunidad ha sido muy golpeada y la gente solo quiere que este conflicto termine. Estar así es muy complicado”, concluye el padre Rodríguez.

*Los nombres han sido cambiados a petición de las fuentes.

***

Los guerrilleros también están cansados del conflicto

En Dabeiba no sólo los campesinos están cansados de vivir el conflicto y las presiones de uno y otro grupo armado. Los guerrilleros también. “Los muchachos que están aquí dicen que ya se quieren salir, que están cansados. Esta semana que hicieron reunión hablé con varios de ellos y no ven la hora de que les digan a dónde tienen que ir para entregar las armas. Una cosa piensan los que los mandan, pero estos muchachos de aquí ya no quieren saber nada de esto”, comenta Lucía, una habitante de Dabeiba que visita con frecuencia la zona.

Y a pesar de las dudas y temores, los pobladores creen que es importante que la confrontación por fin termine. “Nosotros sí queremos la paz, pero nos da miedo que aprovechen que están todos juntos y otra vez nos destruyan el pueblo, no queremos volver a pasar por eso. Dios quiera que sí sea verdad que quieren la paz”, insiste Julia, otra habitante del lugar.

“Yo lo que les digo es que estemos tranquilos. Vamos a hacer un aporte importante a la paz. Dabeiba, en estos seis meses del año no ha registrado ningún homicidio, es una muestra de que las cosas han ido cambiando y esperamos que la gente aquí se muera de viejita y no por ningún actor armado”, manifiesta el alcalde Antonio José Lara.

Por Maryluz Avendaño

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar