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El reto de reparar a las etnias en Chocó

Betty Eugenia Moreno, directora territorial de la Unidad para las Víctimas en Chocó, y su equipo de trabajo llevan cuatro años creando estrategias para atender de manera más efectiva a la población étnica víctima de la violencia. Hoy tienen el reto de caracterizar a los indígenas que llegaron desplazados a Quibdó y buscarles soluciones integrales a largo plazo. 

Susana Noguera /@011Noguera
25 de julio de 2016 - 10:07 p. m.
Betty Moreno lleva cuatro años a la cabeza de la dirección territorial de la Unidad de Víctimas en Quibdó.  / Gustavo Torrijos
Betty Moreno lleva cuatro años a la cabeza de la dirección territorial de la Unidad de Víctimas en Quibdó. / Gustavo Torrijos

Betty Eugenia Moreno Moreno es la única mujer negra en Colombia con el cargo de directora territorial de la Unidad para las Víctimas. Sobre ella recae la enorme responsabilidad de atender a los sobrevivientes del conflicto armado en 26 municipios de Chocó, un departamento que sigue en guerra, sufre por la presencia de todos los actores armados –neoparamilitares, Bacrim y Eln-  y además tiene unos alarmantes índices de pobreza extrema, desempleo, desnutrición y falta de infraestructura rural.  

A la luz de la situación tan extrema, ella y su equipo de trabajo decidieron tomar medidas igual de grandes: crear estrategias para atender de forma más eficiente las necesidades específicas de la población étnica. Chocó tiene 203.411 víctimas, según el Registro Único de Víctimas (RUV), y más de 148.000 de ellas son de alguna etnia (gitanos, afrocolombianos, palanqueros, raizales o indígenas). Por eso la Unidad de Víctimas en Chocó ha innovado en este tema y elaborado documentos explicando sus hallazgos. Ahora otras direcciones territoriales las están implementado en sus territorios.

Aunque Moreno está feliz por los logros que la dirección territorial ha tenido hasta ahora, también es muy consciente de los problemas que falta resolver. Colombia2020 la visitó en su oficina en Quibdó para hablar acerca del enorme trabajo que representará el posconflicto.

-¿Por qué considera una prioridad crear nuevas formas de atender a la población étnica?

Chocó es un pueblo étnico. El 98% de nuestra población es afro o indígena. Dentro de la los indígenas hay cinco pueblos. Estos cinco pueblos son afectados por el conflicto armado y por la presencia de actores armados. Producto de todo esto hay un componente organizativo que ha tenido una afectación suprema. Las mismas condiciones del conflicto, la desatención del Estado, la falta de oportunidades y los liderazgos mal encaminados han generado ruptura de los procesos organizativos de las etnias. 

-Todo eso genera un reto importante para Quibdó.

Así es. El municipio ha recibido desplazados de cada una de las etnias. De los Embera Katío, de los Embera Chamí, Embera Dóvida, de los Wounaan y de los Tule. Ellos han ido encontrando nuevos liderazgos en Quibdó y entonces empiezan a deslegitimar sus autoridades tradicionales en sus resguardos. Se está gestando un movimiento indígena urbano. El problema es que Quibdó no puede ofrecerles un ambiente propicio para proteger su cultura y su forma de ver el mundo. Los indígenas son rurales, trabajadores del campo, tienen un afecto especial por el río, desarrollan actividades de caza o recolecta.

Para ellos la tenencia de la tierra no es solo su forma de subsistencia sino que en ella se desarrolla su idea de libertad. Al llegar a la ciudad no encuentran eso. Es claro que los indígenas pueden moverse libremente por su territorio pero también es cierto que las ciudades tienen limitaciones de tierra y peor en Quibdó, donde la mayoría de tierras son territorios colectivos de los afrocolombianos y solo el 2% es de privados.

-Además de la tierra ¿Qué otros retos ha enfrentado la Unidad de Víctimas en Quibdó?

Aterrizar la teoría de la atención a víctimas a la realidad del territorio. Me he tenido que hacer preguntas específicas: ¿Cómo atender a una mujer indígena de la zona rural? ¿Cómo proteger a una niña negra en la zona urbana? Todas son esas preguntas me han servido para crear las rutas de atención especiales para las etnias. He armado documentos que me permitan desarrollos especiales para las poblaciones más vulnerables.

Cuando empecé a trabajar en la dirección tampoco había suficiente información sobre las víctimas étnicas en el departamento así que nos pusimos a la tarea de reconstruir los desplazamientos masivos para poder ir a las zonas y ver cuántas víctimas faltaban por registrarse. Hay una realidad y es que no todos los indígenas que sufrieron la violencia están en el Registro Único de Víctimas y como esa es nuestra herramienta de trabajo si no están ahí es muy difícil atenderlos. Con esta reconstrucción pudimos añadir a cientos de personas al RUV. No hemos terminado el proyecto pero ya hay muchos indígenas incluidos. 

-¿Qué otras acciones concretas ha creado para atender a la población étnica?

En el centro de atención a víctimas de Quibdó creamos una atención especial para adultos mayores, mujeres en embarazo e indígenas porque ellos son una minoría vulnerable que debe viajar desde más lejos para acceder a los servicios que brinda el centro. También tenemos muy en cuenta la importancia de contratar enlaces de víctimas de las diferentes etnias para que, en caso de que las víctimas lo necesiten, se puedan comunicar con ellas en su idioma y de manera más clara.

Esa ruta de atención fue aprobada por los líderes indígenas. Finalmente lo que busca es garantizarle los derechos y cerrar la brecha de extrema pobreza y vulnerabilidad en la que se encuentran. Hay que lograr que alcancen un mínimo nivel de desarrollo para garantizar la pervivencia física y cultural de los pueblos indígenas.

-O sea que ha tenido que hacer pedagogía sobre la atención a las víctimas.

Muchísima. Tanto a los funcionarios municipales y departamentales como a los mismos líderes de víctimas. Algunos no entienden cómo funcionan las rutas de atención y vienen a pedirme cosas como si fueran favores personales. Yo les tengo que decir esto no es un favor, es un derecho básico y el Gobierno ha establecido una forma específica para que ellos y todas las demás víctimas puedan acceder a vivienda digna, educación, justicia etcétera. 

-¿Cómo han impactado todos estos cambios al interior de su equipo de trabajo?

Los cambios han sido buenos. Para poner en práctica el enfoque diferencial nombré una mujer indígena como enalce de enfoque étnico. Fue muy difícil que me aceptaran eso pero cuando se logró aquí, se empezó a replicar en otras zonas del país. Me tocó hacer un escrito para hacer toda una conceptualización de cómo contratar a una persona indígena. Lo ideal es que yo debería contratar un indígena por cada etnia porque he notado que no es lo mismo que esta negra vaya a hablar con las comunidades a que sea alguien que conoce sus costumbres y su idioma. Hoy cinco indígenas trabajan en la Unidad de Víctimas de Quibdó. 

Otro reto fue hacerle entender a las etnias que los indígenas que contraté no representan a nadie. Son profesionales que, además de sus conocimientos técnicos, pueden aportar una visión étnica a su equipo de trabajo.

-Para las víctimas de las diferentes etnias la representación en las diferentes instancias políticas es clave.

Claro. Por eso, en febrero de 2014, empecé un proceso para lograr que los indígenas tuvieran más representación en el departamento. Logramos construir un mandato indígena para el Chocó, es el primero del país. Gracias a ese mandato ellos tienen asientos en la junta de salud, en el comité departamental de educación y en el de justicia transicional. Pero lo más importante del mandato fue lograr que los indígenas se unieran y se vieran como un solo pueblo, respetando sus diferencias étnicas, pero como un solo pueblo.

-¿Cuál es el siguiente paso que debe dar la dirección territorial?

Aunamos esfuerzos con Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) para hacer una caracterización de la población indígena en Quibdó. Esta caracterización no es solo recolectar datos sino que significa entender a fondo cuál es la situación que enfrentan los indígenas de la zona y sirve para aunar esfuerzos con la Alcaldía y la Gobernación para una respuesta a corto y largo plazo.

-¿Cuáles son los retos de esta caracterización?

Lo primero es que son diferentes grupos étnicos los que se han desplazados hacia Quibdó entonces hay limitantes de lenguas. Además en toda la caracterización y los proyectos que iniciemos debemos también fortalecer los líderes tradicionales de las comunidades indígenas del Chocó en los resguardos para que ellos puedan velar por los derechos de la comunidad ahí mismo en su territorio.

Por Susana Noguera /@011Noguera

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