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Verdad y perdón, las tareas que dejó el papa Francisco

El pontífice fue claro en que por más dolorosa que sea la verdad, ésta no puede ser instrumento de venganza, sino que debe servir para perdonar.

Jhon Moreno
09 de septiembre de 2017 - 02:26 a. m.
El momento en que una de las víctimas abraza al papa Francisco, en el acto litúrgico que se realizó en Villavicencio ayer en la tarde. / EFE
El momento en que una de las víctimas abraza al papa Francisco, en el acto litúrgico que se realizó en Villavicencio ayer en la tarde. / EFE
Foto: EFE - ALESSANDRO DI MEO

Tal como se esperaba, el Encuentro de Oración por las Víctimas resultó ser tan emotivo, que hasta el mismo papa no pudo ocultar los sentimientos que le producían los testimonios de quienes sufrieron en carne propia el conflicto armado. Incluso confesó que desde que había llegado a Colombia, el pasado miércoles, esta reunión era una de las más esperadas.

Luego de su descanso de mediodía, tras una eucaristía ante más de 650.000 personas, el sumo pontífice llegó puntual al coliseo de ferias del parque Las Malocas de Villavicencio, para cumplir la cita a casi 7.000 personas que se reunieron para escuchar su mensaje sobre el perdón y la verdad.

Lea: El mensaje del papa Francisco a la víctimas en Villavicencio

Como el protocolo establecía que sólo cuatro testimonios se escucharían, el auditorio estaba lleno de mensajes de paz que fueron puestos por las demás víctimas, en los que se leían frases alusivas al perdón. Y lo muestra el mismo auditorio, pues esta vez víctimas y victimarios compartían un mismo espacio y no se diferenciaban los unos de los otros. “Esto es para hacer hermanos”, expresó uno de los asistentes antes de comenzar el acto.

Los testimonios fueron una muestra de la fe, la experiencia viva de que es posible la reconciliación. Allí las víctimas, con sus procesos de resiliencia, le contaron al papa sus experiencias de vida. Y, sin duda, el testimonio que más marcó al pontífice fue el de Pastora Mira García, quien llegó de San Carlos (Antioquia). Contó que cuando tenía seis años le asesinaron a su padre, años después acribillaron a su esposo, y como si no fuera suficiente, le desaparecieron a una hija, que después apareció muerta. El mismo destino que corrió su hijo Jorge Aníbal.

“Ustedes llevan en su corazón y en su carne las huellas de la historia viva y reciente de su pueblo, marcada por eventos trágicos, pero también llena de gestos heroicos, de gran humanidad y de alto valor espiritual de fe y esperanza”, dijo el papa a las víctimas.

La verdad

Pero así como se conmovió con los testimonios, el papa Francisco también reclamó para que esta verdad, que es tan dolorosa de escuchar, pero sobre todo de vivir en carne propia, no se convierta en un motivo para generar más odios.

“No debe transformarse en instrumento de venganza sobre el más débil, sino más bien la verdad debe conducir a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos; verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos; verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y abuso”, manifestó el máximo jerarca católico.

Por eso, seguidamente, reclamó a Colombia que debe abrir su corazón a Dios y dejarse reconciliar.

“Queridos colombianos, no tengan miedo a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes y limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios y renunciar a las venganzas”, reiteró el papa en su encuentro.

Fue claro en decir que la convivencia debe estar basada en la justicia, la verdad y en la creación de una cultura del encuentro fraterno. Agregó, además, que el Cristo de Bojayá, a quien se le rindió homenaje durante la ceremonia como símbolo de la mutilación que dejó la guerra, “nos enseña a que el odio no tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la violencia”, agregó.

El papa recordó que el Cristo mutilado de Bojayá es el símbolo de la tragedia de ese pueblo de Chocó, de muerte, dolor y sangre derramada, pero a la vez del valor de un pueblo que conservó la esperanza y el amor.

“Ver a Cristo así, mutilado y herido, nos interpela. Ya no tiene brazos y su cuerpo ya no está, pero conserva su rostro y con él nos mira y nos ama. Cristo roto y amputado, para nosotros es ‘más Cristo’ aún, porque nos muestra una vez más que él vino para sufrir por su pueblo y con su pueblo; y para enseñarnos también que el odio no tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la muerte y la violencia. Nos enseña a transformar el dolor en fuente de vida y resurrección, para que junto a él y con él aprendamos la fuerza del perdón, la grandeza del amor”, aseguró el pontífice.

Y continuó en su reflexión mencionando que la verdad es fundamental en todo proceso hacia la consolidación de la paz. E hizo un llamado -pese a no hacer alusión directa- a uno de los temas más complejos a lo largo del Acuerdo Final pactado con la guerrilla de las Farc: la verdad.

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El papa concluyó diciendo que aunque en Colombia todavía existe el riesgo de vivir bajo el lastro de lo que denominó la “cizaña”, el valor de la gente tiene que vencer el pesimismo y el miedo. “Ustedes estén atentos a los frutos, cuiden el trigo y no pierdan la paz por la cizaña”.

Al final de la ceremonia, Daniela Giraldo, una de las víctimas asistentes, manifestó que venía por la emoción de ver a personas que antes no se podían ver frente a frente y hoy hasta oraron unidos.

“El papa vino a unir a las personas y a las familias, hayan sido guerrilleros, paramilitares, desplazados o amenazados políticos. Esto es una unión para compartir y retirar todos los rencores”, explicó la joven a la salida de la ceremonia.

Por Jhon Moreno

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