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“Protagonistas de la guerra deben estar en la implementación”: Patrick Colgan

El expresidente del Fondo de la Unión Europea para la implementación de los acuerdos de paz en Irlanda del Norte estuvo en Colombia y Cuba contando la experiencia de su país en el posconflicto.

Alfredo Molano Jimeno* / @AlfredoMolanoJi
01 de agosto de 2016 - 12:18 a. m.
Patrick Colgan trabajó durante doce años en el Fondo de la Unión Europea para la implementación de los acuerdos de paz con el IRA.  / Cristian Garavito
Patrick Colgan trabajó durante doce años en el Fondo de la Unión Europea para la implementación de los acuerdos de paz con el IRA. / Cristian Garavito

Patrick Colgan es un norirlandés que durante doce años trabajó en la en el Fondo de la Unión Europea para la implementación de los acuerdos de paz entre el IRA y los gobiernos del Reino Unido e Irlanda. La experiencia de este filósofo y economista en el manejo de los recursos y programas que se ejecutaron en el posconflicto de su país ha llamado la atención de la mesa de conversaciones, que hoy está discutiendo el último punto de la agenda, que precisamente versa sobre la verificación, implementación y refrendación de los acuerdos de paz.

Colgan estuvo hace unas semanas en La Habana (Cuba) reunido con los delegados de las Farc y luego viajó a Colombia para entrevistarse con el equipo negociador del Gobierno y altos funcionario que trabajan en el alistamiento del Estado para el aterrizaje del proceso de paz al territorio nacional. Y es que, para la mesa de diálogos, la experiencia de Irlanda del Norte ha sido un referente para muchos aspectos y en estos momentos de cierre de las negociaciones las lecciones de Europa pueden ser muy útiles para encontrar el cierre del conflicto más antiguo del hemisferio occidental.

-¿Cuál fue la experiencia de Irlanda del Norte en la implementación de los acuerdos de paz?

El proceso de paz nuestro se realizó entre 1994 y el 28 de julio de 1998, cuando se firmó el Acuerdo de Viernes Santo. Para la implementación de lo pactado se creó un fondo especial independiente que se encarga de materializar lo acordado financiando programas, auditando los dineros que se invierten y coordinando las organizaciones y entidades que toman parte en la ejecución de acciones de paz. Y sin duda el éxito de la implementación de los acuerdos de paz fue la independencia que se tuvo de los gobiernos del Reino Unido e Irlanda, y del IRA.

-¿Cómo funcionaba ese programa de implementación de la paz?

Nosotros rendíamos cuentas a los gobiernos y al comité de seguimiento a los acuerdos de paz, pero éramos independientes de éstos. Y creo que esa es la experiencia que podría ser interesante para lo que se discute actualmente en La Habana: el punto 6 del acuerdo, en donde se tendrán que acordar los detalles de cómo se levanta la institucionalidad para el fin de la guerra. Lo otro valioso de nuestro proceso fue la creación del comité de seguimiento a los acuerdos, en el cual tenían voz los gobiernos, la Unión Europea, los excombatientes y exprisioneros, las víctimas, la sociedad civil, las ONG y las comunidades. Presidí ese comité por doce años.

-¿Qué funciones tenía el fondo de implementación?

Desde 1995 hasta 2020 invertiremos $2.000 millones de euros. A nosotros nos tocaba trabajar con la agencias, dar los recursos y poner en marcha un sistema de auditoria y gobernabilidad. Y en ese camino fue muy importante implementar los acuerdos sobre la base de la descentralización de las estructuras, empoderando a las personas y organizaciones. Eso nos permitió implementar 23 mil programas en todo el territorio.

-¿Qué impacto tuvo la implementación de los acuerdos?

Piense lo que significa invertir esa cantidad de dinero en un país con una población de poco más de 2’000.000 de personas y en un territorio de 25 kilómetros cuadrados. Hicimos 23 mil proyectos y tuvieron un efecto muy positivo en la vida de la gente y en la cultura del país.

-¿Cuál era el panorama tras la guerra?

Teníamos una población de 40.000 prisioneros en el momento del acuerdo. Así que el proceso de reintegración de excombatientes fue un trabajo arduo. También teníamos más de 35 mil víctimas, entonces los programas se concentraron en temas de economía productiva, empleo y cultura rural y urbana.

-¿Cuál fue la fórmula para que los programas de implementación llegaran a todos los rincones del territorio?

Hicimos un énfasis muy grande en el trabajo con los municipios desarrollando su capacidad y competencias. Los programas se diseñaron para el bienestar de las comunidades y para esto la clave fue la asociación con ONG, sociedad civil, sindicatos, empleadores, empresas, víctimas, excombatientes y exprisioneros. Es decir, en cada lugar donde se implementaban programas, nosotros trabajamos en una cooperación íntima con estos grupos sociales. Eso requirió una inversión financiera muy grande y por lo mismo un esfuerzo profundo en la lucha contra la corrupción y fue muy exitoso, porque nació una cultura nueva de hacer las cosas. Eso tardó unos años, pero al fin se consiguió.

-Usted habló de lo importante que fue la pluralidad de voces en el comité de seguimiento de los acuerdos, explíquenos un poco más sobre eso.

Con el fondo de implementación se creó el comité de seguimiento, al que le rendían cuentas las juntas directivas para la aprobación de las solicitudes de financiación de proyectos individuales. Eso nos puso en contacto con agencias, entidades y municipios. Se crearon 56 organismos de implementación que cubrían todo el territorio, en un trabajo conjunto entre instituciones del Estado y organizaciones. Esos cuerpos de implementación recibían los recursos y los invertían en programas y planes que operaban según unos criterios acordados en el comité de seguimiento, en el que participaban todos los sectores sociales y políticos.

-También mencionó que la lucha contra la corrupción fue vital para el éxito del posconflicto...

Las auditorías se plantearon en tres niveles. Uno previo, tanto para el programa como para los proyectos individuales, en el que se verificaba que estuvieran dirigidos según a los criterios establecidos. Luego hacíamos otra auditoria para comprobar que se fueran cumpliendo las metas. Y al final se hacía un balance de cierre. Eso nos dio mucha experiencia identificando la corrupción en sus distintas formas. Obviamente tuvimos situaciones, pero poco a poco cambió la cultura y crecieron las competencias de la gente. El resultado fue que las auditorías que nos ha hecho la Corte de Luxemburgo de la Unión Europea, nos han dado siempre el certificado de cumplimiento.

-Tras reunirse con los delegados de la mesa de diálogos de La Habana, ¿cuál cree que puede ser la principal lección que deben tener en cuenta para la implementación del acuerdo final de paz?

Para nosotros fue muy importante mantener la independencia del proceso de implementación. Sólo así conseguimos la confianza de la sociedad y de los protagonistas del proceso de paz. Quienes hacen los acuerdos deben tener la certeza de que el encargado de implementarlos es un organismo confiable. Lo otro que creo que puede servirle a Colombia es la inclusión que se hizo en Irlanda de la sociedad en el proceso. La inclusión de la voz de los excombatientes, prisioneros y víctimas en la mesa de seguimiento fue importante. No es sencillo, pero es fundamental. No es sostenible el acuerdo de paz si no se vincula a los protagonistas de la guerra en la implementación.

-¿Qué tipo de programas hicieron los excombatientes?

Se trabajó mucho en programas de generación de empleo, de capacitación, de su fortalecimiento como líderes comunitarios. Se trabajó con los jóvenes para evitar la polarización. Con los reinsertados y las víctimas hubo mucho énfasis en la recuperación psicosocial. Va a costar mucho la implementación de los acuerdos en Colombia. Nosotros empezamos con un fondo pequeño y en los primeros cinco años creció cinco veces la inversión. Entre el 2000 y el 2006 tuvimos recursos por más de mil millones de euros. El 75 % de la financiación vino de la Unión Europea y el otro 25 % lo dieron los gobiernos de Irlanda y Reino Unido. Lo que hay que entender es que esto llevará tiempo, que se necesitan programas de respuesta inmediata para los primos cuatro años, pero que también hay que planificar a largo plazo, sobre la pregunta de qué tipo de sociedad se quiere construir y cómo se reconcilia una sociedad enfrentada.

Por Alfredo Molano Jimeno* / @AlfredoMolanoJi

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