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No le tengamos miedo a la verdad, que la verdad sana: Pablo Catatumbo

El jefe guerrillero dice que en la Comisión de la Verdad deberán converger todos los relatos y todas las visiones en pos de una verdad sanadora y emancipadora. Habla del perdón como determinación fundamental para la reconciliación de Colombia.

Diego Arias
16 de abril de 2017 - 01:09 a. m.
“Pablo Catatumbo” fue comandante del bloque Occidental de las Farc, responsable del secuestro de los diputados del Valle del Cauca / Luis Robayo
“Pablo Catatumbo” fue comandante del bloque Occidental de las Farc, responsable del secuestro de los diputados del Valle del Cauca / Luis Robayo

No es fácil pasar de la guerra a la paz, y menos aún transitar hacia la reconciliación. Lo primero supone, esencialmente, dejar atrás las acciones armadas y el acuerdo para un ejercicio político pacífico en la disputa por el poder, de lo cual no resulta extraño que surja un país dividido y polarizado. Pero el mérito de la reconciliación es que permite sanar viejas, profundas y dolorosas heridas, sin lo cual es imposible alcanzar el ideal de una visión compartida como nación fundada en un compromiso realmente colectivo.

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Nadie está obligado a perdonar. En su ausencia, un país puede lograr incluso la convivencia pacífica, pero, sin un perdón ofrecido y aceptado, ¿es posible la reconciliación? Muchos creen que no, pues el perdón es lo que permite restituir los vínculos entre víctimas, ofensores y sociedad que la violencia y la guerra han destruido. Sólo así puede ser recuperada o construida la creencia en un destino común.

De las Farc de Oslo (2002), cuando se instaló la mesa de negociaciones de paz a las de hoy —en pleno tránsito a la legalidad— hay un cambio sustantivo en muchos aspectos que hay que saber reconocer y valorar. Uno de ellos es su disposición a pedir perdón a las víctimas mediante manifestaciones y actos concretos de reconocimiento temprano de responsabilidades, cuando bien habrían podido optar por una expresión de simple “rectificación”.

El perdón tiene sobre todo una dimensión espiritual, pero también otra política, que en el caso de Colombia está siendo relevante por cuenta del proceso de paz. Podrán decir algunos críticos que son manifestaciones tardías e insuficientes de parte de la guerrilla, pero en todo caso nadie podrá decir que no van en la dirección correcta y que se requiere, además, que otros actores hagan lo mismo. En esta entrevista Jorge Torres Victoria, más conocido como Pablo Catatumbo, le responde a El Espectador sobre el tema.

En Oslo, en la instalación de la mesa de negociación, las Farc parecieron muy displicentes con sus víctimas (el “quizás, quizás, quizás” de “Santrich”). ¿Qué cambió en el curso del proceso?

Nuestra conducta nunca ha sido displicente con las víctimas. Recuerde que en Oslo estábamos en el contexto de los años más agudos de la guerra. Por ejemplo, hacía pocos meses nuestra contraparte había asesinado en indefensión a nuestro comandante superior, Alfonso Cano. Un ambiente tensionado y lleno de desconfianza era de esperarse. Pero no hay que olvidar que Oslo fue el punto de partida para un proceso que se demoró algún tiempo en generar confianza mutua, pero lo logramos.

Ustedes han ido más allá de una “rectificación” y han pedido perdón, ¿cómo y cuándo llegan a esa postura?

Cuando vimos que efectivamente existían unos cimientos fuertes para lo que hoy tenemos: el fin de la guerra. No es el fin del conflicto social, pero sí el fin de la guerra. Nuestra certeza, nuestras convicciones —en la guerra o en la paz— nos llevaban siempre a que tarde o temprano todos tendríamos que asumir la verdad del conflicto, así que, conociendo la naturaleza del mismo, nunca estuvimos negados a una postura reconciliadora de cara a las víctimas.

Ahora, el perdón tiene un valor espiritual y también político...

Somos actores políticos. Todo cuanto hagamos es político. Nuestra plataforma política se basa en la reconciliación y la reconstrucción nacional. Y no es posible la reconciliación sin perdón: esa es una determinación fundamental para que Colombia tenga futuro.

En el caso de los diputados del Valle, ¿cuál ha sido su reflexión?

Mi reflexión es que se trata de un hecho lamentable que nunca debió haber pasado y que el Valle del Cauca requiere sanar esa herida. De nuestra parte está toda la disposición para hacerlo.

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¿Siente que ha habido correspondencia entre familiares y sociedad en general frente a este gesto?

Creo que son dos cuestiones cualitativamente distintas. De un lado está lo que sientan los familiares, que es lo fundamental en todo esto. Del otro, la capacidad que pueda tener la sociedad vallecaucana en su conjunto de construir un relato común que permita superar este hecho lamentable y construir futuro.

¿Cómo ha sido el proceso de estar frente afrente con familiares, por ejemplo, de los diputados?

Es duro, pues fue un hecho muy lamentable, pero hay que hacerlo. Es una obligación moral de primer orden.

¿Le ha sorprendido la actitud tan clara y firme de muchos de los hijos de las víctimas?

La asumo con comprensión y con mucho carácter.

¿Cuál fue su postura al tener en frente a Sigifredo López?

La de reconocer nuestra responsabilidad ineludible frente a todo ese enorme dolor causado.

¿Hoy que le diría a una mamá, esposa, hijo o hija, hermano o hermana de una víctima del caso de la Asamblea del Valle que le diga que no los perdona?

Que el camino de la reconciliación está abierto y que los principales beneficiarios de ello serán nuestros hijos, Colombia entera y los compatriotas del futuro.

Las Farc han asumido su responsabilidad al más alto nivel. ¿Les darán la cara a los familiares los mandos de la guerrilla a cargo de su custodia y muerte?

Así lo hemos asumido, somos luchadores por el cambio, es una posición de principios. ¿Por qué habríamos de dejar de hacerlo?

Ustedes han dicho que, frente a la Comisión de la Verdad, en su momento darán a conocer toda la verdad de lo sucedido. ¿Qué falta por conocer?

La Comisión de la Verdad es una oportunidad enorme para una nación en la que históricamente ha regido la impunidad y en la que deberán converger todos los relatos y todas las visiones en pos de una verdad que sea realmente sanadora y emancipadora. Esta guerra fue terrible. Aquí casi todo está por conocerse, ¿por qué quitarle su contenido en pos de una chiva? No le tengamos miedo a la verdad, que la verdad sana.

-Los retos de la Comisión de la Verdad-

La semana pasada, el presidente Santos firmó los decretos que crean la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas en el marco del conflicto armado. “En mi experiencia de todos estos años, lo que más exigen las víctimas —por encima incluso de las reparaciones o de la justicia— es la verdad”, dijo el mandatario.

La Comisión de la Verdad conocerá del esclarecimiento de los más graves hechos ocurridos en el marco del conflicto armado, cometidos por todas las partes involucradas. Tendrá una duración de tres años, con un período anterior de preparación de seis meses, y estará integrada por 11 comisionados, quienes se podrán postular de manera amplia y pluralista, asegurando la participación de todos los sectores de la sociedad. El procedimiento para la postulación y la selección lo definirá un comité de escogencia imparcial e independiente, que es el mismo que debe escoger otros altos funcionarios del Sistema Integral de Justicia, como los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

-El acto del 3 de diciembre de 2016-

El sábado 3 de diciembre de 2016, en un acto realizado en la iglesia de San Francisco, en Cali, las Farc reconocieron su responsabilidad en el crimen de los 11 diputados del Valle, que murieron en cautiverio en 2007, y les pidieron perdón a sus familiares.

En su discurso, Pablo Catatumbo señaló que el secuestro de los diputados, que terminó en su muerte, nunca los tuvo a ellos como objetivos, sino a la institucionalidad, la Asamblea del Valle. “Pedimos perdón a las familias, víctimas y a la sociedad vallecaucana por un hecho que no nos enorgullece y que va en contravía de nuestros principios e ideales. Estos lamentables hechos contribuyeron a profundizar nuestra reflexión sobre la necesidad de acabar con más de 50 años de conflicto armado”, dijo.

Por Diego Arias

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