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La historia detrás de la pala que Santos le regaló a Timochenko

La metamorfosis de un fusil AK-47 a pala y su exhibición en el Museo Militar de Colombia, habla bien de los caminos de entendimiento que se trazan en esta etapa de posacuerdo, en una Colombia empeñada en dejar atrás la guerra y sus horrores.

José Obdulio Espejo Muñoz.
27 de junio de 2017 - 05:10 p. m.
 El maestro Sastoque es conocido como el artista que promueve la paz a través de su oficio. / Cristian Garavito
El maestro Sastoque es conocido como el artista que promueve la paz a través de su oficio. / Cristian Garavito

Cuando en la primavera de 1947 Mijaíl Kaláshnikov diseñó el AK-47 ‒acrónimo con el cual se conoce este fusil de asalto soviético‒, jamás imaginó que su letal invento tendría un uso distinto a sembrar la muerte en los campos de guerra de los cinco continentes.

El Avtomat Kaláshnikov 47 o AK-47 ‒que debe su denominación al segundo nombre y al primer apellido de su creador, así como a la fecha de su factura‒ es el arma de fuego más usada en las conflagraciones que sobrevinieron a la Segunda Guerra Mundial.

Fue y será el fusil por excelencia entre los combatientes de África, Centroamérica, Oriente Medio y Sudamérica, especialmente entre las guerrillas de corte marxista de la década de los ochenta, tendencia que vino en aumento tras el fin de la Guerra Fría.

Con el particular toque de Hollywood, una coproducción cinematográfica de Estados Unidos, Alemania y Francia, entrega el papel estelar a este fusil soviético en más de una de sus escenas. Me refiero a Lord of war ‒Hombre peligroso en Latinoamérica‒, cinta protagonizada por Nicolas Cage.

Yuri Orlov (Cage), reconocido traficante internacional de armas, deja entrever en este filme de 2005 que el AK-47 es la encarnación en la tierra del Ángel de la Muerte.

Pero quién lo creyera, sería un colombiano el responsable de encontrarle un uso pacífico al Kaláshnikov, del que se estima hay vendidas más de 100 millones de unidades en el mundo, la mayoría todavía en circulación.

Se trata de Alex Sastoque, nombre que quizá no dice nada a los colombianos del común, pero que, en el prominente universo de las artes plásticas, su sola mención despierta la admiración de críticos, expertos y personas que gustan del arte.

Metamorfosis

Si bien el maestro Sastoque no es el primer artista colombiano que transforma un instrumento de guerra en instrumento de paz −pues el músico César López creo la ‘Escopetarra’ en 2006−, su propósito de suscitar caminos de entendimiento entre los colombianos a través de su arte jamás deja de rondar por su cabeza.

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Habla con orgullo de su fusil-pala, pues, como asegura, en el arte internacional confluyen diferentes movimientos y corrientes como el Bullet Art, que convierten armamento en obras escultóricas e instalaciones.

“Hay reconocidos artistas como el maestro africano Gonçalo Mabunda, a quien tuve el honor de conocer en Dubái en su última exhibición Make art not War, trabajando con armamento y arte, como también el artista Akram Abul Fuz, quien, desde Siria, convierte en arte los proyectiles de mortero que hacen parte de su paisaje cotidiano”, dice.

“Metamorfosis es única en el mundo, primero por ser un rifle AK-47 convertido en herramienta de cultivo y, segundo, por ser elaborada a partir de armas que pertenecieron un grupo ilegal como las Farc en Colombia. La obra es única ya que nace en un momento icónico e histórico que atraviesa Colombia”, agrega.

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La idea le devino de los taitas y mamos de las comunidades indígenas de Colombia que han inspirado gran parte de su obra. En 2007, estando con la comunidad Inga en Puerto Limón, Putumayo, mientras investigaba en diferentes comunidades indígenas de Colombia sobre rituales enteogénicos -es decir, con la ingesta de preparados de sustancias vegetales con propiedades psicotrópicas-, tuvo esta visión.

“En medio de una práctica espiritual de carácter enteogénico -asegura-, sentí el dolor del hambre en el mundo, y con ello llegaron a mi mente visiones de los ejércitos cultivando el alimento para calmarla. De allí llegó inmediatamente la visión de un fusil convertido en una herramienta de cultivo”.

Así nació Metamorfosis, nombre con el que el artista bautizó su obra, pues tomó un AK y fundió una pala en el cañón del fusil, en un proceso plástico de realización y materialización de la pieza que conjuga varios métodos y técnicas, entre estas: la fundición a la cera perdida, bocetos bidimensionales, aleación de metales,  modelado, corte metal, soldadura, ensamblaje, pulido y montaje.

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Frente a él revoloteaba esta idea, pero también la que consideraba, quizá, la mayor de las dificultades. ¿Quién le suministraría un arma de fuego de largo alcance para materializar la obra?  Entonces apareció en su vida el general retirado Manuel José Bonett Locarno, quien intercedió para que las Fuerzas Militares le entregaran el primer AK-47.

La presentación en sociedad del fusil-pala se hizo con la venia de artistas nacionales e internacionales, entre los que se cuentan Aterciopelados, Alerta Kamarada, Alex Grey, Ena Love y Amanda Sage. Luego, fue entregada formalmente al presidente Juan Manuel Santos Calderón, en el marco de la firma de los acuerdos de paz de La Habana suscritos en noviembre de 2016.

“La obra escultórica Metamorfosis, que hace parte de la serie ‘Cultivemos la Paz‘, fue realizada a partir de un rifle AK-47, el cual convertí en una herramienta de cultivo y da como resultado una obra de arte que representa la paz para la humanidad”, explica este artista plástico.

Luego de conocer la obra, el reconocido curador de arte Ricardo Toledo Castellanos conceptuó: “transmutando rifles en palas, el artista Alex Sastoque actualiza los llamados de las autoridades ancestrales a restaurar nuestro vínculo sagrado con la vida”.

La obra hizo parte de una exhibición internacional en Beirut, Líbano, en el marco del proyecto Urban Dawn/Curator 19.90. Igualmente se exhibió como parte del proyecto ´Cultivemos la Paz´ en la embajada de Colombia de los Emiratos Árabes Unidos y en galerías de Los Ángeles, Chicago y Miami, Estados Unidos, así como en Panamá y Aruba.

Su última exposición al público tuvo lugar  durante la 16ª Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz, celebrada en Bogotá, en febrero de este año.

 

Viaje al Museo Militar

Pero ahora venía otra prueba de fuego: exhibir Metamorfosis en el Museo Militar de Colombia (MMC). Este gesto podría ser interpretado por diferentes sectores de la sociedad –entre estos, militares activos y retirados y colombianos que votaron por el no en el plebiscito− como un llamado desde el alto mando castrense para que los soldados se despojaran de las armas que, por más de 200 años, han empuñado en defensa de la patria.

Una vez más, otro militar –el general Juan Pablo Rodríguez, comandante de las Fuerzas Militares− extendió su mano salvadora, como lo hiciera en su momento el general Bonet Locarno, cuando el fusil-pala era apenas una vaga intención en la mente del artista bogotano.

Tres o cuatro argumentos de peso influyeron en la decisión. En primer lugar, que el AK-47 es usado por las guerrillas y no por las Fuerzas Militares. En segundo lugar, al reemplazar la boca de fuego del arma por una pala, es obvio que la obra contribuye desde la cultura a consolidar los acuerdos de paz y el posconflicto, máxime cuando este fusil soviético fue uno de los más empleados por las Farc.

En tercer lugar, el uso de la pala como elemento de simbolismo es, asimismo, coherente con la naturaleza de los soldados, pues las filas de las instituciones castrenses están integradas por hombres y mujeres, venidos en su gran mayoría del campo. A diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, los militares en Colombia no hacen parte de las castas o élites dominantes.

Finalmente, un cuarto y último factor de decisión lo constituye la importancia estratégica que ha venido adquiriendo el MMC en los planes futuros de las Fuerzas Militares. Las visitas de connacionales, pero sobre todo de ciudadanos extranjeros, se han duplicado en los últimos años.

En 2016, más de 115 mil personas visitaron las instalaciones del MMC, incluidos 9.031 extranjeros, frente a 40.000 en 2015. En apenas seis meses de este año, los visitantes de otros países suman más de 6.000, mientras  los nacionales superan los  51.000.

Tal volumen de visitas se explica en el hecho de que el museo está situado en el centro histórico de La Candelaria, recientemente fue incluido en la Guía de Turismo Cultural de Bogotá y su dirección se encomendó a un oficial del Ejército, pero con posgrados en historia.

Metamorfosis aterrizó en la ‘Sala de la Victoria’, una de las nuevas atracciones del MMC, la cual, a futuro, exhibirá armas, uniformes y documentos inéditos de operaciones como Jaque, que permitió la liberación de Ingrid Betancourth y otros 14 secuestrados en poder de las Farc, y Fénix, en la que murió ‘Raúl Reyes’.

 

El maestro

Considerado uno de los exponentes colombianos más representativos del surrealismo, el maestro Sastoque es conocido como el artista que promueve la paz a través de su oficio.

Los críticos dicen que el trabajo de este virtuoso está fundamentado en enseñanzas de paz, armonía y hermandad de la pacha mama, que proyecta tras combinar tres técnicas: pintura, escultura y performance.

Identificado con el llamado arte visionario, este artista plástico bogotano ha expuesto su obra en el museo del Palacio Palffy, en Josefsplatz, Viena; en Christie's, New York; Centro Cultural de Nayarit, México, y en Scope Miami y Moksha Gallery, Miami. En Colombia, su obra ha sido vista en los museos Nacional, de Arte Moderno de Bogotá, de Antioquia y de Arte Contemporáneo.

El genio irreverente de Alex Sastoque no termina con su fusil-pala. Quiere que los militares le donen blindados, cañones, bazucas, granadas, aviones y helicópteros, con el objeto de continuar su serie de obras de arte.  Incluso, ya tiene los bocetos de una obra que él llama Torre de la paz, que tendría más de 380 metros de altura (más alta que la Torre Eiffel), con la forma de una cadena de ADN, es decir un símbolo de vida.

“Actualmente trabajo en mi propuesta para la creación de tres monumentos que se construirán con el armamento fundido de las Farc, monumentos que se mencionan en los  acuerdo de Paz de La Habana”, concluye.

Por José Obdulio Espejo Muñoz.

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