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La Defensa Civil se queda en las zonas veredales, dice su director

Desde que la institución llegó a las zonas el pasado 26 de marzo, ha evacuado a 34 integrantes de las Farc y 26 personas de las comunidades aledañas, reporta el general Miguel Pérez Guarnizo.

Gloria Castrillón / Nicolás Sánchez A.
12 de abril de 2017 - 03:29 p. m.
El general (r) Pérez Guarnizo combatió al Bloque Oriental de las Farc durante años, hoy apoya la asistencia médica en las zonas veredales donde la guerrilla está dejando las armas.  / Gustavo Torrijos
El general (r) Pérez Guarnizo combatió al Bloque Oriental de las Farc durante años, hoy apoya la asistencia médica en las zonas veredales donde la guerrilla está dejando las armas. / Gustavo Torrijos

“Las zonas veredales no son de las Farc, son territorio colombiano y la Defensa Civil, que es la institución de atención humanitaria más grande del país, estará en cada lugar donde haya un ciudadano que lo requiera”. Con esta contundente frase el director de la entidad, general Miguel Pérez Guarnizo, le contestó a esta guerrilla, que en las últimas horas dijo no aceptar la presencia de ese organismo en las zonas donde sus unidades se concentran para dejar las armas.

Con su acostumbrado tono recio y retador, el general explicó que, desde el 26 de marzo, fecha en la que entró a 22 zonas veredales, ha prestado el transporte asistencial básico a 26 personas de las comunidades, a 34 integrantes de las Farc, a dos miembros del Mecanismo de Monitoreo y Verificación y a un miembro de fuerza pública.

Y recordó que la Defensa Civil asumió la responsabilidad de poner en cada zona veredal ambulancias y personal especializado, a pedido del gobierno nacional. “El Alto Comisionado para la Paz vio la capacidad de respuesta que tenemos en estas situaciones”, dice el general y refiere un episodio que ocurrió en un punto de preconcentración de Putumayo.

“Evacuamos algunas mujeres de las Farc en estado de gestación y una que acababa de dar a luz, nuestra respuesta fue inmediata y se pudo prestar atención a tiempo a estas personas”, recuerda. Desde ese momento, el alto comisionado se fijó en esta institución de 52 años y con una capacidad de 103.000 voluntarios que hacen presencia en el 92% del territorio nacional.

Acabando de llegar de Mocoa, donde su institución está atendiendo la emergencia con 287 voluntarios, 27 funcionarios, 34 vehículos de rescate, dos drones con cámara térmica y seis perros de búsqueda y rescate, el general destacó el trabajo de los voluntarios quienes donan su tiempo y su conocimiento para ayudar a quien más lo necesita.

El general Pérez Guarnizo lleva tres años dirigiendo la Defensa Civil. Pero antes, estuvo 37 años en el ejército combatiendo a las Farc. Fue comandante de la Fuerza de Despliegue Rápido, Fudra, y cuando el hoy presidente Juan Manuel Santos fue ministro de Defensa, se encargó de una encarnizada persecución al bloque Oriental y a su máximo jefe Jorge Briceño, alias el Mono Jojoy.

Su temple para combatir a las Farc contrasta con su capacidad para trabajar con las comunidades, lo que en la institución se conoce como Acción Integral. “Siempre, desde que era teniente o capitán, estuve creando escuelas en Putumayo, en Caquetá, adelantando trabajos en La Macarena (Meta). En esos sitios más conflictivos del país era donde más receptividad logramos en la comunidad”.

De alguna manera, en esta posición se siente cómodo: reacciona como militar, moviéndose en el terreno, ofreciendo respuestas y soluciones prontas, pero esta vez para ayudar en labores humanitarias. De hecho, cuando el gobierno le ordenó entrar a las zonas veredales con las ambulancias, le dio tres semanas para llegar a los lugares. Él llegó con los vehículos en cinco días. 

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En los tres años que lleva al frente de la Defensa Civil ha hecho un recambio de equipos. Hoy cuenta con una flota nueva de ambulancias, drones, transporte anfibio y fluvial. Y dice convencido que en este escenario de posconflicto este organismo tendrá mayor crecimiento.

Se ríe cuando le preguntamos por la imagen que se tiene de la Defensa Civil compuesta por las personas mayores del barrio que recorren las calles en unos carros viejos. “Nuestras capacidades de respuesta hacen parte del Sistema Nacional de Gestión de Riesgo. Están enfocadas a capacidades de manejo de alojamiento temporal, como se hizo en Cúcuta cuando se presentó la crisis de la frontera con Venezuela. Fueron 611 voluntarios de todo el país apoyando esa respuesta”, explica.

No le gusta hablar de la época en la que ayudó a promover la creación de empresas turísticas en La Macarena (Meta) ni de cuando le incautaba remesa (alimentos) a las Farc y se la entregaba a la comunidad, pero reconoce que siempre asumió como reto trabajar en lugares reconocidos como base social de la guerrilla. “Es cierto, los hijos, los primos, los hermanos y tíos estuvieron en la guerrilla, pero eso no impidió que el trabajo se desarrollara y que la ayuda les llegara a esas personas. Se hizo con mucho esfuerzo y mucha cooperación institucional. Nos articulamos para que se viera la presencia estatal con ayuda a los que ha sufrido el impacto de la violencia”.

Además de mostrar orgulloso el nuevo equipamiento de la Defensa Civil, el general Pérez Guarnizo también habla de las 72 plantas potabilizadoras de agua portátiles que tiene desplegadas por todo el país. Cada planta tiene capacidad entre 40 mil y 72 mil litros por día (entre 8 y 10 carrotanques). Por ejemplo, este organismo apoyó surtiendo de agua a Santa Marta durante cuatro meses en la última sequía, hace dos años. Por ahora, le está brindando el servicio de agua potable a dos zonas veredales.

Es imposible no insistir con la pregunta ¿Antes combatía a la guerrilla y ahora les da a sus antiguos enemigos atención en salud y agua potable?

Y su respuesta es igual de reposada: “Ahora estamos en una entidad humanitaria y ese apoyo es para quien lo requiera. Terminada la confrontación hay que apoyar a estas personas lo antes posible para que se incorporen a la sociedad. Es un proceso que el Gobierno está desarrollando con toda su institucionalidad”.

El general reconoce que sus posturas radicales le causaron más de un problema en su paso por casi cuatro décadas en el Ejército. Y aunque no habla de ello, sus conocidos cuentan que su firme defensa de la institucionalidad terminó costándole la salida de las filas. Muchas veces habló de frente ante sus superiores, se opuso en solitario a la opinión de un ministro o se negó a recibir medallas o condecoraciones en las que consideraba había algún tipo de injusticia.

La polémica lo persiguió siempre, por eso no extraña que le haya dado una respuesta contundente a las Farc en esta oportunidad, y que insista que se quedará con su personal inmerso en el Mecanismo de Monitoreo y Verificación en las zonas veredales hasta que el gobierno le ordene lo contrario. Pero tampoco resulta extraño que haga un llamado a que cada colombiano ayude en el proceso que llama “de normalización”.

Por Gloria Castrillón / Nicolás Sánchez A.

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