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El sueño de Fabiola Perdomo con Juan Carlos Narváez

Después de la entrega del premio Nobel de Paz al presidente Juan Manuel Santos, esta vallecaucana que asistió a la ceremonia en Oslo, Noruega, recordó la última vez que vio a su esposo después de ser asesinado por las Farc y lo que le dijo para despedirse para siempre de sus sueños.

Edinson Arley Bolaños / @eabolanos
10 de diciembre de 2016 - 04:20 p. m.
Juan Carlos Narváez, Daniela Narváez Perdómo y Fabiola Perdomo.  / Archivo personal.
Juan Carlos Narváez, Daniela Narváez Perdómo y Fabiola Perdomo. / Archivo personal.

Una madrugada de 2012 Fabiola Perdomo volvió a ver a su esposo vivo. Se acostó a su lado, el colchón se hundió y de repente lo miró sentado al pie de la cama. Fabiola lloraba mucho. Le dijo: “te viniste a despedir para siempre amor mío”, y siguió llorando hasta más no poder. Le expresó cuánto lo extrañaba y al final, de nuevo, le dijo que sería inmortal por el resto de sus días. La escena fue eterna. Cuando Fabiola despertó, su rostro estaba empapado de lágrimas y solo había pasado un minuto desde que cerró los ojos. Se cumplían cinco años del asesinato y diez del secuestro de Juan Carlos Narváez, el amor de su vida.

Desde ese día no lo volvió a sentir en su casa en Cali. Pero el 22 de octubre de 2016, cuando Fabiola y las familias de los otros diez diputados asistieron a La Habana a encontrarse por primera vez con sus victimarios, ella volvió a sentir la presencia de Juan Carlos. El padre Darío Monsalve, quien dirigía la ceremonia de perdón pidió a los presentes que oraran y se tomaran de las manos. Fabiola así lo hizo y les apretó los dedos a los comandantes guerrilleros Pablo Catatumbo e Iván Márquez. “Dale señor el descanso eterno”, decía el padre y los asistentes repetían: “Brille para su alma la luz perpetua”. Ahí volvió a aparecer el espíritu de Juan Carlos. Fabiola sentía las manos de los guerrilleros frías y el cuerpo de Narváez empezó a acercarse a ella. “Hoy este perdón es para ti, no es para mí, es para que te vayas a descansar en paz. Juan Carlos, te hemos cumplido”. Desde ese día, el recuerdo que tiene Fabiola de su esposo ya no es de sufrimiento, “ya lo veo tranquilo y feliz porque se logró su sueño desde que era consejero de paz en Cali: el fin del conflicto con la palabra como única arma”.

Es que Juan Carlos era un obsesionado con la paz de Colombia. Cuando eran jóvenes, él le decía a Fabiola que la única forma para que existiera una paz estable era a través de una negociación política, porque lo que se consiguiera a la fuerza solo se podría mantener a la fuerza.

Codo a codo construyeron el hogar y lentamente ese designio se fue cumpliendo como un destino trazado. Se conocieron en 1995 y seis meses después se casaron. Trabajaron juntos en lo público. Mientras Fabiola fue secretaria de despacho en la alcaldía de Cali, Juan Carlos era consejero de paz de ese municipio. Luego, él se retiró, aspiró a la Asamblea del Valle y llegó a ser presidente de esa corporación.

Transcurría el 2001 y Fabiola decidió participar en las elecciones de ese año para llegar al Congreso de la República. Salió electa como Representante a la Cámara, pero un mes después de su triunfo se dio el secuestro de su esposo, lo que la llevó a declinar de aceptar la curul. Se encerró con su hija en casa, sentía odio, sed de venganza, lloraba todos los días y su mundo terminó de derrumbarse a finales de 2007, cuando las esperanzas de volverlo a ver en cuerpo presente quedaron sepultadas en la selva colombiana. Allá donde fue asesinado junto a sus diez compañeros.

El sábado 3 de diciembre de 2016 Fabiola volvió a ver a los comandantes guerrilleros que habían dado la orden de asesinar a los diputados en cuanto el Gobierno intentara un rescate por la vía militar. Eso nunca ocurrió, se lo confirmaron los líderes de esta guerrilla. Fue una confusión entre los frentes 60 y 29 que operaban en la cordillera occidental donde los tenían cuando murieron. Ese sábado Pablo Catatumbo, en una iglesia a las afueras de Cali, volvió a pedirles perdón. “Perdón, porque eso nunca debió ocurrir”, dijo Catatumbo frente a los hijos, tíos, esposas, madres y padres que esperaban con ansias escuchar de voz de este comandante un perdón sincero para cerrar el capítulo de violencia que hasta en los sueños se reflejó.

Cuando se le pregunta a Fabiola Perdomo qué piensa hoy de los guerrilleros de las Farc, ella toma aire y entre sollozos dice que ya los perdonó. “Siento que hay una transformación en ellos. Siento que entendieron que habían perdido el norte, que hicieron la lectura acertada del país frente al rechazo que cada día estaba creciendo y siento que entendieron que había llegado el momento de negociar. Que no iban a llegar al poder nunca por las armas, ni que el Estado los iba a derrotar, y que como ellos mismos nos lo dijeron a nosotros, Pablo Catatumbo, nos lo dijo varias veces: “la muerte de los diputados nos sentó a reflexionar sobre lo que estaba pasando”.

Fabiola Perdomo es caleña, comunicadora social, con especializaciones en gobierno municipal y en gobierno administrativo. Después del encierro, empezó a asistir a la Fundación “El arte de vivir”, espacio que le permitió dejar el odio y el miedo a un lado. Es que sentía que, si salía a la calle, lo mismo que le pasó a su esposo le podía ocurrir a ella o a su hija. Fabiola pasó por todas las etapas que debería pasar una víctima del conflicto colombiano. La etapa más primitiva: sufrimiento, dolor y rabia. La segunda: miedo a la repetición. La última: el perdón definitivo y la verdad de que su ser querido murió sin justificación, aunque, con la certeza de que vino a cumplir una misión en la tierra, la cual, en el caso de Juan Carlos, le legó a Fabiola Perdomo, su esposa, su amada, quien el sábado 10 de diciembre de 2016 estuvo al lado del presidente Juan Manuel Santos recibiendo el premio Nobel de Paz en Oslo, Noruega.

“Este premio es para todos aquellos muertos producto del conflicto armado en este país. Esa alegría que siento quiero transmitírsela a ellos, porque dieron su vida para que hoy Colombia pueda empezar a soñar con ser un país diferente al que hemos conocido a través de las balas”, concluye Fabiola Perdomo, quien hoy es directora territorial de la Unidad de Víctimas en el Valle del Cauca.

Por Edinson Arley Bolaños / @eabolanos

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