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Los beneficios de la paz: Juan Fernando Cristo

Narcotráfico, paramilitarismo y nuevas redes criminales son los retos a enfrentar tras la firma del acuerdo con las Farc. En esta nueva entrega de Colombia2020 presentamos las visiones desde el Estado y un centro de estudios.

Juan Fernando Cristo
24 de mayo de 2016 - 05:45 p. m.
Juan Fernando Cristo / Archivo El Espectador
Juan Fernando Cristo / Archivo El Espectador

Muchos colombianos no conocemos el país en paz. Crecimos en medio del conflicto, la zozobra y la indignación por las masacres, muertes y la violación de derechos humanos de muchos de nuestros compatriotas.

La firma de los acuerdos de La Habana son el punto de partida para la construcción del país que hemos imaginado y su implementación, la oportunidad única para vivir en la Colombia que merecemos.

El año 2016 es sin duda el de la paz. Esto se traducirá, en los próximos años, en más educación para los niños y jóvenes, y de mejor calidad. Mayor productividad y mejor desempeño de nuestras industrias. Más ánimo para emprender nuevas empresas y retos en innovación que auguren un mejor futuro. Pero, sobre todo, será un país más seguro y equitativo. Trabajamos en un triángulo de buen gobierno con los mandatarios departamentales y municipales para devolverles la institucionalidad a los territorios, donde realmente se construye la paz. Las experiencias han demostrado que los dos años posteriores a la firma son definitivos.

 

Avanzamos en la reparación a las víctimas. Somos conscientes de que no podemos propiciar la reintegración de los miembros de las Farc, ni su paso a la legalidad y reinserción a la vida civil, sin compensar a quienes han pagado el precio más alto en esta guerra de medio siglo. El propósito de la reconciliación sólo se alcanzará si los derechos de las víctimas los ponemos siempre por encima de los victimarios. Por eso llevamos cuatro años de preparación para este momento con la aprobación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Y ahora nos proponemos priorizar para efectos de la indemnización individual y la reparación colectiva los territorios en donde las Farc han generado con sus acciones el mayor número de víctimas.

Sabemos que la paz traerá profundos y trascendentales cambios no sólo sociales, sino también políticos.

Una de las principales consecuencias de este proceso será el surgimiento de nuevas fuerzas políticas. El Gobierno garantizará, como lo ha venido haciendo, la participación de todos los sectores en las decisiones del país, tal como lo establece el punto dos del Acuerdo General sobre “Participación política: apertura democrática para construir la paz”, cuya finalidad es ampliar el desarrollo de este principio democrático.

De esta manera, lo que se pretende es garantizar un marco amplio, para que no solamente los eventuales movimientos provenientes de las distintas fuerzas desmovilizadas ingresen a la arena política, sino establecer garantías para que todos los colombianos que quieran ejercer un liderazgo y una representación lo hagan. También implica el desarrollo de políticas públicas por parte del Estado y, por supuesto, de reformas al ordenamiento jurídico que nos permitan brindar garantías a la oposición, las minorías y los ciudadanos en general, para el ejercicio de la política, a través de la promoción de la transparencia electoral, entre otras, beneficiando a todos, sin importar su ideología. Con garantías reales para hacer política, un nuevo régimen electoral y un moderno estatuto de oposición, debemos prepararnos para una nueva etapa de la democracia colombiana, una democracia “normal”, en la que nunca más se mezclen los fusiles con los votos, una democracia en la que el poder de las armas no determine ganadores y perdedores.

También es un compromiso del Gobierno avanzar en la protección de los defensores de derechos humanos, para que no sean estigmatizados. La mejor garantía para traer a los defensores hacia el futuro es la culminación del conflicto armado, el Estado debe trascender y construir una sociedad más incluyente, más respetuosa de los derechos de los demás.

Muchos se preguntan cuáles son los costos de la paz y exigen que se divulguen cifras exactas sobre éstos. Algunos otros expresan preocupaciones por los nuevos tributos que se deben crear para financiar la paz. Pero unos y otros olvidan los inmensos costos, no sólo económicos, que varias generaciones de colombianos hemos pagado por la guerra. El fin del conflicto será sin duda la mejor noticia para todos los colombianos, pero especialmente para millones de compatriotas que en diversas zonas del país han tenido que sobrevivir por décadas bajo la amenaza permanente de los distintos grupos armados ilegales. La paz implicará para ellos, una vez se firme el acuerdo definitivo, más seguridad y una positiva transformación de sus condiciones de vida.

* Ministro del Interior. 

Por Juan Fernando Cristo

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