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Haciendo País

Lecciones políticas de Game of Thrones

José Antequera
21 de julio de 2017 - 01:23 p. m.

Para quienes no han visto Game of Thrones es necesario que sepan lo mínimo. Su tema central es la lucha por el poder del Trono de Hierro. La batalla la libran diferentes casas, cada una de las cuales se distingue por el carácter moral que encarnan sus líderes y que demuestran con el modo como ejercen la disputa.

En el libro de 2014 “Ganar o morir: lecciones políticas en Juego de Tronos”, Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y los demás profesores que impulsan el partido Podemos en España, se propusieron un análisis de las lecciones políticas que se desprenden de esta producción. A mi modo de ver, cuatro temporadas después de su publicación se pueden sintetizar un par de lecciones relevantes para el momento de transición que vivimos en Colombia de cara a las elecciones de 2018 y que quiero compartir.

Una primera lección central, como la resalta Pablo Iglesias en su libro, es que “en el terreno de la política no hay nunca espacio para la legitimidad meramente en abstracto (…) Ni el linaje, ni los derechos dinásticos de sucesión, ni la estirpe, la sangre o la herencia, pueden si quiera llegar a convertirse en una opción legítima si no está dispuesta a convertirse en una opción real”. En Game of Thrones ocurre, igual que en la realidad, que personajes moralmente creíbles como los Stark no presentan opciones plausibles de poder, socavando la legitimidad moral que ya poseen por sus hazañas o su historia pasadas.

En la disputa de proyectos de país que existe actualmente en Colombia, marcada por el imperativo de la transición, no nos sirve que haya tantos liderazgos comprometidos con la paz y la justicia social pero más preocupados por preservar su prestigio personal que por presentar ante la sociedad una propuesta creíble, real. De la victoria y de las acciones que se realicen para ganar depende la legitimidad hacia el futuro de esas muchas personas con grandes virtudes que siempre compiten electoralmente en nuestro país pero que generalmente pierden compitiendo entre ellas, para después poner en sus hojas de vida que alguna vez lo intentaron.

Desde mi punto de vista, una segunda lección viene del destino que les espera a los mismos Stark cuando la serie avanza mucho más allá de la muerte de Ned y Robb, padre e hijo de la misma casa. Son ellos, los que merecen muchas críticas en el libro de Iglesias por lo que podría ser un comportamiento pusilánime frente al poder político, los que terminan liderando la batalla trascendente por la supervivencia frente al invierno y los caminantes blancos, gracias a su noción de la resistencia. No es casual, en esta séptima temporada que quienes encarnen ese liderazgo sean dos mujeres: Aria y Sansa.

El imperativo de la transición en Colombia exige un acuerdo fundamental frente al invierno que no es otra cosa que la crisis por cuenta del neoliberalismo, sus privatizaciones y la estúpida política de hacer pagar a los más empobrecidos por las consecuencias de las malas decisiones. De esa crisis beben hoy los caminantes blancos de la extrema derecha y si nadie escucha a los héroes de la resistencia creyendo que todo se reduce a la dinámica del marketing en la democracia liberal, lo más probable es que terminemos en las peores condiciones.

Con el referente que se quiera, la consolidación de la transición a la paz en 2018 nos obliga a hablar de política más allá de los candidatos y eso hay que hacerlo abiertamente, no sólo en los recintos privilegiados que dejan todo el espacio de lo público a las empresas de los medios de comunicación. Hablemos de proyectos y de las acciones que efectivamente les harán reales. Que no se nos olvide: Winter is coming”.

 

 

 

 

 

 

 

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