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Las Farc: entre la guerra y la paz

Universidad de La Sabana
17 de junio de 2017 - 09:36 p. m.

Si León Tolstói hubiese conocido a la Colombia actual, podría haber obtenido mayores insumos para su libro “Guerra y paz”. Su narrativa se hubiese enriquecido con las historias de cinco décadas de las Farc y de las casi seis millones de víctimas que ha dejado el conflicto, entre 1958 y 2012, según la Unidad para las Víctimas. Aunque este autor ruso murió hace 107 años, sus reflexiones sobre los conflictos humanos son vigentes.

Quizás no conoció al país andino. Mientras Tolstói vivía en la cuna del imperio ruso, en Colombia apenas despuntaba la democracia presidencialista de Bolívar y surgía el bipartidismo político. El consenso de la crítica dice que Tolstói publicó “Guerra y paz” hacia 1864, exactamente un siglo antes de la fundación de las Farc, el “tercer grupo terrorista” más rico del mundo, por detrás del Estado Islámico y de Hamás, según un estudio hecho por la Revista Forbes en 2014.

Tolstói no alcanzó a conocer a las Farc, pero seguramente alguno de los integrantes de este grupo “terrorista” (catalogado así en el listado del Departamento de Estado de EE.UU.) sí pudo haberlo leído, al menos colateralmente, por aquello del leninismo. Ese fenómeno que tanto criticó Tolstói en su prosa y que tantas veces citaron en sus discursos los líderes de la guerrilla izquierdista más longeva de América Latina. 

Creer por la paz

Lo que ocurrió esta semana en La Elvira no fue una historia anodina. Tras seis meses de la firma de la paz en el Teatro Colón de Bogotá, 400 excombatientes de la guerrilla asistieron al Cauca para un “momento histórico”, como lo calificó el presidente Santos: la segunda entrega parcial de armas. Se completó el 60% del desarme ante la ONU.

La única información disponible de este hito fue la oficial. Los periodistas no pudieron registrar la entrega del armamento. ¿Por qué no se difundió una foto o video de un excombatiente entregando un arma? ¿Por qué lo único que se divulgó fue un video de siete minutos en el que un veedor argentino de la ONU depositaba el arsenal en un container? Las respuestas a estas preguntas pueden resultar tan ambiguas como retóricas. 

Por ahora, hay que valorar el desarme per se. Ante la posibilidad de que no se repitan los 220 mil asesinatos perpetrados en la guerra contra las Farc, hay que creer en la paz. Creer en que no se divulgó un archivo multimedia de un excombatiente entregando su arma por respeto a su intimidad -y a la de su ‘camarada’: el fusil-. Creer en que este parapeto a la prensa no fue una estrategia arrogante de las Farc para evitar el simbolismo de la derrota ante la opinión pública. En suma, creer por la paz.

Paciencia y tiempo

Las cerca de 2 mil armas que esta semana entregaron las Farc son un avance significativo en el camino hacia la paz. Si es verdad que las Farc solo tienen 7 mil combatientes y depondrán 7 mil fusiles, eso quiere decir que el desarme será del 100%. Una cifra superior al 56,8% de los paramilitares, al 40% del M-19 y al 24% del EPL, según los datos oficiales de la OEA y de la Agencia Colombiana para la Reintegración. Ojalá los arsenales encaletados y las armas de los presuntos disidentes urbanos de las Farc no dañen este récord, en el futuro.

Aunque para dar más transparencia y confianza los representantes de la ONU hubiesen podido exigirle a las Farc -desde un principio, en 2012- la cifra exacta de sus integrantes, hay que aplaudir el desarme. También, hay que agradecer la veeduría internacional, otra característica que tienen los cerca de 19 procesos de negociación que han tenido lugar en el mundo, según recoge el Anuario de Procesos de Paz hecho por el experto en asuntos de violencia y paz, Vicenç Fisas.

Los colombianos aún no tragan entero. Aún no le creen del todo a las Farc. Esa guerrilla que perpetró atentados “irracionales” contra los civiles, como alguna vez los calificó en 2015 la Defensoría del Pueblo. No obstante, hay que mirar hacia adelante. Apostarle a la paz. Tolstói escribió en su texto “Guerra y paz” que “los dos guerreros más poderosos con los que se puede contar son la paciencia y el tiempo”. Y solo la paciencia de los colombianos, en especial de la oposición, y el tiempo que materializará lo suscrito en La Habana darán luces sobre las sombras que hoy resguardan las intenciones de las Farc.

Juan Camilo Velandia*

 

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