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El género en la verificación de los acuerdos de paz: Juanita Millán

Una de las consecuencias de desconocer el aporte del personal femenino al interior de las misiones de paz, han sido las denuncias por acoso, abuso y explotación sexual en contra de integrantes masculinos.

Teniente de navío Juanita Millán Hernández*
13 de julio de 2016 - 05:23 p. m.

Un estudio llevado a cabo por la Escuela de Paz de Barcelona en 2008 sobre 33 negociaciones en 20 países muestra que, de las 280 personas que intervinieron en los mismos, sólo 11 eran mujeres, es decir un 4% del total. Este porcentaje era un poco superior en los equipos negociadores gubernamentales (7%), especialmente debido al alto porcentaje de mujeres en el equipo negociador del gobierno filipino. En este mismo sentido, el estudio arrojó que la presencia de mujeres en los equipos negociadores de los grupos armados era del (0,3%) y en los equipos facilitadores un (1,7%), lo cual refleja que para la fecha la presencia femenina era prácticamente inexistente.

Debido a esta baja representación femenina y como resultado de la presión que desde los noventa venían haciendo las mujeres en el mundo, para que sus derechos fueran respetados, en el año 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitió la resolución 1325 que subraya la importancia de su participación en condiciones de igualdad, con pleno derecho para intervenir en la prevención y solución de conflictos, la consolidación de la paz y el mantenimiento de la paz.

Tras 15 años del inicio de su implementación (31 de octubre de 2015) no cabe duda que la R1325, ha marcado un hito en relación a la participación de las mujeres como agentes activos en la promoción de la paz y la seguridad.

Sin embargo, la implementación de estas resoluciones ha sido muy compleja, una investigación publicada en julio de 2013 desarrollada por la Doctora Sahana Dharmapuri, titulada Not Just a Numbers Game: Increasing Women’s Participation in UN Peacekeeping, indica que la inclusión de mujeres uniformadas en los contingentes de países contribuyentes para las misiones de paz no ha cumplido con las expectativas. Para marzo de 2013 las mujeres representaban menos de 4% del total de las fuerzas de paz, con cerca de 3% del personal militar y acerca de 9,7% de personal policial.

Una de las consecuencias de desconocer el aporte del personal femenino al interior de las misiones de paz, han sido las denuncias por acoso, abuso y explotación sexual en contra de integrantes masculinos. Desde las misiones de los 90 en África, las cientos de violaciones sexuales permitidas por la ONU en Bosnia, pasando por el escándalo de abuso sexual en las misiones en Haití, hasta el más reciente caso revelado por Tony Banbury  asistente del Secretario General encargado del apoyo en terreno, relativo a acusaciones sobre integrantes masculinos de Bangladesh, Marruecos, Nigeria, Senegal, de la República Democrática del Congo, Francia y Georgia, evidencian que el tema de la violencia sexual es un serio problema al interior de las misiones de paz.

Sin embargo, un estudio de la ONU realizado en 1995 y estudios recientes como el de la Doctora Dharmapuri, han demostrado que la incidencia de violaciones sexuales y el uso de la prostitución por parte de los integrantes de las misiones de paz, disminuyó significativamente desde que la ONU empezó a incluir mujeres dentro de sus destacamentos, lo que permite afirmar que desde que la ONU ha venido incluyendo mujeres en las misiones de paz, estas acusaciones han disminuido sustancialmente.

En años recientes, la inclusión de personal femenino en los contingentes de las Naciones Unidas, ha demostrado tener resultados muy positivos. Uno de los beneficios concretos de la perspectiva de género para el fin del conflicto, ha sido la mejora en el proceso de análisis de la situación de la región en donde se va a desplegar la misión, lo que ha resultado en una comprensión más completa de la zona, reduciendo los vacíos de información y mitigando las consecuencias de implementar iniciativas que carecen de una visión holística.

De acuerdo con un informe del Comité Especial sobre las Operaciones de Mantenimiento de Paz presentado en 2005 a la Asamblea General de las Naciones Unidas, contar con personal femenino en misiones de paz han facilitado la aceptación de las comunidades a dicha presencia, los casos de la misiones en Namibia (UNTAG), Sudáfrica (UNOMSA) y Ruanda (UNAMIR), son un claro ejemplo de esta mejora ya que las mujeres locales sentían más confianza y estaban más dispuestas a cooperar con mujeres de las fuerzas de paz. El personal femenino manejó mejor las situaciones de violencia potencial. Su presencia activa mejoró el flujo de información que facilitó el trabajo.

Los procesos de paz deben crear nuevas oportunidades para las mujeres y sus necesidades. Sin embargo los retos de traducir estos lineamientos en compromisos y oportunidades, son enormes. Las disposiciones que han quedado consignadas en acuerdos recientes se enfrentan a sociedades con culturas patriarcales y a prácticas de opresión hacia las mujeres.

Todo este panorama es sólo un reflejo del reto que se avecina para el caso colombiano, lograr un Mecanismo de Monitoreo y Verificación que tenga en cuenta las buenas prácticas de otras experiencias, que haga justicia a la representación femenina y que facilite el desarrollo de su labor de verificación del Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo y la Dejación de las Armas a través de la activa participación de las mujeres en todas sus instancias.

* Integrante de la Subcomisión de fin del conflicto y de la Subcomisión de Género en la mesa de conversaciones de La Habana. /@juanixmh

Por Teniente de navío Juanita Millán Hernández*

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