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El Cauca, más allá del no

Columnista invitado
05 de octubre de 2016 - 01:15 a. m.

Desde aquellas elecciones convocadas en 1991 con el fin de revocar el Congreso elegido el año anterior como resultado del proceso constituyente, la participación en el país no era tan baja. En ese año solo el 36.6% de los 15.037.526 de colombianos habilitados votó. Hoy el panorama es semejante proporcional y porcentualmente hablando, la participación en el plebiscito por la paz alcanzó un 37.43% de los 34.899.945 de ciudadanos habilitados para ejercer su derecho.  

Lo atípico de estas elecciones puede ser parte en la explicación de tan baja participación, pero el departamento del Cauca tiene algunas particularidades que significaron un resultado más allá del triunfo nacional del No en este plebiscito.

Con un porcentaje de 38,98% de votantes en el Cauca se develan una vez más las dificultades que acaecen a la hora de garantizar la intervención de sus habitantes en la toma de decisiones. Aun ante las difíciles condiciones que caracterizan este territorio ganó el Sí en todos los municipios con un determinante porcentaje general de 67,39% frente a un No con 32,60%.

Dentro del contexto referido, a diferencia de algunas regiones donde ganó el No, es claro que el desarrollo en los ámbitos políticos, sociales, y económicos de un departamento como el Cauca son aspectos que no permiten que la participación sea satisfactoria, más aun teniendo en cuenta que en esta campaña los recursos fueron escasos y esta vez no había una maquinaria electorera para “mover los votos”.

El gran ganador ha sido el abstencionismo, este es un aspecto que puede explicarse teniendo en cuenta factores de tipo coyuntural y también estructural, entre los que encontramos la limitada eficacia del Estado y de las instituciones políticas para asumir un proceso electoral.

Del mismo modo se puede afirmar que los partidos políticos en Colombia y en el Cauca, no cumplieron a cabalidad con la función electoral mediante la cual procuran facilitar el proceso electoral para los ciudadanos, generar símbolos de identificación y lealtad, educar al electorado y movilizarlo para garantizar que acudan a dichos procesos.

Más que una cifra desafortunada esta es una realidad que confronta el prurito Constitucional de promover la participación en el Estado de Derecho. El problema estriba en que para votar en algunos territorios del Cauca se necesita entre otras cosas transporte, refrigerios y hasta almuerzos, no porque la gente cambie su voto por un tamal, sino porque para ejercer este derecho a veces las personas tienen que desafiar una travesía a lomo de mula, en chiva y hasta en lancha, en algunos casos asumiendo que el voto significa perder un día completo de trabajo por la dificultad para llegar al puesto de votación.

Durante aciagos periodos los caucanos han confrontado la realidad de la violencia, tratando de vaticinar sus destinos entre los caminos de fuegos cruzados, advirtiendo con gallardía el sueño de una vida mejor. La tierra de este departamento ha soportado el deambular de la muerte armada con fusil, por sus cielos ha caminado la zozobra de las bombas y su gente en medio del olvido al que se ha visto abocado el sur occidente colombiano, se ha ocupado sobrevivir.

Esa guerra y esa experiencia significaron para municipios como Caldono, Buenos Aires y Corinto -lugares donde se piensan establecer dos Zonas Veredales Transitorias de Normalización y una Campamentaria respectivamente-  una razón suficiente para que triunfara de manera categórica el Sí.

En Toribío por ejemplo, municipio que sufrió más de 600 hostigamientos y 14 tomas guerrilleras, ganó el Sí con un sorprendente 84,80% pero con apenas un 49,32% de la participación, cifra que en comparación con la elección presidencial en segunda vuelta disminuyó en 14,68 puntos porcentuales.

Tal vez podría pensarse que al albur de semejante victimización, el departamento del Cauca tenga mayor votación, pues bien, el instante posterior a la última explosión debió ser la señal para que el Estado explorara la forma de fortalecer la participación ciudadana y la profundización en las condiciones que promuevan que una elección se haga apreciable.

El asunto se circunscribe a una sola palabra: democracia. Esta palabra soporta un discurso que habla no solo de elegir una opción, sino de la garantía material para acceder a tal elección, se trata del voto en condiciones de dignidad. Aquí no ganó el No, aquí ganó el honor de luchar por las ideas y por la justicia, ganó la esperanza de que el proceso de paz se consolide y se desborde como un río de oportunidades para las víctimas de este conflicto.

Más allá del No ha triunfado la paz en los territorios más azotados por la guerra, la preocupación e incertidumbre que hoy nos acompaña no debe superar la certeza de que aquí se quiere y se logrará la paz, que aunque en condiciones difíciles el departamento del Cauca avanza impetuoso e imparable a construir una Colombia mejor. 

*Ary Chávez Montoya / @Montoya_Ary  politólogo de la Universidad del Cauca. 

 

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